Lo que mantiene vivo a un hombre en medio de las circunstancias difíciles es tener la capacidad de soñar.
Dios quiere llevarte por un proceso de liberación, para que salgas de la cautividad emocional, mental, y espiritual, para que seas libre para soñar.
La crisis económica puede hacer que la gente se acostrumbre a vivir bajo unas circunstancias que son temporeras. Y lo peor que puede pasar en medio de una crisis es que pienses que siempre va a ser así, y que hagas planes en tu vida, basados en algo que mañana podría cambiar.
Mucha gente ha dejado de soñar; han dejando de proyectarse basado en la manera en la que Dios los ve, para proyectarse basado en sus circunstancias actuales.
En Salmos 126, el salmista dice que, cuando Jehová haga volver la cuatividad de Sion, seremos como los que sueñan. Y menciona las características de esos que sueñan.
Los que sueñan tienen su boca llena de alegría; en su boca hay constante alabanza. Cuando una persona no es capaz de reír, y en su lengua no hay alabanza, y lo que hace es hablar negativo todo el tiempo, esa persona te deja saber que no está soñando.
Los soñadores viven en gozo, viven más allá de las circunstancias presentes.
Un sueño no es otra cosa que la oportunidad que Dios le da al hombre de subir a un nivel más grande, y mirar desde el mundo espiritual la proyección divina hacia las circunstancias presentes.
En Apocalipsis, antes de darle la revelación a Juan, Dios le dice: Sube aquí arriba. Así que, para recibir la revelación, tienes que verla desde el mismo lugar que Juan la vio: desde arriba. Juan vio la tierra desde el cielo, no el cielo desde la tierra.
En la biblia encontramos hombres como Noé, que fue un visionario, construyendo el primer crucero, cuando nunca había llovido.
Jacob, en medio de sus peores problemas, en vez de tener una pesadilla, tuvo un sueño. No tenía dinero, no tenía nada, acababa de engañar a su padre, estaba solo en el desierto, y cuando se acuesta a dormir, en vez de tener una pesadilla, lo que tiene es un sueño. Y no cualquier sueño, sino uno en el que Dios le dice que lo va a bendecir.
David soñaba con ser grande, con tener éxito, con la victoria; por eso cuando vio a Goliat no tuvo temor, porque él sabía cuál era su final, sabía para dónde iba.
José, en medio de su crisis, su sueño fue lo que lo mantuvo vivo.
Lo que mantiene vivo a un hombre en medio de las circunstancias difíciles es tener la capacidad de soñar.
Lo que te mantiene con vida es una visión, es saber que tu presente no es tu final, que no es lo último, sino que es temporero, y sobre todas las cosas, saber que tu futuro está en las manos de Dios y en las decisiones que tú tomes en el día de hoy.
No hay problema, ni dificultad, ni situación que pueda detener lo que hay dentro de ti.
Quizás en algún momento de tu vida has sentido que no sabes para dónde vas. Pero debes saber que Dios está buscando un remanente de personas que sean como los que dice el Salmos 126, que sean como los que sueñan, que su boca esté llena de risa, su lengua de alabanza, personas que entiendan que su vida no ha terminado, sino que Dios te quiere elevar por encima de todo lo que estás viviendo.
Si quieres tener únicamente amigos en tu vida, no sueñes.
Una de las maneras de saber quién verdaderamente es tu amigo es soñar, porque cuando tú revelas tu sueño se revela el corazón de los que están al lado tuyo y tú podrás saber quién está contigo y quién no; quién cree en ti, y quién no; quién te apoya, y quién no.
Por lo que es mejor que comuniques tu sueño lo antes posible, porque así inviertes menos tiempo en la gente incorrecta, y más atención le prestas a los sueños que Dios ha puesto dentro de ti.
Si tienes enemigos, si hay gente que no te comprende, es porque tienes un sueño.
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