Es probable que usted sepa cómo es estar deprimido. Es un sentimiento tenebroso, de desesperanza, desesperación, tristeza y apatía. Moverse hacia la depresión es hacerlo hacia la inercia, y la falta de esperanza es el sentimiento que prevalece.
Pero esta no es la tristeza que alberga una “leve” sensación de decepción o pérdida. La depresión es diferente: Tiene mayor duración y es más intensa. La depresión cierra de golpe la ventana de la esperanza, y a veces baja una persiana oscura.
La realidad distorsionada
La depresión distorsiona nuestras perspectivas de vida. Nuestros recuerdos siempre nos acompañan, e influyen en esta forma de percepción creándonos un sentimiento de expectativa. Nuestras percepciones suceden automáticamente y creemos que lo percibido es el mundo real. Igual que los lentes y filtros fotográficos, la depresión distorsiona nuestra impresión del mundo.
Esta es como un juego de filtros, que enfocan las partes oscuras de la vida y quitan el calor, la acción y el gozo de una escena. ¿Qué distorsionamos? La vida misma. Esta pierde su excitación y propósito. Creamos una imagen distorsionada de Dios.
Lo vemos a Él como distante e indiferente. También distorsionamos la visión de nosotros mismos. Nuestro valor y capacidades se han desvanecido.
Las causas de la depresión
En términos simples, es meramente una emoción negativa debido a sensaciones y evaluaciones contraproducentes. No obstante, puede ser también signo de una seria y hasta maligna enfermedad.
La depresión es un término que puede describir tanto trivialidades como tristezas, desórdenes neuróticos o sicóticos. Puede ser suave, moderada o severa. Puede ser inofensiva o de peligro para la vida. La depresión puede ser una inspiración para algunas personas creativas, pero terminar en suicidio para otras.
¿Es pecado para un cristiano estar deprimido? En sí y por sí misma, no lo es. La depresión es a veces una consecuencia del pecado, pero no siempre. Puede ser un síntoma de este y así servirnos de advertencia. Un marido que golpea a su mujer o le es infiel, puede sentir culpa o depresión como resultado de su comportamiento.
La depresión ha existido siempre. Muchas de las personas que Dios usó poderosamente en el Antiguo Testamento estaban tan deprimidas que querían morir, por ejemplo: Moisés, Job, Elías, Jonás y ciertos autores de los Salmos. Grandes hombres y mujeres a través de la historia han luchado contra la depresión.
Por lo tanto no permita que nadie le diga que esto es algo anormal, que es pecado estar deprimido, o que los cristianos no experimentan depresión. ¡Sencillamente no es cierto! Es una respuesta normal a lo que ocurre en la vida.
Las tres etapas de la depresión
Podremos sentir algunos síntomas pero no comprender lo que ocurre, hasta que se intensifican. Cuando nos hemos metido más profundamente en la depresión, es mucho más difícil quebrar su garra. Estas son las tres etapas de la depresión:
1.- Depresión ligera: su ánimo decae. Existe una pequeña pérdida de interés en lo que normalmente disfruta. Pueden presentarse también sentimientos de frustración, pero su forma de pensar sigue igual. Por momentos se produce un ligero alejamiento espiritual.
2.- Depresión mediana: Todos los síntomas previos se intensificarán, pero ahora sufrirá un sentimiento prevaleciente de desesperanza. La forma de pensar es algo lenta al aumentar las ideas de usted mismo. Pueden surgir lágrimas sin un motivo aparente, problemas de descanso y alimentación, ya sea por defecto o por exceso. Al acentuarse la tendencia a alejarse de Dios, existe una mayor lucha espiritual.
3.- Depresión severa: Todos los síntomas previos se repiten acentuándose. Es obvio el descuido personal y la limpieza, el afeitarse o ponerse maquillaje. Es toda una faena el completar las tareas diarias. Los síntomas espirituales son evidentes, ya sea el alejamiento o la preocupación. Es frecuente el llanto, con intensos sufrimientos de abatimiento, rechazo, desánimo, culpa, autocompasión. Se interrumpen los patrones de comida y descanso.
La depresión saludable y la perjudicial.
Una depresión es saludable cuando posee verdaderos sentimientos de dolor, tristeza y decepción (lo cual también puede incluir culpa, ira y ansiedad) en relación con experiencias negativas de la vida. Esto puede incluir traumas, pérdidas, discriminación, tratamiento injusto, dolor o daños indeterminados. Estando deprimido de esta forma, usted aún puede seguir funcionando, aunque no tan bien como lo haría normalmente.
La depresión perjudicial es la incapacidad de funcionar en cualquiera de las áreas básicas de la vida, es decir, trabajo, relaciones, funciones corporales y demás, debido a la profundidad de sus malos sentimientos demasiadas experiencias dolorosas indeterminadas, vulnerabilidad genética y cambios en la química corporal.
