Lo primero que diré sobre la adoración es que no es parte de la vida. Es un estilo de vida. Rick Warren, autor del célebre libro Una Vida con Propósito, escribió que la adoración no es otra cosa sino agradar a Dios. En el libro de los Salmos, el capítulo 147 verso 11 nos dice lo siguiente: “Se complace Jehová en los que le temen, y en los que esperan en su misericordia”. Por lo tanto, todo lo que hagamos para complacer a Dios, es en sí mismo un acto de adoración.
¿Qué complace a Dios?
Se podría enumerar ahora mismo una lista, de seguro interminable, no obstante, hay quienes consideran que la adoración se expresa en términos musicales, y lo cierto es que la adoración es mucho más que música.
Supongamos que fuera cierto por un instante, que adoración es la música suave, lenta e íntima que solemos entonar al comienzo o final de cada servicio, luego, quienes no tengamos oído musical, no podríamos adorar, y si decimos: “los músicos guían la adoración y por eso no importa que yo no lo haga tan bien en la música”, entonces, estaríamos cometiendo un grave error, porque estaríamos relegando la adoración a un par de compases musicales mientras que el resto de nuestra vida correría independiente de los intereses de Dios, y no le podríamos agradar.
1) Debemos tener claro que fuimos creados para agradar a Dios, así de simple. El libro de los Salmos en el capítulo 149 el verso 5 dice: “Alaben el nombre de Jehová, porque él mando, y fueron creados”
La adoración no tiene nada que ver con el estilo, el volumen o el ritmo de una canción, a Dios le agradan todos los géneros musicales, incluso los que nos puedan resultar desagradables, ya que Él fue quien creó la música. Hay cristianos que no se ponen de acuerdo en cuanto al “estilo de música” que debería usarse para la adoración, y defienden con pasión su punto de vista que a su vez, coincide con su gusto en estilos musicales, pero la verdad es, que no existe “tal” estilo bíblico musical, ni siquiera hay notas musicales expresadas en la Biblia. De hecho, hoy en día parte de los instrumentos musicales mencionados en las Escrituras, sólo forman parte del recuerdo en los museos y libros de texto. La música cristiana no existe. Lo que sí existe es la música con letra cristiana.
Es igual que si habláramos de danza cristiana, o carrera profesional cristiana. No existen tales términos, lo que santifica la letra de una canción no es su melodía o lo bien ejecutada que pueda estar, es la pasión con que sea interpretada y en el destino que nosotros mismos le demos, (¿a quién va dirigido?).
Por ejemplo, “Estudio Teología para ser pastor porque así estudio una carrera cristiana, o me dedico a ser músico porque así puedo servir en el ministerio”, esas son algunas de las concepciones equivocadas a las que muchos han llegado en el transcurrir de sus vidas en la iglesia y dejan de lado todo lo demás.
Una cosa es tener talento o vocación de parte de Dios para estudiar tal o cual carrera, o para desempeñar tal o cual oficio dentro de la iglesia, pero sí lo haces para Dios, para agradarle a Él, no importara si tu oficio es el de repostera, policía, piloto de carreras, futbolista, o director de un instituto de investigaciones científicas, etc.
El libro de Juan en el capítulo 4 versos 23 y 24, nos muestra una enseñanza de Jesús: “Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.”
En otras palabras, adorar no es de la boca para afuera, razón por la cual el pueblo de Israel fue reprendido en el libro de Isaías; adorar es lo que se siente, pero también es lo que se hace, y Dios demanda que quien le quiera agradar (o sea, adorar) debe hacerlo de verdad.
He escuchado decir a través de los años a personas, que no necesitas moverte para adorar a Dios, que Él mira tu corazón y por eso, no son necesarias las expresiones físicas, pero el verso 24 del capítulo 4 de Juan nos dice que Dios es Espíritu, y un espíritu no se ve ni se toca, tan sólo se siente, pero además continúa el verso diciendo, “y los que le adoran, en espíritu y en verdad” es necesario que adoren. Esa acotación de “en verdad” es porque sentir amor no basta si hablas de estar enamorado, necesitas demostrarlo, y eso es “en verdad”.
Una persona alegre lo está porque se le nota, no sólo porque lo dice, ya que con nuestros labios podemos argumentar lo que sea, pero nuestro cuerpo nos delataría.
Si le quitáramos la letra a una canción y sólo la escuchásemos en su versión instrumental, ¿podríamos decir si es cristiana o no? Recuerda lo que dijo Jesús: “Por sus frutos, lo conoceréis…” (Mateo 7:20). Si hablamos de una canción para las madres, luego ¿cantaremos sobre lo divertido de pasar una tarde con amigos? No, la letra debería hablar de las madres. Entonces, si dices que eres un hijo de Dios y que además, le amas, todo lo que hagas o lo que digas debería reflejarlo.
2) Si de verdad deseas adorar a Dios, comienza por averiguar qué le agrada para que de ese modo, puedas hacerlo tú también. En el libro de Isaías, Dios refiere su total desagrado por la apatía del pueblo a la hora de adorarle: “Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado” (verso 13)
La tradición no puede hacer vida en la adoración, por eso el salmista David declara en el libro de Salmos, “Cántico nuevo, cantaré a Jehová” (33:3; 40:3; 96:1; 98: 1; 144:9; 149:1). Una de las razones por las cuales, Dios dijo de David: “He hallado a David, hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón…” (Hechos 13: 22), es porque David procuraba agradar a Dios en todo cuanto hacía, no sólo al interpretar un salmo o un cántico, sino en todo lo que le venía a la mano para hacer.
