sábado, 30 de septiembre de 2017

Fundamento de la familia


No por casualidad se reconoce al matrimonio como el fundamento de la familia. No se puede aspirar a familias vigorosas, estables y saludables, con matrimonios débiles, disfuncionales y distantes.


Una vida íntima conyugal comprendida en su verdadera integralidad permitirá no solo contar con parejas felices, y unidas en sus propósitos, seguras del amor y del compromiso que han asumido y realizadas en el disfrute físico, afectivo y espiritual, sino que, además, posibilitará consolidar de mejor manera familias estables y seguras, con una adecuada fundamentación afectiva y emocional. La confianza, la seguridad, la estabilidad y la adecuada autoestima de los miembros de la familia tendrá una mejor proyección a partir del ejemplo que se transmite en todos los ámbitos desde el matrimonio que da origen a la familia.

La calidad de vida de la pareja será el mejor referente para consolidar una buena calidad de vida familiar. Y en este sentido, una estrecha y saludable vida íntima conyugal, conducirá de una manera más segura al desarrollo de familias más saludables y funcionales.

Seis consejos para retomar la intimidad de pareja

Decidan y planeen pasar tiempo juntos como pareja.

Procuren hacer las cosas que ambos más disfrutan. 

Empiecen por recuperar un tiempo a solas por semana, dentro o fuera del hogar.

Recuperen y no abandonen las prácticas afectivas, los detalles, las expresiones amorosas, el tomarse de la mano, acariciarse, besarse y abrazarse. No importa el tiempo y los años que hayan transcurrido. No permitan que el contacto afectivo sea solo un nostálgico recuerdo.

Fortalezcan la comunicación, el diálogo abundante, positivo, personal, el poder compartir en pareja sus sueños, ilusiones, temores y dificultades. Conversen, pero también escuchen con atención lo que hay en la mente y el corazón de su pareja.

Remocen y refresquen los encuentros íntimos, eviten caer en rutinas y costumbres. Procuren encuentros donde se cuidan los detalles, la privacidad, sin precipitación, cuidando el entorno con ambientes agradables. Concéntrense en el disfrute de su pareja y no solo en su satisfacción.

Propicien tiempo para compartir espiritualmente. Oren juntos, lean juntos, compartan sus inquietudes y necesidades delante de Dios, y procuren siempre animarse con confianza, esperanza y seguridad.
Comprendan que la intimidad conyugal no es un estado que desciende con el paso del tiempo, más bien es un proceso permanente e integral que debe ser nutrido y atendido con la decidida y entusiasta participación de ambos cónyuges, que requiere entrega, unidad de intereses y voluntades.

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