Pero esta no es la tristeza que alberga una “leve” sensación de decepción o pérdida. La depresión es diferente: Tiene mayor duración y es más intensa. La depresión cierra de golpe la ventana de la esperanza, y a veces baja una persiana oscura.
La realidad distorsionada
La depresión distorsiona nuestras perspectivas de vida. Nuestros recuerdos siempre nos acompañan, e influyen en esta forma de percepción creándonos un sentimiento de expectativa. Nuestras percepciones suceden automáticamente y creemos que lo percibido es el mundo real. Igual que los lentes y filtros fotográficos, la depresión distorsiona nuestra impresión del mundo.
Esta es como un juego de filtros, que enfocan las partes oscuras de la vida y quitan el calor, la acción y el gozo de una escena. ¿Qué distorsionamos? La vida misma. Esta pierde su excitación y propósito. Creamos una imagen distorsionada de Dios.
Lo vemos a Él como distante e indiferente. También distorsionamos la visión de nosotros mismos. Nuestro valor y capacidades se han desvanecido.
Las causas de la depresión
En términos simples, es meramente una emoción negativa debido a sensaciones y evaluaciones contraproducentes. No obstante, puede ser también signo de una seria y hasta maligna enfermedad.
La depresión es un término que puede describir tanto trivialidades como tristezas, desórdenes neuróticos o sicóticos. Puede ser suave, moderada o severa. Puede ser inofensiva o de peligro para la vida. La depresión puede ser una inspiración para algunas personas creativas, pero terminar en suicidio para otras.
¿Es pecado para un cristiano estar deprimido? En sí y por sí misma, no lo es. La depresión es a veces una consecuencia del pecado, pero no siempre. Puede ser un síntoma de este y así servirnos de advertencia. Un marido que golpea a su mujer o le es infiel, puede sentir culpa o depresión como resultado de su comportamiento.
La depresión ha existido siempre. Muchas de las personas que Dios usó poderosamente en el Antiguo Testamento estaban tan deprimidas que querían morir, por ejemplo: Moisés, Job, Elías, Jonás y ciertos autores de los Salmos. Grandes hombres y mujeres a través de la historia han luchado contra la depresión.
Por lo tanto no permita que nadie le diga que esto es algo anormal, que es pecado estar deprimido, o que los cristianos no experimentan depresión. ¡Sencillamente no es cierto! Es una respuesta normal a lo que ocurre en la vida.
Las tres etapas de la depresión
Podremos sentir algunos síntomas pero no comprender lo que ocurre, hasta que se intensifican. Cuando nos hemos metido más profundamente en la depresión, es mucho más difícil quebrar su garra. Estas son las tres etapas de la depresión:
1.- Depresión ligera: su ánimo decae. Existe una pequeña pérdida de interés en lo que normalmente disfruta. Pueden presentarse también sentimientos de frustración, pero su forma de pensar sigue igual. Por momentos se produce un ligero alejamiento espiritual.
2.- Depresión mediana: Todos los síntomas previos se intensificarán, pero ahora sufrirá un sentimiento prevaleciente de desesperanza. La forma de pensar es algo lenta al aumentar las ideas de usted mismo. Pueden surgir lágrimas sin un motivo aparente, problemas de descanso y alimentación, ya sea por defecto o por exceso. Al acentuarse la tendencia a alejarse de Dios, existe una mayor lucha espiritual.
3.- Depresión severa: Todos los síntomas previos se repiten acentuándose. Es obvio el descuido personal y la limpieza, el afeitarse o ponerse maquillaje. Es toda una faena el completar las tareas diarias. Los síntomas espirituales son evidentes, ya sea el alejamiento o la preocupación. Es frecuente el llanto, con intensos sufrimientos de abatimiento, rechazo, desánimo, culpa, autocompasión. Se interrumpen los patrones de comida y descanso.
La depresión saludable y la perjudicial.
Una depresión es saludable cuando posee verdaderos sentimientos de dolor, tristeza y decepción (lo cual también puede incluir culpa, ira y ansiedad) en relación con experiencias negativas de la vida. Esto puede incluir traumas, pérdidas, discriminación, tratamiento injusto, dolor o daños indeterminados. Estando deprimido de esta forma, usted aún puede seguir funcionando, aunque no tan bien como lo haría normalmente.
La depresión perjudicial es la incapacidad de funcionar en cualquiera de las áreas básicas de la vida, es decir, trabajo, relaciones, funciones corporales y demás, debido a la profundidad de sus malos sentimientos demasiadas experiencias dolorosas indeterminadas, vulnerabilidad genética y cambios en la química corporal.
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