miércoles, 23 de abril de 2014

Victoria

Cuando vemos el momento en que Jesús fue azotado, vemos al hombre que, en medio de su peor agonía, no abrió su boca.
En Isaías 53, vemos la declaración profética que dice que Dios sanaría nuestras enfermedades físicas, y nuestros dolores e iniquidades, las presiones que están marcadas en nuestro cuerpo, el pecado que marca nuestras vidas a través de nuestras generaciones.
En su primer mensaje, Jesús predicó que él vino para librar a los que han sido marcados con dolor en su vida. No hay nadie que, a través de su caminar, no lleve dentro de sí marcas en el corazón, causadas por grandes heridas. Todos los que vivimos en esta tierra cargamos en nuestras espaldas heridas de nuestro pasado, de gente que nos han hecho daño, que nos han  traicionado, que hacen que lamentemos la manera en que vivimos, que menospreciemos la vida.
Muchos renuncian a sus sueños por que dicen: Si voy a sufrir todo esto para alcanzar mi sueño, entonces ¿para qué tenerlo? Sus heridas se vuelven más grandes que el destino que Dios tiene para sus vidas.
La biblia nos dice que Jesús vino para libertar a los heridos, a los marcados, a los que viven en dolor, los que caminan con heridas.
No veas tan solo al Dios que sana tu cuerpo, sino al Dios que, por lo que hizo en la cruz del Calvario, vino a darte una enseñanza más poderosa.
Mateo 12:20 dice “La caña cascada no quebrará”, diciendo que Jesús será como una vara herida que no quebrará. No importa lo que venga a tu vida, no vas a quebrar hasta que haya victoria en ti. Los problemas te han querido doblegar, pero no te van a partir.
Hay gente que ha llegado a un punto en su vida de tanta presión que han roto todas las cosas y han salido corriendo. Ha sido tanta la presión que rompiste un matrimonio, una empresa, un negocio, renunciaste, abandonaste todo, decidiste huir.
Pero ahora sabes que las espaldas de Cristo te dicen que él no se va a quebrar hasta que haya victoria. La vida puede seguir trayendo azotes, problemas, pero tú no te vas a quebrar hasta que Dios haga lo que ha dicho que va a hacer contigo. Deja que la gente traiga lo que quiera traer, deja que hablen de ti, que digan lo que quieran decir, que te humillen, que te hagan caminar la vía dolorosa, pero no te van a romper.
Cuando parece que ya no puedes más y que tus problemas son demasiados, que tus espaldas están cargadas, cuando parezca que vas a estallar que todo se va a perder, la sangre de Cristo dice que no te vas a romper hasta que haya victoria en tu vida; no vas a quebrarte, no vas a vivir una vida de derrota.
El problema que estás cargando no va a acabar contigo, hasta que haya victoria en tu vida.

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