A través de la historia de la iglesia, siempre damos énfasis a la muerte de nuestro Señor Jesucristo. Durante Semana Santa, lo que generalmente se proyecta es la mitad de la historia y nos olvidamos del poder de la resurrección. Siempre vemos el sufrimiento de Jesucristo, su dolor, su problema, su agonía.
No hay nada malo en poder vivir una vida agradecida de ese alguien que sufrió por mí tomando mi lugar. No debemos ocultar el hecho de que Cristo experimentó en carne lo que tú y yo deberíamos estar experimentando en su lugar.
Al mismo tiempo, si nos quedamos con el mensaje hasta el lugar de la cruz, lo que Él vivió no tendría verdadero valor. El verdadero valor del sufrimiento y la muerte de Jesucristo está en el momento de su resurrección.
Si dejamos el mensaje a la mitad, nos podemos convertir en religiosos que pensamos que la vida del creyente únicamente está hecha para sufrir. La persona que no entiende el poder de resurrección únicamente se identifica con Cristo en su agonía. Y por eso es que tenemos cristianos y creyentes que buscan identificarse en el dolor, en la angustia, en la agonía, en el problema, sufrimiento y amargura.
Por eso, en muchos lugares, el énfasis es en la sanidad interior, pero eso es solo la mitad del mensaje. Tiene que haber un momento donde entiendas que la cruz no fue el final, sino que verdaderamente el poder está en la resurrección. Lo que sucedió en aquella cruz cobra significado porque, cuando Él salió de la cruz, aunque herido y muerto, se levantó una persona totalmente diferente a la que había ido en aquella cruz.
Dios quiere que entiendas que tu sufrimiento tiene final y que, de ese lugar de sufrimiento, Dios te ha llamado a vivir la vida de un resucitado.
El mensaje de “carga tu cruz y sigue a Cristo” suena bien espiritual, suena bonito, porque pensamos que, para todo lo bueno de la vida, tenemos que sufrir, sudar y vivir en agonía. Eso es tan solo la mitad de la historia porque, aunque sí tendrás problemas, tu sufrimiento nunca terminará en la cruz. Después del sufrimiento, hay una nueva vida más allá que tienes que experimentar.
Todo límite que ha querido detenerte, todo lo que ha dejado tu historia a la mitad se cancela y se mueve por el poder del Espíritu Santo, y tú saldrás con una nueva vida.
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