jueves, 27 de marzo de 2014
Cantar de cantares 7:6
Que el marido cumpla su deber para con su mujer e igualmente la mujer lo cumpla con el marido. (1 Corintios 7:3)
Algunas personas creen que la Biblia no tiene nada bueno para decir con respecto al sexo, como si lo único que le importara a Dios fuera decirnos cuándo no practicarlo y con quién no practicarlo. Sin embargo, en realidad, la Biblia tiene mucho para decir con respecto al sexo y a la bendición que puede ser tanto para el esposo como para la esposa. Aún sus límites y restricciones son las maneras en las que Dios mantiene nuestras experiencias sexuales en un nivel que va mucho más allá del que aparece en la televisión o en las películas. En el matrimonio cristiano, el romance debe prosperar y florecer. Después de todo, fue creado por Dios. Todo es parte de celebrar lo que Dios nos ha dado, al transformarnos en uno con nuestro cónyuge mientras a la vez buscamos la pureza y la santidad. Él se deleita en nosotros cuando esto sucede. Por ejemplo, el Cantar de los Cantares, aunque a veces se malinterpreta como nada más que una alegoría sobre la pasión de Dios por su pueblo, es en realidad una hermosa historia de amor. Describe los actos sexuales entre un esposo y una esposa con detalles poéticos, mostrando cómo responden el uno al otro. Expresa cómo la sinceridad y la comprensión en las cuestiones sexuales llevan a una vida de amor seguro juntos. Es verdad que el sexo es solo un aspecto del matrimonio. Sin embargo, con el tiempo, es probable que uno de ustedes valore su importancia más que el otro. Entonces, la naturaleza de la unidad matrimonial entre ambos se verá amenazada y en peligro. Una vez más, el fundamento bíblico del matrimonio se expresó originalmente en la creación de Adán y Eva. Ella fue creada para ser "una ayuda idónea" para él (Génesis 2:18). La unidad de su relación y de sus cuerpos físicos era tan fuerte, que se dijo que se transformaron en "una sola carne" (Génesis 2:24). Esta misma unidad es el distintivo de todo matrimonio. En el acto del romance, unimos nuestros corazones en una expresión de amor que no puede ser igualada por ninguna otra forma de comunicación. Por eso, el lecho matrimonial debe ser "sin mancilla" (Hebreos 13:4) - No debemos compartir esta misma experiencia con nadie más. Sin embargo, somos débiles. Y cuando no se satisface esta necesidad legítima (cuando se la trata como algo egoísta y exigente de parte del otro) nuestro corazón queda expuesto a ser atraído fuera del matrimonio, con la tentación de satisfacer este anhelo en otra parte, de alguna otra manera. Para contrarrestar esta tendencia, Dios estableció el matrimonio con una mentalidad de "una sola carne". "La mujer no tiene autoridad sobre su propio cuerpo, sino el marido. Y asimismo el marido no tiene autoridad sobre su propio cuerpo, sino la mujer" (1 Corintios 7:4). El sexo no debe usarse para negociar. No es algo que Dios nos permita retener sin consecuencia. Aunque sin duda puede abusarse de este marco diseñado por Dios, el matrimonio se trata de entregarnos mutuamente para satisfacer las necesidades del otro. El sexo es una oportunidad que Dios nos da para hacer esto. Así que "no os privéis el uno del otro -advierte la Biblia- excepto de común acuerdo y por cierto tiempo, para dedicaros a la oración; volved después a juntaros a fin de que Satanás no os tiente por causa de vuestra falta de dominio propio" (1 Corintios 7:5).
