Para estas fechas, comienza a hablarse del “espiritu navideño”. Hablamos de amor, de perdón y nuestro corazones se ponen más sensibles.
Dependiendo de las costumbres y los lugares, preparamos sabrosas cenas, gastamos enormes cantidades de dinero para demostrar nuestro amor por los seres que más amamos.
Los del norte ruegan por un poco de calor mientras que los del sur añoramos la “navidad blanca”.
Visitamos a los amados y a los que hace mucho no vemos.
Enviamos cartas, correos electrónicos y saludos deseando felicidades.
Contamos a nuestros niños sobre “Papa Noel”, “Santa Claus” o como se le denomine.
Buscamos el mejor árbol para adornar nuestra sala.
Ponemos un moño rojo en la puerta aunque no sepamos su significado.
Compramos cohetes y bengalas para que disfruten nuestro hijos.
Para terminar, armamos un pesebre que colocamos bajo el arbol porque es tradición.
Pero, ¿haz notado algo?
El verdadero actor de la navidad no está presente.
La navidad es la conmemoración del nacimiento de Jesús. Obviamente no nació un 24 de Diciembre. Mucho menos a las doce de la noche. Y tampoco fue hace 2001 años.
Meses más, días menos, lo importante es que Jesus nació.
El vive hoy entre nosotros y espera habitar dentro del corazón de cada uno de los humanos.
Nació para salvarnos del pecado que reina en nosotros.
Invítalo a tu mesa este año. Celebra el que haya nacido.
El es el centro de la celebración, más que un árbol o un hombre de rojo que reparte regalos.
El regalo ya nos lo hizo Jesús al nacer siendo Dios y morir en la cruz por nuestros pecados.
Celebremos una navidad distinta
Es el cumpleaños de Jesus!!
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