lunes, 24 de julio de 2017

Cristo te espera con los brazos abiertos

Eso es la parte externa, la parte que la mayoría de la gente está de acuerdo en que es lo que la convierte en una mujer mala.

Pero aquí está el punto: una puede arreglar sus actos externos y todavía estar seca por dentro. La gente aplaude porque una está “limpia”, pero por dentro una se siente más sucia que nunca.

El problema de Beth además, no es una baja autoestima, un enojo no resuelto, ni sentimientos de abandono. Estas cosas pueden alimentar su estilo de vida de ser “peor de lo que quiero ser”, pero no son el meollo de la cuestión. Cuando una ha solucionado estos temas psicológicos, la gente cree por error que ya estás “curada”, y que eres una mujer emocionalmente sana y preparada para enfrentar el mundo. Nuestra chica Beth lo sabe mejor que nadie. Sabe que identificar (incluso discutir profundamente) esos asuntos escabrosos, no los hace desaparecer, sin importar cuántos libros leas ni cuántos sermones escuches.

Su problema es sencillamente éste: Beth está en un pozo y no puede salir de allí.Aquellos que nunca han estado en este pozo en particular tienen muy poca paciencia con Beth. Se asoman desde el borde del abismo y levantan un dedo acusador: ¿No sabías que esto era un pozo? ¿Cómo eres tan tonta de meterte en tantos problemas? Has avergonzado a toda tu familia. ¿No lo sabías?Escúchame: eso no ayudará a Beth. Ella ya está llena de vergüenza y siente repugnancia; no necesita que le sigan añadiendo cosas encima. La crítica no es una cuerda de salvamento, es una sentencia de muerte.

La gente buena (padres, esposos, amigos, personas con buena intención) quizá se aproxime al borde del pozo de Beth no para juzgar sino para animar. La llaman diciendo: “Sube, Beth, ¡tú puedes hacerlo!. Aquí estamos todos esperándote, cariño. Vamos, da el primer paso.”

No, mi querida, esto tampoco ayudará mucho a Beth. Está demasiado oscuro ahí abajo como para ver un agujero donde meter el pie o para percibir una cuerda que se balancea por encima de tus hombros o para escuchar que están haciendo bajar una escalera poco a poco. Es especialmente difícil cuando has estado llorando durante mucho tiempo.

Además Beth ya sabe que no puede hacerlo. Ha intentado salir de su pozo de desesperación una y otra vez, hundiéndose cada vez más. Ese agujero puede parecer la boca de un lobo, pero ella ha estado allí abajo tanto tiempo que incluso la oscuridad ya le parece acogedora.

¿Se encuentra esta mujer fuera de nuestro alcance, lejos de toda esperanza? Sigamos con su interesante historia...

Beth se metió en la cama, hundiéndose en el colchón, con una húmeda toalla todavía puesta alredor de su cuerpo. Con los brazos flácidos y estirados, y sus mejillas sonrojadas de vergüenza. Compraría las pastillas en cuanto despertara, porque en ese momento no se encontraba en condiciones como para conducir. Mejor se iba a dormir un rato. Un sueño cortito ahora. Un sueño eterno muy pronto. El sueño de los muertos...

Muy poco sabía Beth que mientras ella planeaba su propio y triste final, muy por encima de ella alguien estaba rodeando su pozo, esperando el momento oportuno, esperando a que tocara fondo, esperando a que mirara hacia arriba.

De repente estaba fuera del pozo y en tierra firme. Ella cerró los ojos por el brillo del sol. ¿O era la cara de él que brillaba como el sol?

El hombre la dejó con delicadeza, de pie en el suelo
- Bienvenida a casa, Beth.
- Gra...gracias tartamudeó ella.

El es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias. El que rescata del hoyo tu vida. El que te corona de favores y misericordias. Salmo 103:3-4

Algunas veces todavía lloro. Estoy en este momento llorando de gozo y gratitud. A estas alturas, imagino que ya habrás adivinado que la historia de Beth es mi propia historia. Me llamo Elizabeth, aunque todos me dicen Liz.

Sé lo que estás pensando: ¿Cómo fuiste a parar a ese pozo, Liz? ¿Te tiraron en contra de tu voluntad? ¿Te metiste a propósito? ¿O te despertaste allí una mañana, aturdida y confundida? 

Sí,sí y sí. No gastes energías en hacer preguntas como ésas. No importa cómo entramos en el pozo. LO UNICO QUE IMPORTA ES QUE SALGAMOS DE ALLÍ.

No todos los pozos son iguales de oscuros tampoco; algunos son de neón brillante, llenos con los botines del materialismo o los trofeos del éxito mundano. Los diez años que estuve en el pozo son mi más duro respaldo.

Un escritor afirma: “La vida no ha cambiado mucho en dos mil años. Las imágenes de la chica buena y la chica mala todavía nos acompañan. ¡Ya lo creo que están con nosotros! Dejaremos a las mujeres buenas para otra ocasión. Yo siempre aprendo más de mujeres que no son tan perfectas simplemente porque tenemos mucho más en común.

Querida amiga: Si tú has sido salvada del fondo de un pozo como yo lo fui celebremos nuestra libertad, sin olvidar aquellas que quedaron atrás y que están esperando desesperadamente oir nuestras Buenas Nuevas.

Y si tú todavía estás abajo, en el pozo de la vergüenza, recuerda que Jesús vino a la tierra por ti. Sus brazos están abiertos, listos y esperando llevarte a casa.

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