Eres la única persona llamada y designada por Dios para satisfacer las necesidades sexuales de tu cónyuge. Si permites que se cree una distancia entre ustedes en este ámbito, que se pierda el entusiasmo, estás tomando algo que le pertenece a tu cónyuge por derecho (y en forma exclusiva). Si le dejas saber a tu pareja (por medio de palabras, acciones o inactividad) que el sexo depende exclusivamente de tu deseo, le quitas el honor y el afecto que han sido establecidos según un mandato bíblico. No respetas la unidad de "una sola carne" del matrimonio. Así que, más allá de que te identifiques del lado del que sufre la privación o de quien la provoca, debes saber que el plan de Dios para ti es llegar a un acuerdo; pero también debes saber que no lograrás llegar a este punto con resentimientos, peleas ni exigencias. El amor es la única manera de restablecer la unión de afecto entre ustedes. Todas las cuestiones que este libro supone (la paciencia, la amabilidad, el desinterés, la consideración, la protección, el honor, el perdón) cumplirán un rol en la renovación de tu intimidad sexual. Cuando el amor de Cristo es el fundamento de tu matrimonio, la intensidad de la amistad y de la relación sexual entre ustedes puede disfrutarse a un nivel que este mundo no conoce. Dios ha declarado: "Por precio habéis sido comprados" (1 Corintios 6:20). Puso los ojos en ti e hizo todo lo posible para atraerte y para que lo desearas. Ahora es tu turno de pagar el precio de amor para ganar el corazón de tu cónyuge. Cuando lo hagas, disfrutarás del puro deleite que fluye cuando el sexo se practica por las razones adecuadas. Y como si fuera poco, también tendrás la oportunidad de glorificar a Dios en tu cuerpo (1 Corintios 6:20). ¡Qué hermoso!
El desafío de hoy
Si es posible, intenta hoy iniciar la relación sexual con tu cónyuge. Hazlo de una manera que honre lo que tu cónyuge te haya dicho (o te haya dado a entender) con respecto a lo que necesita de ti en el área sexual. Pídele a Dios que los dos puedan disfrutarlo y que se transforme en un camino hacia una mayor intimidad.
. ¿Fue una experiencia satisfactoria para ti? Si no salió como esperabas, ¿qué crees que complica la situación? ¿Has puesto esta cuestión en oración? Si fue una verdadera bendición para ambos, ¿qué puedes aprender de esto para el futuro?
¡Qué hermosa y qué encantadora eres, amor mío! (Cantar de los Cantares 7:6)
jueves, 20 de marzo de 2014
Lugar correcto
Mucha gente no quiere tener éxito porque temen ser tentados para fallarle a Dios. Por eso es importante que cuides tu corazón. Pero en tu éxito, tú puedes honrar a tu Dios. Con tu éxito y el corazón correcto, el único que va a recibir la gloria y la honra es Dios.
Tenemos que vencer el miedo a prosperar, a dar un paso más, a que Dios nos use con su poder. El miedo de mucha gente es que si su corazón se daña, pierden lo que tienen. Y, si tu corazón se daña, lo más grande que perdiste fue precisamente tu corazón.
La palabra del Señor establece, en Juan 15, que Dios quiere que tú lleves fruto. Él quiere que tú seas prosperado, que tú seas sano, que seas un testimonio para su gloria y honra. Pero, muchas veces, las personas excusan sus temores, diciendo que todo lo que importa es que ellos tengan el corazón correcto.
Dios quiere que tú tengas el corazón correcto, y también está buscando unos cuantos atrevidos que quieran exhibir la gloria, la bendición, y la prosperidad de Dios en el mundo. Y a esos atrevidos, Dios les dice que lleven fruto, y que su fruto va a permanecer.
Deja el miedo al fracaso. Cuida tu corazón; entra por la puerta que Dios abre delante de ti, y él va a desatar sobre tu vida su favor, su gracia, su poder.
Dice la palabra que llevarás fruto, y que tu fruto va a permanecer. Hay personas que tienen un solo hijo, por temor a tener más y que se le pierdan en el mundo. Pero tú puedes tener dos, tres, cuatro hijos, porque el mismo Dios que te cuida uno, te cuida dos, te cuida tres, te cuida cinco.
