¡Hipócritas! Sabéis distinguir el aspecto del cielo y de la tierra; ¿y cómo no distinguís este tiempo? Lucas 12:56
Cuando Jesús predicaba acerca de un hecho que conmovería toda la tierra y que sería aún más importante que el año de cosecha, la venida del Reino de Dios. El Reino, como una tormenta o un día soleado, anunciaba su inminente aparición mediante señales. Pero los oyentes de Jesús pensaban que eran lo bastante capaces para interpretar el clima obviando con toda intención las señales de los tiempos. Sus valores estaban confundidos ante la realidad de la gran importancia de discernir sobre el tiempo del Reino de Dios y su gracia manifestada para con la extraviada y perdida humanidad que vivía de continuo en el apogeo de los fatales rudimentos de apostasía espiritual delante de Dios.
Muy agudos han sido y aún lo serán los conflictos de los hijos de Sion, pero si hacemos lo Dios nos ha encomendado nos dará su victoria. Mientras más ocupados y satisfechos estemos los creyentes con su bondad, más admiraremos la belleza revelada en el Reino de Dios. Sean cuales sean los dones que Dios nos otorgue, con ellos debemos servirle jubilosamente; y, cuando recibamos el refrigerio de sus bendiciones, debemos decir, ¡cuán grande es su bondad y tu divina benignidad para con nosotros! Vivir para el mundo o vivir apartado del reino de Dios y su justicia, es como vivir fundamentado en la arena y no en la Roca: “Cristo Jesús”
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