Mucha gente está obsesionada con saber cuál es el destino de sus vidas; desean saber cómo será su mañana porque piensan que, si supieran esto, las cosas serían más fáciles. Pero todo lo que tú tienes que saber es que la agonía de tu destino, no es tu destino.
Para que esto sea real en tu vida, para que esa agonía no se convierta en tu destino, es importante que sepas que, en algún momento, tendrás que escoger entre el destino que tú tienes pensado para ti, y el destino que, dentro de su voluntad, Dios tiene para tu vida.
A veces, la agonía de tu destino es tan dura que te puede llevar a cuestionar dónde está Dios. Vemos a Jesucristo que, entre sus últimas palabras, dijo: ¿Por qué me has desamparado?
No cedas a la presión de tu estado presente. No hay forma en que se pueda evitar la agonía de tu destino, pero la agonía no es tu final. Mantén tu fe, en medio de la difícil situación; al fin y al cabo, toda la gloria se la va a llevar el Dios Todopoderoso.
¿Cómo pasas este proceso de la agonía? En Mateo 26, vemos a Cristo entrando en el Getsemaní y decidir si acepta el destino de lo que sucederá, creyendo que el Padre le va a dar la victoria, o si ceder a la presión: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú. Mateo 26:39
Jesús oró tres veces, diciendo lo mismo: Padre, si es posible, pasa de mí esta copa, pero que se haga tu voluntad. De la misma manera, a veces, nos encontramos orándonos fuera de la circunstancia.
La religión nos ha enseñado a aceptar nuestro destino presente como parte de la culpa de nuestro pasado, del castigo. No necesariamente esto tiene que ser así, sino que es parte de lo que va a suceder en nuestro proceso. Pero el destino de hoy no es tu final, si haces lo que el Padre desea.
Mientras Jesús caminaba en la tierra diciendo: Soy el Hijo de Dios; el enemigo nada hizo con él. Pero el día que decidió hacer la voluntad del Padre Celestial, entonces fue que se levantó el infierno completo en contra. Así que decide caminar, actuar y vivir lo que Dios dice, a pesar de las situaciones difíciles, porque tu final será uno de victoria.
La dureza de tu agonía, no cambia quien es Dios para tu vida. No importa cuán difícil sea, la agonía no cambia quién eres para él. Él te ha llamado su hijo amado; de esta te va a sacar y te va a levantar.
Nadie tiene poder sobre tu vida, ni ninguna decisión, solamente las decisiones del Dios Todopoderoso son las que cambian tu futuro en bendición. Deja que la decisión de Dios cambie tu agonía en algo glorioso.
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