Los cristianos no vivimos bajo las estadísticas del mundo. Uno de cada tantos hijos no se tiene que perder. Dios los va a cuidar a todos. Los cristianos no vivimos las estadísticas del mundo que dicen que el noventa y ocho por ciento de los negocios se pierde en los primeros diez años. Dios te saca de las estadísticas, cambia los números para ti, abre las puertas sobre tu vida, te conecta con quien tiene que conectarte, porque Dios está buscando gente de corazón correcto que puedan darle su gloria y honra.
¿Cómo Dios mide nuestro éxito? Dios no mide el éxito basado en nuestras circunstancias, o basado en la aprobación de otros, o por los logros que hayas alcanzado, o en comparación con otros, sino que nuestro éxito en realidad se mide en comparación a nuestro propio propósito.
El capítulo 1 del libro de Salmos nos da dos claves de las personas que tienen éxito para con Dios. Ya sabemos que tenemos que tener el corazón correcto, pero hay dos cosas importantes que debemos procurar a la vez que tenemos ese deseo de exhibir el éxito que Dios tiene para nosotros.
¿Quién es el bienaventurado? El que está plantado. El que está firme, el que está fijo, el que está fuerte.
Jacob le dio una túnica a su hijo José, y se la quitaron. Luego, Potifar le dio una túnica, que también le quitaron, y bien deshonrosamente. Pero, cuando estuvo al lado del Faraón, Dios le dio una túnica que tenía dos características que la hacían diferente. Aquella túnica era visible. Todo el mundo ya sabía quién era José. Y esta túnica nadie se la pudo quitar.
Nadie se la pudo quitar, y todo el mundo la vio, porque José era como dice el Salmo 1, un varón que no anduvo en camino de pecadores, no tomó consejo de la gente incorrecta, no se sentó ni permaneció nunca en los lugares incorrectos, porque él estaba plantado – bien plantado – con el Dios al que le había creído. Por eso, aunque tenía y se lo quitaban, y volvía a tener y le volvían a quitar, siempre fue de mejor en mejor, y tuvo finalmente algo que nadie le pudo quitar, y que fue exhibido a todo el mundo.
Pero para eso, hay que estar plantado en el lugar correcto.
La segunda clave de una persona exitosa ente Dios es el lugar donde está plantada: junto a corrientes de aguas. ¿Tú quieres exhibir éxito para con Dios? ¿Quieres ser un agente de transformación? Cuida tu corazón, plántate en el lugar correcto, y mantente al lado de las corrientes de aguas, que no es otra cosa que la palabra de Dios.
martes, 18 de marzo de 2014
Hombre conforme el corazón de Dios
A través de la historia, el ataque del enemigo ha sido hacia el hombre, atándolo desde su niñez con el concepto erróneo de lo que es ser hombre. Por ejemplo: los hombres no lloran; no deben tener amistades serias; no deben mostrar sus emociones a sus hijos y familiares; ir a la iglesia y adorar a Dios no es de hombre; deben ser fuertes y no vulnerables; el hombre es el único proveedor del hogar, etc.
¿El hombre debe proveer? Sí, pero el hombre, delante de los ojos de Dios, es más que un cheque. Un hombre no debe ser reducido a un número salarial. Un hombre es la imagen de Dios aquí en la tierra y lo primero que los hombres deben entender es que ningún sistema debe menospreciarte porque no puedas proveer más de lo que puedes. Es verdad que hay que luchar y levantarse temprano para trabajar, pero, de no poder hacer mucho más, no te sientas mal. Sigue trabajando y creyéndole a Dios. Eres la imagen de Dios para tus hijos.
“¿Dónde estás Adán? ¿Quién te enseñó?” Cuando Dios llegó al huerto, no buscó a la mujer, sino al hombre. Desde el principio, el hombre está perdido en el propósito de Dios para su vida. Y miles de años después Dios continúa haciendo la misma pregunta: ¿Dónde estás Pedro, Roberto, Juan, José, Jorge, Luis, Edwin?
