jueves, 20 de julio de 2017

Mujer

Rubén Darío dijo que sin la mujer la vida es prosa y nuestro Señor nos dice que quien halla esposa halla el bien y la benevolencia de Jehová[1]. Todo hombre necesita de una mujer, el mundo necesita de la mujer. ¡En todos los aspectos de la vida, las mujeres son determinantes!
Sabemos que la mujer procede del hombre, quien necesitaba ayuda, por eso Dios tuvo la brillante idea de crearlas. Sin embargo, ambos, hombres y mujeres, nos complementamos porque fuimos creados por el Señor[2]. Él usó a la mujer como puerta de entrada a la vida, aunque creó al hombre primero y le dio asignación, es decir, trabajo y mandato. Luego, al verlo solo, poniendo nombre a los animales, le dio ayuda idónea[3], lo que significa ser complementaria. Eva fue creada para ser el apoyo en el esfuerzo por guardar el mandato y hacer el trabajo. A veces, culpamos a la mujer de permitir que entrara el pecado de desobediencia y robo. Pero cuando Dios le dio el mandato a Adán de no comer del fruto, Eva no estaba presente. Pienso que Adán falló al no enseñarle a ella. El hombre debe cuidar los oídos de la mujer todo el tiempo, porque ella es muy receptiva a lo que escucha. Varón, ¡cuida los oídos de tu mujer! ¡Sé el sacerdote que se requiere!
Y para ser esa ayuda idónea, ellas desarrollan el fenomenal don de mando, asumen el liderazgo en formar a los hijos. Ellas son líderes en cuidar y educar. En casa, educamos a Ana Gabriela, nuestra hija, para que fuera obediente, pero independiente. Cuando leemos lo que sucedió después de que Adán y Eva desobedecieron, descubrimos que Dios nunca maldijo a la familia, maldijo a la serpiente. ¡Satanás estás para comer polvo! La mujer tiene autoridad para derrotar al enemigo, así lo estableció nuestro Creador. Por naturaleza, es cuidadora de la simiente generacional. Dadora de vida y sustento. Cuando queda embarazada, inmediatamente su cuerpo se prepara y produce protección para el bebé. Fue creada para cuidar y guardar a sus hijos física y espiritualmente. Son las mejores intercesoras, oradoras, las mejores para ayunar, son guerreras victoriosas, peligrosas para las tinieblas. ¡Que se cuide el diablo[4]!
Una sociedad, una iglesia no sobrevive sin la mujer, así que ¿cómo menospreciarla? Mujeres, ustedes tienen un gran potencial de bendición para todos. Son guardianas del hogar, tienen autoridad dada por Dios. Desde el principio, Él lo dijo: “El diablo te herirá en el tobillo, mas tú le aplastarás la cabeza”. Mujer, no le tengas miedo al diablo, jamás te quiero ver llorando porque el enemigo ataca tu hogar, ¡tú tienes que hacer llorar al diablo!
Abraham necesitó a Sara[5] para ver cumplida la promesa de Dios, así como Adán necesitó a Eva como ayuda idónea. Las mujeres son más fuertes que los hombres, son las únicas capaces de dar vida, soportar el dolor de un parto y proteger a su bebé como leonas capaces de todo por ese pequeño ser que se formó dentro de ella. Solo ellas tienen ese tremendo y poderoso instinto protector. Cuando el bebé llora, solo ellas saben qué necesita. De sexo débil no tienen nada, porque su fortaleza complementa a la del varón. Por eso, el Señor les ha dado tanto discernimiento, y por eso, al hombre se le aconseja que aprenda a vivir sabiamente con su esposa y que la trate bien, porque es coheredera de la gracia[6].
La mujer ha sido puesta en la sociedad para ser guardiana de la moral. Claro que el hombre también, pero ellas son de vital importancia. Ayudan al hombre a guardar el mandato de procrear y sojuzgar, así como también son ayuda para obtener las promesas de Dios. Mujer, ¡no puedes ser incrédula de las promesas del Señor!
Adán necesitó a Eva, Abraham a Sara y Dios a María[7]. Si la mujer no fuera importante, ¡el Padre no hubiera necesitado a María para traer a Su Hijo al mundo!
La mujer es tan valiosa en sí misma y dentro de la dinámica de pareja, que también es figura de la Iglesia como esposa de Cristo, por quien se entregó para purificarla y santificarla[8]. Cuando Dios sacó a Eva del cuerpo de Adán, dijo que era hueso de sus huesos y carne de su carne. Cuando Jesús murió y durmió durante tres días, le atravesaron el costado y nació una mujer, la Iglesia, carne de su carne. Llevamos Su sangre, somos uno con el Señor, somos Su esposa. Adán necesitó a Eva para producir vida, Abraham necesitó a Sara para producir una nación, Dios necesitó a María traer a Su Hijo al mundo, y Jesús necesita a la iglesia para traer la salvación. La Iglesia es la novia, figura de una mujer. Así que para nada es válido que cuestionen el pastorado de las mujeres. ¿Cómo puede ser que la figura de la Iglesia sea una mujer y ellas no sean tomadas en cuenta? Mujeres, tienen cómo ponerle encima el pie al diablo.
Dice la Biblia que la mujer se salvará engendrando hijos y se refiere a los hijos espirituales, ya que ella concibe a los hijos naturales. Mujeres, ustedes son una fuerza impresionante, testimonio hermoso, esfuerzo ejemplar de entrega y cuidado. La mujer es tan importante que hasta en el ajedrez se ve como la pieza decisiva, ya que la reina es la que protege al rey. Mujer, hoy tus ojos son abiertos y Dios ilumina tu entendimiento. Estás en este mundo para darle vuelta, para que la luz del Señor alumbre y las tinieblas sean disipadas. No te menosprecies y no permitas que alguien lo haga.
María es ejemplo de una mujer fuerte que se arriesgó y dio todo por amor. Ella es la primera persona que quiero conocer en el cielo, después de Jesús. La Palabra dice que ella guardaba todas las cosas en su corazón[9]. Sabía quién era su hijo y cuál era su llamado. Las mujeres piden que sus hijos sean líderes y se arriesgan porque lo logren. Ellas ciertamente hablan mucho, pero también se rodean por una cortina de humo porque guardan en su corazón más cosas que los varones. Hablan y guardan. Los varones sufrimos con lo que puede suceder a nuestros hijos, pero la mujer sufre más. Una fiebre no la ve igual el papá que la mamá. Mujer, ¿qué guardas en tu corazón? Confía en tu Padre, quien te dará fortaleza. Jovencita soltera, prepárate porque serás ayuda idónea para alguien.
Mujer, era más que joya preciosa, eres más que una gema de gran valor. No te sientas orgullosa por las joyas que puedas llevar, porque son las joyas las que deben decir: “Mira qué mujer la que me exhibe”. Mujer, tu trabajo es indispensable, tu amor, tu entrega, tu fortaleza hace girar al mundo, lo activa. Eres bendita, virtuosa, privilegiada. Dios ha puesto en ti infinitas habilidades para amar, servir, destacar, administrar, apoyar, sustentar. De ti depende la vida y el bien de tu familia, la constancia en vivir de acuerdo a las enseñanzas del Señor y servirlo con pasión. Tu marido se sentará con los grandes gracias a ti. No estás para ser pesimista, sino para reírte del porvenir, confiada en las promesas del Padre. Eres bastión de fe en tu casa. Mujer, no teman envejecer, por encima de tu belleza física que se gastará, debe permanecer el temor y respeto a Dios, porque de esa forma serás alabada y bendecida[10]. Mujer, las penas, el sufrimiento que llevas dentro, ponlos en manos de tu Señor. ¡Él te dará Su aliento divino para continuar con tu vida de trascendencia!

