Mucha gente no quiere tener éxito porque temen ser tentados para fallarle a Dios. Por eso es importante que cuides tu corazón. Pero en tu éxito, tú puedes honrar a tu Dios. Con tu éxito y el corazón correcto, el único que va a recibir la gloria y la honra es Dios.
Tenemos que vencer el miedo a prosperar, a dar un paso más, a que Dios nos use con su poder. El miedo de mucha gente es que si su corazón se daña, pierden lo que tienen. Y, si tu corazón se daña, lo más grande que perdiste fue precisamente tu corazón.
La palabra del Señor establece, en Juan 15, que Dios quiere que tú lleves fruto. Él quiere que tú seas prosperado, que tú seas sano, que seas un testimonio para su gloria y honra. Pero, muchas veces, las personas excusan sus temores, diciendo que todo lo que importa es que ellos tengan el corazón correcto.
Dios quiere que tú tengas el corazón correcto, y también está buscando unos cuantos atrevidos que quieran exhibir la gloria, la bendición, y la prosperidad de Dios en el mundo. Y a esos atrevidos, Dios les dice que lleven fruto, y que su fruto va a permanecer.
Deja el miedo al fracaso. Cuida tu corazón; entra por la puerta que Dios abre delante de ti, y él va a desatar sobre tu vida su favor, su gracia, su poder.
Dice la palabra que llevarás fruto, y que tu fruto va a permanecer. Hay personas que tienen un solo hijo, por temor a tener más y que se le pierdan en el mundo. Pero tú puedes tener dos, tres, cuatro hijos, porque el mismo Dios que te cuida uno, te cuida dos, te cuida tres, te cuida cinco.
Los cristianos no vivimos bajo las estadísticas del mundo. Uno de cada tantos hijos no se tiene que perder. Dios los va a cuidar a todos. Los cristianos no vivimos las estadísticas del mundo que dicen que el noventa y ocho por ciento de los negocios se pierde en los primeros diez años. Dios te saca de las estadísticas, cambia los números para ti, abre las puertas sobre tu vida, te conecta con quien tiene que conectarte, porque Dios está buscando gente de corazón correcto que puedan darle su gloria y honra.
¿Cómo Dios mide nuestro éxito? Dios no mide el éxito basado en nuestras circunstancias, o basado en la aprobación de otros, o por los logros que hayas alcanzado, o en comparación con otros, sino que nuestro éxito en realidad se mide en comparación a nuestro propio propósito.
El capítulo 1 del libro de Salmos nos da dos claves de las personas que tienen éxito para con Dios. Ya sabemos que tenemos que tener el corazón correcto, pero hay dos cosas importantes que debemos procurar a la vez que tenemos ese deseo de exhibir el éxito que Dios tiene para nosotros.
¿Quién es el bienaventurado? El que está plantado. El que está firme, el que está fijo, el que está fuerte.
Jacob le dio una túnica a su hijo José, y se la quitaron. Luego, Potifar le dio una túnica, que también le quitaron, y bien deshonrosamente. Pero, cuando estuvo al lado del Faraón, Dios le dio una túnica que tenía dos características que la hacían diferente. Aquella túnica era visible. Todo el mundo ya sabía quién era José. Y esta túnica nadie se la pudo quitar.
Nadie se la pudo quitar, y todo el mundo la vio, porque José era como dice el Salmo 1, un varón que no anduvo en camino de pecadores, no tomó consejo de la gente incorrecta, no se sentó ni permaneció nunca en los lugares incorrectos, porque él estaba plantado – bien plantado – con el Dios al que le había creído. Por eso, aunque tenía y se lo quitaban, y volvía a tener y le volvían a quitar, siempre fue de mejor en mejor, y tuvo finalmente algo que nadie le pudo quitar, y que fue exhibido a todo el mundo.
Pero para eso, hay que estar plantado en el lugar correcto.
La segunda clave de una persona exitosa ente Dios es el lugar donde está plantada: junto a corrientes de aguas. ¿Tú quieres exhibir éxito para con Dios? ¿Quieres ser un agente de transformación? Cuida tu corazón, plántate en el lugar correcto, y mantente al lado de las corrientes de aguas, que no es otra cosa que la palabra de Dios.
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