jueves, 10 de abril de 2014

Definir a tu familia

Una de las preguntas más grandes que se hace el hombre en su vida es: ¿Quién soy yo? Esta pregunta se supone la contesten nuestros padres; ellos son los que forman la imagen de Dios en nosotros.
Es triste que el hombre pase toda la vida sin saber quién es, por causa de su familia. ¿Por qué hay tanta gente buscando quiénes son toda la vida? Porque nadie ha definido su identidad, conforme a la imagen de Dios y a lo que él ha dicho que deben hacer y alcanzar. Para saber quién eres, alguien debe enseñártelo.
En Génesis 27:30-32, Esaú fue a buscar la bendición que su padre ya le había dado, por engaño, a Jacob. En ese momento, Isaac le pregunta a Esaú: ¿Quién Eres? Imagina su frustración; debe ser doloroso para un joven que su padre le pregunte: ¿Quién eres tú?
En el verso 34, dice: Cuando Esaú oyó las palabras de su padre, clamó con una muy grande y muy amarga exclamación, y le dijo: Bendíceme también a mí, padre mío.
Todo el que está perdido hoy día, clama de la misma manera: Bendíceme a mí también.  El que está perdido, en amargura, en depresión, en tristeza pide bendición porque no hay alguien que sepa quién es.  Pide bendición por que no existe alguien que le dé una palabra de bendición, para  finalmente  dejar de compensar y tratar de comprar lo que es, simplemente porque no se conoce.
El problema que existe en la familia, con los hijos, los solteros, los casados, los viudos, los divorciados, no importa en la relación que se encuentre, es uno de definición de identidad.
La batalla que hay alrededor del mundo es para cambiar la imagen de Dios en nosotros. El mundo quiere influenciar en nuestros hijos a través de los amigos que quieren moldear sus ideas, cuando tú tienes una idea clara de lo que Dios quiere para ellos. Una esposa se deja convencer por amigas, por familiares, por amistades y comienza a cambiar la percepción de su esposo sin darse cuenta, por lo que otros dicen. Lo mismo sucede con los esposos.
La gente comienza a ser influenciada bajo las imágenes incorrectas. Vemos que la televisión comienza a definir lo que es una familia moderna y las cosas que deberían aceptarse como común, como normal, en el día de hoy. Lo que es normal para otros no quiere decir que sea normal o aceptable para ti. Tiene que haber gente que se pare firme en su casa, que entienda lo que Dios quiere hacer en su vida y que pueda transmitirlo correctamente a toda su familia.
Tú eres la que debería estar diciéndole a tu esposo lo grande que es aunque sea un vago, porque si no lo dices tú alguien más lo hará. No hace falta tener un cuerpo bonito, ni mucho dinero para ganarse el corazón de alguien. Para ganarse el corazón de alguien solo se necesitan las palabras correctas de la persona incorrecta, porque está detrás de algo que no le pertenece.
Entiende que, si no les dices a tus hijos cuánto los amas, quiénes son ellos para Dios y para ti, alguien se va a encargar de decírselo y esa es la imagen que va a permanecer en el corazón. Entiende que nadie debe definir a los tuyos; solo tú puedes hacerlo. Tus palabras deben ser utilizadas para definir a tu familia.

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