Mateo 27:51 dice: Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron.
Hay cosas que son piedras que se han puesto en nuestras vidas y en nuestros pensamientos que no permiten vivir la vida que Dios quiere que vivamos: Una vida de un resucitado con poder y victoria, que nada ni nadie podrá detener para vivir al máximo.
Una de las piedras es el pensamiento de separación de Dios. No hay un sentimiento mas difícil que aquel de vivir separado, alejado. El pensamiento que inunda a un hombre con estos pensamientos es de soledad.
La biblia dice que Dios se hizo hombre para caminar entre nosotros. Si Dios, para identificarse con nosotros a través de Jesús, sufrió los dolores de cada uno de nosotros, y él es el último Adán, podríamos pensar que, cuando Dios forma al primer Adán, Dios estaba haciéndose carne en el primer Adán. Y esto, porque Dios quería experimentar en el primer Adán, algo que él, como Dios, no podía experimentar.
Dios no conoce las cosas por experiencia, él simplemente las conoce. Hay cosas en tu vida que las conoces, y otras las conoces por las experiencias. Una cosa es conocer algo y no experimentarlo. Puedes conocer de un país, estudiar del mismo y ver fotos, pero no es lo mismo, si no tienes la experiencia de visitarlo. Dios no podía experimentar la tierra que él conocía, si no era a través del hombre. Así como los ángeles que conocen del gozo de la salvación, pero ellos no lo han experimentado como tú y yo lo hemos experimentado.
Experiencia y conocimiento son cosas poderosas. Una vez tu experimentas algo, nadie te puede convencer de lo contrario. Una cosa es conocer a Dios, y otra es vivirlo porque, cuando alguien trata de convencerte de lo contrario, es difícil porque ahora lo has vivido y lo has experimentado en tu interior. Muchos conocen a Dios, pero otros lo conocen y lo han experimentado.
Cuando Dios crea al primer Adán es porque Dios quiere tener una experiencia que no podía vivir. Dios no podía experimentar el sentir un abrazo, si Adán no lo abrazaba. Dios conocía el tener hijos, pero no podía experimentarlo hasta tener a Adán.
Cuando el hombre peca, lamentablemente se crea una pared de separación. Ya Dios no puede experimentar a través de Adán lo que quería experimentar. Entonces, se mete Dios en Cristo para vivir lo que el hombre vive, y abrir el camino a nosotros para tener la experiencia del primer Adán. Ahora Dios, a través de nosotros, puede experimentar.
Por esto es que ninguno podemos ir delante de él a decirle: Dios, lo que pasa es que tú no sabes por lo que estoy pasando. Dios te dice: Sí sé por lo que estás pasando, por eso bástate mi gracia porque mi poder se perfecciona en tus debilidades.
Lo curioso es que, a través de la historia, el hombre, por causa de su condición, buscó maneras de experimentar a Dios, mientras Dios lo que buscaba era experimentar al hombre para eternamente mantenernos unidos. Cuando Jesucristo muere y resucita, lo primero que ocurre es aquello que separaba al hombre de una experiencia personal con Dios es eliminado. Aquello que separaba a Dios de tener un encuentro personal con nosotros se rompió, se quitó. Antes, para que pudieras experimentar a Dios y Dios acercarse a ti, había que pasar por los atrios, luego el lugar santo y el lugar santísimo. Ahora, podemos ir directamente al Dios Todopoderoso.
Un resucitado es aquel que sabe que no hay separación entre Dios y los hombres, sino que Dios puede ser experimentado y que Dios quiere experimentar lo que yo estoy viviendo. Dios puede ser vivido, no tan solo creído y sentido, sino experimentado. Que pueda haber convicción en tu corazón que aquello que no te permitía entrar y relacionarte con Él, ha sido quitado.
Párate frente de la presencia de Dios para vivir como nunca antes has vivido. Aquello que te separaba de Dios, fue quitado hace dos mil años atrás.
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