Cuando estudiamos el libro de Hechos, vemos a un Pedro constantemente citando a David. El verso 8 del capítulo 4 dice que Pedro estaba lleno del Espíritu Santo, muy seguramente porque cada vez que Pedro abría la boca lo que salía era el Espíritu Santo, lo que salía era la palabra de Dios.
Los apóstoles confiaban en la palabra una y otra vez. Lo que Pedro tenía dentro de él era lo que salía de él, incluso en los momentos de persecución.
Tenemos que mantenernos confiando en la palabra constantemente.
Si, ante una situación difícil, lo que sale de tu boca son confesiones negativas o las razones por las cuales estás en esa situación, entonces tú tienes que entender que, para que en ti haya denuedo, lo que tiene que salir de tu boca es la palabra de Dios, la confesión de la palabra, lo que tú has recibido de parte de Dios, la convicción que está dentro de ti.
El conocer la palabra de Dios es lo que produce en ti denuedo.
El denuedo es aquella fuerza que te mantiene firme, que te da la paz que sobrepasa todo entendimiento, como dice la Biblia. Esta es la paz que puedes experimentar, aún cuando se supone que no estés en paz. Pero esa es la paz que se deposita en tu vida, cuando dentro de ti hay suficiente palabra para entender que no tienes que pedir que el problema se vaya, y para entender que tú tienes la fuerza suficiente, la palabra suficiente como para sobrellevar cualquier problema.
Si tu situación es económica, tu confesión debe ser que Dios suplirá todas tus necesidades conforme a sus riquezas en gloria, porque así lo dice la palabra, y porque el Dios al que le servimos sigue siendo el dueño del oro y la plata. En medio de los problemas tú tienes que comenzar a citar la palabra, tienes que pararte firme, tienes que decir como dijo David: No seremos conmovidos ante esta situación; mis pies están plantados; Jehová es mi Pastor, y nada me faltará.
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