Cuando Dios encuentra al hombre, le hace la otra pregunta ¿Quién te enseñó? ¿Quién te enseñó que ser hombre es: pegarle a la mujer, ver pornografía, no amar como debe ser? ¿Quién te enseñó a huir y esconderte? ¿Quién te enseñó a no aceptar tus errores y echarle la culpa a la mujer? Es difícil encontrar un hombre que cometa un error y acepte sus errores. Por lo general, el hombre busca a quién echarle la culpa de sus malas acciones.
Cuando entiendas quién te enseñó, te darás cuenta que estás repitiendo los errores de alguien que no es tu Padre Celestial. Es entonces cuando podrás comenzar a corregir tu vida y arreglar las cosas. Es necesario entender que Dios ha querido posicionarte en el lugar correcto. Dios te ve como el mundo te ha visto, pero, cuando el mundo vio tu potencial, te quiso limitar. Te ha limitado por el abuso, por el maltrato en tu niñez, por la droga o por el alcohol. Ese potencial en tu interior fue dañado por el enemigo que te expuso a algo o alguien que limitó el potencial. El enemigo conoce el potencial en tu vida desde tu niñez, por eso quiere limitarlo con mentes lastimadas, mentes confundidas.
Desde que eras niño, Dios siempre te ha visto como un hombre. En Hechos 13, Dios dice: Quitado Saúl me he encontrado a un hombre conforme a mi corazón. Cuando Dios envía al profeta a la casa del padre de David, Dios buscó a un hombre. Nadie podía ver en el niño David el potencial de Rey. Cuando fue ungido, ya Dios lo veía como un hombre rey.
Hombre, mírate como Dios te ve. Y, si eres mujer, mira a tu esposo como Dios lo ve. Míralo como un hombre, míralo como un rey. Cuando lo veas débil y querer rendirse, no le reclames. Háblale, mirándole a los ojos, y dile: Tú puedes; lo vas alcanzar; me pongo de acuerdo contigo creyendo. Declárale cómo Dios lo ve.
Reflexión
Después de haber estado casada solamente por un año y medio, he llegado a la conclusión de que el matrimonio no es para mí.
Conocí a mi esposo en la escuela secundaria cuando teníamos 15 años. Fuimos amigos durante diez años, hasta que decidimos que ya no queríamos ser sólo amigos. Recomiendo ampliamente que los mejores amigos se enamoren. Vendrán muchos buenos ratos de una relación así.
Sin embargo, enamorarme de mi mejor amigo no impidió que tuviera ciertos temores y ansiedades sobre el matrimonio. Entre más se acercaba el momento de decidir si nos deberíamos casar, más me llenaba de un miedo paralizante. ¿Estaba preparada? ¿Estaba tomando la decisión correcta? ¿Era Melvin la persona más adecuada para aceptarlo como esposo? ¿Podría el hacerme feliz?
Entonces, en una noche que cambió mi destino, le conté estos pensamientos y preocupaciones a mi papá. Cada uno de nosotros tenemos momentos en nuestras vidas en que sentimos como si el tiempo se detuviera y todo a nuestro alrededor se acomodara perfectamente para marcar ese suceso especial que nunca olvidaremos.
Cuando mi padre respondió a mis inquietudes, fue uno de esos momentos para mí. Con una sonrisa en su rostro, dijo: "Wendy, estás siendo totalmente egoísta. Así que voy a hacer esto realmente simple: el matrimonio no es para ti. No te casas para que te hagan feliz, te casas para hacer feliz a alguien más. Más que eso, tu matrimonio no es para ti, te casas para beneficiar a tu familia. No hablo de los suegros y familiares, sino de tus futuros hijos. ¿A quién quieres a tu lado para que te ayude a criarlos? ¿Quién quieres que sea una influencia diaria en ellos? El matrimonio no es para ti. No se trata de ti. Se trata de la persona con quien te casas."