Es por eso que siempre tuvo éxito en todos sus oficios y etapas de su vida, incluso las no tan gratas. Dios lo bendijo como hijo (aunque era el menor, Vea 1 Samuel 16: 11), como pastor (porque siempre pudo vencer al oso y al león, lea 1 Samuel 17: 34), como soldado (con una sola piedra acabó con Goliat, vea 1 Samuel 17: 49), como guerrero (se le unió todo un ejército sin ser rey, lea 1 Samuel 22: 2), como rey (gobernó a Israel por 40 años, lea 1 Reyes 2: 11), como salmista (compuso parte del libro de los salmos), como profeta (anticipó el futuro del Mesías, léase Salmos 22: 18), como sacerdote (instauró la alabanza continua en el templo, vea Salmos 27: 4 y 5), como hombre (danzó para Dios, léase 2 Samuel 6:14 – 19) y hasta como pecador (le pidió Perdón a Dios de corazón, véase Salmos 51).
Lo que sea que vayas a hacer, hazlo para Dios con todas tus fuerzas. Es por eso, que el apóstol Pablo le escribe a los Colosenses en el capítulo 3 verso 23 lo siguiente: “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres”. El secreto para una vida de adoración, según escribe Warren en su libro es: “Hacer todo como si fuera para Dios”
Imagínate, que te vistes para ir al trabajo y que tu compañero de ruta será Dios, ¿te vestirías igual? ¿Caminarías igual? ¿Te expresarías de la misma manera con la gente que se cruce en tu camino? ¿Le responderías como siempre lo haces a una persona que te tropiece o te mire mal si tienes a Dios a tu lado? ¿Si Dios te acompañara hasta la escuela y se sentara junto a ti en clase, lo ignorarías? ¿Se lo presentarías a tus demás compañeros?
3) De la misma manera, en que una persona enamorada mantiene en su pensamiento cada minuto de cada segundo de cada día a esa persona por quien suspira, de esa misma manera, Dios desea que te enamores de Él. Que sea tu primer y último pensamiento del día, como dice en el libro de Salmos 113 verso 3: “Desde el nacimiento del sol hasta donde se pone, sea alabado el nombre de Jehová”
He ahí, otra de las razones por las cuales, David figura como el mejor ejemplo de adoración en la Biblia. Cuando trajo el arca de vuelta a Jerusalén, David danzó con todas sus fuerzas, al punto de perder el decoro frente a su esposa, pero ganó aún más simpatía entre el pueblo y por supuesto, delante de Dios. Mical, su esposa le denigró diciendo: “¡Cuán honrado ha quedado hoy el rey de Israel, descubriéndose hoy delante de las criadas de sus siervos, como se descubre sin decoro un cualquiera!” (2 Samuel 6:20). Un coro muy popular dice: “A David no le importó, él siguió danzando” porque para él, su danza no era para su propio agrado, sino para el agrado de Dios. ¿Significa esto que Dios quiere que hagas el ridículo? No. Pero lo que hagas debes hacerlo con el firme pensamiento e intención de que agrade a Dios.
Mi abuela decía: “si lo vas a hacer de mala gana, mejor ni lo hagas” (y tenía toda la razón). Así que, si quieres adorar a Dios hazlo con la mejor de tus ganas o ya de plano, renuncia al papel de hipócrita.
REFLEXIÓN FINAL
De eso se trata la adoración, de procurar el beneficio y gusto de Dios en lo que hacemos, no en nuestro propio gusto. Lo cual no significa que no podamos gozarnos en lo que hacemos para ÉL, pero sí entender y reconocer, que nuestra adoración, va dirigida hacia Él. Como lo indica el libro de Salmos en el capítulo 115 el verso 1: “No a nosotros, oh Jehová, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria, por tu misericordia, por tu verdad”
Si después de leer esto, te parece que Dios se va a convertir en el centro de tu vida, y que tú vas a girar en torno a Él cual lo haría cualquier planeta alrededor del sol, déjame decirte que tienes toda la razón. Pero si consideras que no tienes por qué ser un fan de Cristo, es mi deber notificarte que lo serás de alguien más, hasta puede que te conviertas en el centro de tu propio universo y adoración, y me dirás que la idea no es mala pero, ¿Qué tan fuerte eres como para mantenerte a flote luego de una lluvia de meteoritos? ¿Cuánto tiempo resistiría la vida dentro de tu propio sistema? ¿Tienes todo lo que se requiere para que cada elemento que depende dentro de ti sobreviva? ¿Dispones del tiempo suficiente para ver que la evolución de tus especies continúe luego que tú te vayas o tu mundo muere contigo?
La Biblia señala en el libro de Mateo del Nuevo Testamento, capítulo 12 verso 30: “el que no es conmigo, es contra mí, y el que conmigo no recoge, desparrama”
¿Qué haces tú?
No hay comentarios:
Publicar un comentario