domingo, 19 de enero de 2020

Arraigada

El Señor afirma los pasos del hombre cuando le agrada su modo de vivir; podrá tropezar, pero no caerá, porque el Señor lo sostiene de la mano. Salmos 37:23-24

Las mujeres de hoy, como en cada generación anterior, deben demostrar una habilidad inmensurable para permanecer fuertes y lograr sobrevivir. Nuestras experiencias vitales son una mezcla sorprendente de belleza y tragedia, y solo hay una cosa que podemos hacer al respecto. Debemos ser fuertes y encontrar nuestra fuerza en la ayuda que solo Dios puede darnos.

Jane Truax nos ofrece este pensamiento: “Los botánicos dicen que los árboles necesitan de los poderosos vientos de marzo para torcer sus troncos y ramas principales, de modo que la sabia circule hacia arriba para nutrir a las hojas en ciernes. Tal vez necesitemos las tormentas de la vida del mismo modo, aunque nos desagrade soportarlas.
Un período tempestuoso en nuestras fortunas suele ser el preludio de una nueva primavera de vida y salud, éxito y felicidad, cuando mantenemos firme nuestra fe y vemos al bien más allá de las apariencias”.

Las Escrituras nos enseñan que Dios está atento a cada detalle de nuestras vidas. Ve nuestras necesidades y nos sostiene de la mano. Cuando enfrentamos las pruebas tempestuosas, las tormentas de la vida, lo que necesitamos es aferrarnos a él aun más fuertemente.

Una mujer de valor sabe dónde depositar su confianza, y aunque eso suela implicar un espíritu más fuerte del que quiera admitir, está dispuesta a enfrentar lo que pueda venir porque sabe que no está sola.

Eres una mujer fuerte y eso es bueno. El mundo necesita de tu liderazgo, tu ternura y tu fortaleza en cada situación. Mantente conectada a tu fuente de fuerza y vida y aunque tropieces, no caerás. ¡Es una promesa! ¡Mantente arraigada en tu fe!

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