Fue en ese momento en el que supe que Melvin era la persona con quien quería casarme. Me di cuenta de que quería hacerlo feliz a el, ver su sonrisa cada día, y hacerlo reír todos los días. Yo quería ser parte de su familia, y mi familia quería que el fuera parte de la nuestra. Y al recordar todas las veces que lo había visto jugar con mis sobrinos, supe que el era la persona con quien quería construir nuestra propia familia.
El consejo de mi padre era a la vez sorprendente y revelador. Iba en contra de la actual "filosofía de Wal-Mart", que es: "si no te hace feliz, puedes regresarlo y llevarte otro nuevo". La realidad no es así, un matrimonio verdadero (y el amor verdadero) no se trata de ti. Se trata de la persona que amas: sus deseos, sus necesidades, sus esperanzas y sus sueños. El Egoísmo siempre exige: "¿Qué gano yo?" Mientras que el Amor dice: "¿Qué más puedo dar?"
Hace algún tiempo, mi esposo me mostró lo que significa amar desinteresadamente. Durante muchos meses, mi corazón se había endurecido con una mezcla de miedo y resentimiento. Cuando la presión había aumentado a un punto en donde ninguno de los dos podía soportarlo más, las emociones estallaron. Tristemente fui insensible y egoísta con el.
Pero en lugar de responder con más egoísmo, Melvin hizo algo más que maravilloso, el demostró un acto humilde de amor puro. Dejando de lado todo el dolor y sufrimiento que yo le había causado, amorosamente me tomó entre sus brazos y reconfortó mi alma.
Me di cuenta de que me había olvidado del consejo de mi padre. Mientras que el objetivo de Melvin en el matrimonio había sido darme amor, mi contribución había sido solo pensar en mí. El darme cuenta de lo terrible que fui, me hizo llorar, y en ese momento le prometí a mi esposo que iba a tratar de ser mejor.
Para todos los que están leyendo este artículo ya seas —casada, comprometida, soltera, o incluso si has jurado nunca casarte— Quiero que sepas que el matrimonio no es para ti. Ninguna relación verdadera basada en amor se trata ti. El amor siempre se trata de la persona que amas.
Y, paradójicamente, entre más amas a esa persona, más es el amor que recibes. Y no solo de tu pareja, sino también de sus amigos, su familia y las miles de personas que nunca hubieras conocido si el amor que puedes brindar hubiera permanecido centrado solo en ti mismo.
En verdad, el amor en el matrimonio no es para ti. Es para otros
lunes, 17 de marzo de 2014
Es triste
Es triste que, por nuestra aparente madurez en el evangelio, perdamos de vista la verdad de lo que hizo Cristo en la cruz del Calvario y nos olvidemos de que toda nuestra vida gira específicamente alrededor de ese sacrificio.
En nuestras iglesias, más a menudo nos hace falta recordar lo que representa para nosotros la muerte y la resurrección de Cristo, lo que representa ese sacrificio. Si Jesús no hubiese muerto en la cruz del calvario y resucitado al tercer día, nada de lo que hacemos tendría valor, sentido, ni poder.
En los próximos, días celebraremos y recordaremos el más grande evento que ha cambiado la historia de la humanidad y la de todo aquel que ha creído en lo que Cristo hizo por nosotros. Ese evento es importante, no tan solo por la trascendencia espiritual que tiene hacia la promesa de la vida eterna en el más allá, sino que nos permite comenzar a vivir y experimentar la vida eterna aquí en la tierra, al momento de darnos cuenta del poder detrás de aceptar ese sacrificio.