[1] Proverbios 18:22: El que halla esposa halla el bien, y alcanza la benevolencia de Jehová.
[2] 1 Corintios 11:8-12: Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón, y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón. Por lo cual la mujer debe tener señal de autoridad sobre su cabeza, por causa de los ángeles.  Pero en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón; porque así como la mujer procede del varón, también el varón nace de la mujer; pero todo procede de Dios.
[3] Génesis 2:15-24: Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase. Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer;  mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás. Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él.  Jehová Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y las trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar; y todo lo que Adán llamó a los animales vivientes, ese es su nombre. Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo; mas para Adán no se halló ayuda idónea para él. Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre.  Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona,[a] porque del varón[b] fue tomada. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.
[4] Génesis 3:13-15: Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí. Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida. Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.
[5] Génesis 22:18: En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz.
[6] 1 Pedro 3:6-7: Como Sara obedecía a Abraham, llamándole señor; de la cual vosotras habéis venido a ser hijas, si hacéis el bien, sin temer ninguna amenaza. Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.
[7] Isaías 7:14: Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.
Lucas 1:30-34: Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;  y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.
[8] Efesios 5:22-27: Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.
[9] Lucas 2:19: Pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
[10] Proverbios 31:10-30: Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas. El corazón de su marido está en ella confiado, y no carecerá de ganancias. Le da ella bien y no mal Todos los días de su vida. Busca lana y lino, y con voluntad trabaja con sus manos. Es como nave de mercader; Trae su pan de lejos. Se levanta aun de noche y da comida a su familia y ración a sus criadas. Considera la heredad, y la compra, y planta viña del fruto de sus manos. Ciñe de fuerza sus lomos, y esfuerza sus brazos. Ve que van bien sus negocios; su lámpara no se apaga de noche. Aplica su mano al huso, y sus manos a la rueca. Alarga su mano al pobre, y extiende sus manos al menesteroso. No tiene temor de la nieve por su familia, porque toda su familia está vestida de ropas dobles. Ella se hace tapices; De lino fino y púrpura es su vestido. Su marido es conocido en las puertas, cuando se sienta con los ancianos de la tierra. Hace telas, y vende, y da cintas al mercader. Fuerza y honor son su vestidura; y se ríe de lo por venir. Abre su boca con sabiduría, y la ley de clemencia está en su lengua. Considera los caminos de su casa, y no come el pan de balde. Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada; Y su marido también la alaba: Muchas mujeres hicieron el bien; Mas tú sobrepasas a todas. Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; La mujer que teme a Jehová, ésa será alabada.

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