En Juan 6:63, varias palabras saltan a la vista. Jesús dijo: El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.
Una de las palabras que llama nuestra atención es la palabraespíritu. El espíritu es definido por los libros como alma, o parte no corpórea de toda cosa viviente. Y estamos de acuerdo en que, para que haya espíritu, tiene que haber vida.
La Biblia dice muchas cosas acerca del espíritu. Isaías nos habla acerca de la vida del Espíritu. Y en el libro de Romanos se nos habla del espíritu de vida de Cristo.
Cuando hemos conocido a Jesucristo como nuestro Salvador, comenzamos a vivir una vida espiritual, porque hemos recibido el Espíritu Santo en nuestra vida, pero, aunque le hemos recibido, no le poseemos, sino que, por el contrario, es el Espíritu quien nos posee a nosotros. Y podríamos tratar de explicar lo que entendemos por espíritu, pero, con palabras, no podemos describir lo que en nuestro interior entendemos que es el Espíritu que posee nuestras vidas, y que obra a favor de nosotros.
Aunque somos cristianos, y conocemos las cosas espirituales, y conocemos que estamos sentados en lugares celestiales, y entendemos que, a través de nuestro espíritu, tenemos una conexión directa con el Señor, se nos hace difícil expresar con palabras una definición para espíritu. Sin embargo, estamos claros que, en nuestro interior, lo entendemos.
Y es que, tenemos que entender que, nuestro interior es más poderoso que nuestro exterior.
En ocasiones, podemos recibir una palabra, pero, al intentar compartirla con otra persona, no encontramos cómo ponerla en palabras. Y es que nos identificamos con esa palabra que recibimos, espiritualmente. La recibimos en nuestro espíritu. Nuestro espíritu recibe mensajes que no podemos expresar con palabras.
Lo mismo sucede con la palabra vida. Cuando hablamos acerca de vida, pensamos en el periodo en el que estamos vivos, que es el periodo que está contrastado con la muerte. Cuando pensamos envida, en el mundo natural, hablamos del tiempo en el que respiramos, en que nuestro corazón está latiendo, y decimos que esa vida se detiene, cuando llega la muerte.
Dice en Deuteronomio: He puesto delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. La escritura hace paralelas las palabras vida y bendición. Cuando hablamos acerca de bendición, estamos hablando acerca de vida. Pero, en el Nuevo Testamento, la palabra vida cobra otro significado, porque se nos habla acerca de la vida que viene después de la muerte. Totalmente contrario a lo que pensamos en el mundo natural de que la vida es antes de la muerte, en el Nuevo Testamento, y para nosotros los cristianos, la verdadera vida es la que viene después de la muerte, que es la vida eterna, esa revelación que hemos recibido, producto de tener una relación con el Señor.
Podemos estar de vacaciones, relajados, y decir: Esto es vida. Porque vida es otra palabra que no podemos expresarla con una definición. No existe una definición específica para poder acomodar todo lo que implica.
Pero, podamos o no podamos definir las palabras espíritu y vida, la palabra de Dios, en Juan 6:63, dice que la palabra es vida y es espíritu. No importa si puedes expresarlo con palabras, lo que importa es que tú entiendas que, cada vez que de tu boca sale una palabra, cada vez que tú articulas algo, cada vez que tú expresas algo, aquello que estás diciendo, de acuerdo a la palabra del Señor, carga consigo una vida, y carga consigo un espíritu.
Todo lo que tú puedes entender con tu mente, aunque quizás no lo puedas explicar completamente con tus palabras, todo eso comoquiera está contenido en las palabras que tú expresas con tu boca. Esa es la importancia de guardar cada palabra que sale de nuestra boca, cada cosa que decimos. Por eso es que es tan importante cuidar nuestra confesión, porque, lo entiendas o no lo entiendas, lo sepas o lo desconozcas, eso no te exime de la verdad de que va a tener resultados en tu vida, puedas o no expresarlo, porque, todo lo que nosotros decimos, todo lo que sale de nuestra boca, carga en sí vida, y carga en sí espíritu.
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