Cuando ponemos nuestros ojos en Jesús, que entregó su vida por ti y por mí, nos corresponde a nosotros levantar las manos caídas. Lo que Cristo hizo por nosotros en la cruz del Calvario debe darte la esperanza para sacar esas rodillas paralizadas, que no te permiten moverte hacia adelante por causa de miedos, para que tú y yo hagamos sendas derechas para nuestros pies.
Tiene que llegar un momento en tu vida donde dejes de tropezar y caer en la misma piedra.
Hay muchos versos donde Dios promete levantar tus manos, darte pies como los de sierva y en las alturas llevarte a andar, pero cuando ponemos la mirada en lo que Jesús hizo, la responsabilidad de levantar las manos caídas es nuestra, la responsabilidad de caminar es de nosotros, la responsabilidad de enderezar lo torcido nos pertenece a ti y a mí.
Cuando entendemos lo que Jesús hizo en la cruz del Calvario, es cuando el hombre comienza a empoderar su vida, no tan solo para el futuro en el más allá, sino para aquí en la tierra. No estarías paralizado en tristeza y amargura, si realmente entendieras el sacrificio de Cristo.
Lamentablemente, nos convertimos en cristianos profesionales, que sabemos de tanta teología, tanto griego, tantas palabras nuevas y conceptos interesantes. Está bien que estudiemos, pero nunca sin perder de perspectiva que lo que cambio tu vida no fue el griego ni el hebreo, ni una palabra mágica que aprendiste. Lo que cambio tu vida fue que un día pusiste tu mirada en Aquel que murió en la cruz del Calvario, el que entregó su vida por ti y tomó tu lugar.
A veces, en la iglesia celebramos muchísimas otras cosas menos eso, y quitamos la mirada de Aquel que tomó nuestro lugar. Cuando mantenemos la mirada en el verdadero significado de su sacrificio, empoderamos nuestra vida para transformar y cambiar, para vivir la vida como debemos vivirla, para tener el éxito que debemos tener y alcanzar el destino que Dios tiene para cada uno de nosotros.
Algo nuevo
Cuando vemos la historia de Noé, vemos que, antes de salir del arca, Noé envió una paloma que regresó con una rama de un árbol de olivo. La pregunta es: ¿No destruyó Dios todo? ¿De dónde salió el árbol de olivo?
No fue que Dios destruyera todo. Dios estaba haciendo algo nuevo. Él sacó lo viejo, pero había algo nuevo.
Viene una nueva temporada que no se va a parecer a ninguna otra. Cuando salgas del arca, no va a estar la misma gente que te ha criticado, los que te han acusado, los que han estado detrás de ti diciéndote que no lo vas a poder hacer. Dios va a cumplir su palabra sobre tu vida. Dios va a cumplir su palabra sobre ti. Verás una nueva obra, algo nuevo para tu casa, para los tuyos. La puerta se abre.
Deja de estar nadando y comienza a caminar en tierra firme. Se abre una puerta nueva para algo nuevo para tu vida.
Verás la manifestación de toda palabra que Dios te ha dado. Viene un cambio en tu relación con Dios, en tu mente, en tus emociones, en tus finanzas, en tu propósito y en tu familia. Desde el cielo, Dios está dando la orden. Sal, porque Dios va a hacer algo nuevo contigo.
Lo curioso es que el árbol de olivo es de los árboles más pequeños que aparecen en la biblia. Así que, lo que Dios está diciendo es: Desde lo más bajo, yo voy a hacer cosas nuevas y poderosas contigo.
Dios no estaba destruyendo la tierra. Él lo que estaba haciendo era algo nuevo.
Toda esa incertidumbre que tú has tenido, todo ese vaivén que ha tenido tu familia, es porque Dios está haciendo que un árbol de olivo salga, diciéndote: Viene algo nuevo para ti. Tienes que creerlo.
Quizás no sabemos qué es lo que Dios va a hacer, pero viene algo nuevo, una nueva temporada, nuevos lugares. Algo grande Dios va a hacer, que no se parece a lo que era en el pasado. No vas a tener que caminar nunca más en incertidumbre. Se acaba la incertidumbre. Dios no se ha olvidado de ti. Dios está trabajando en lo que él te dijo que él iba a hacer.
Si no oyes a Dios, recuerda lo que él ya te dijo. Si tu hijo está perdido, recuerda lo que él te dijo: Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo tú y tu casa. La única forma de no volverte loco en un arca, es recordar lo que Dios dijo que iba a hacer contigo. Cuando te levantes de madrugada, a caminar de un lado a otro, lo que tienes que recordar es que Dios lo dijo. Dios dijo que te daría algo nuevo.
jueves, 13 de marzo de 2014
Propósito
El verdadero ataque del enemigo en contra de la mujer nunca ha sido contra la vida de la mujer, sino contra su potencial. El enemigo sabe que si una mujer desarrolla su potencial, los hijos salen hacia adelante, el matrimonio está a salvo, la familia está guardada.
En Génesis 3, vemos que Dios dijo que pondría enemistad entre la serpiente y la mujer, y entre sus simientes. La mujer la heriría en la cabeza, y la serpiente en el calcañar.
De la mujer iba a salir Aquel que vencería al enemigo, Aquel que le aplastaría la cabeza. Por eso, el enemigo trató de detener el potencial de la mujer. Porque en una mujer está el potencial de dar a luz aquello que te hace libre, que te liberta, que trae bendición. No podemos tomar por poco lo que Dios ha depositado en nosotras.
Cuando vamos al Génesis, vemos que Dios le dio autoridad a Adán sobre toda la creación. Le dio autoridad sobre los animales; fue Adán quien les puso nombre a todos los animales que hay sobre la faz de la tierra. Dios le dio autoridad incluso sobre la tierra misma. Pero todo esto pasó antes de que la mujer fuera creada, porque Dios nunca le dio al hombre la autoridad sobre la mujer.
Si bien es cierto que Dios dijo también a la mujer que su marido se enseñorearía de ella, no es menos cierto que el señorío de hombre sobre la mujer es consecuencia de la maldición.
Cuando el hombre pecó, se desalineó su relación con Dios, y por ende todas sus relaciones. Se desalineó su relación con los animales, su relación con la tierra. Ahora cosecharía de la tierra cardos y espinos, con el sudor de su frente. Y el hombre se desalineó también en su relación con la mujer. El producto del pecado fue un desbalance.
Todo se salió del lugar donde debía estar, y una de las cosas que se salió de orden fue la posición de la mujer. Ahora, igual que Dios nunca le dio autoridad al hombre sobre la mujer, Dios nunca le dio autoridad a la mujer sobre el hombre. Dios le dijo que fuera ayuda idónea. La labor de una mujer es siempre contribuir. Y, cuando una mujer no está contribuyendo, no está siendo de bendición, de ayuda, sino que está siendo piedra de tropiezo, si hay alguna Dalila que lo que hace es sacar los ojos, es una mujer que está desalineada.
El propósito de Dios sobre la mujer es ser bendición, ayudar, contribuir.
En la creación, Dios vio que los cielos eran buenos, que la tierra era buena, que las lumbreras eran buenas, que los animales eran buenos, que las aves eran buenas, que los peces eran buenos, que la separación de las aguas eran buenas, que el día era bueno, que la noche era buena, que el hombre lo había hecho bueno, pero lo único que vio que no estaba bien era que el hombre estuviera solo, y puso algo que llenó ese vacío.
Adán tenía una relación perfecta con Dios y, aún así se sentía solo. Cuando Dios buscó ayuda idónea, no buscó ayuda idónea solo para Adán; Dios buscó ayuda idónea para sí mismo, porque fue con la mujer que él pudo resolver lo único que no le salió bien en la creación, que fue que el hombre estuviera solo.
Una mujer que entiende su propósito, no solamente es ayuda para su familia, es ayuda también para su Dios.
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