martes, 22 de marzo de 2016

Satisfacción

“No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe éste será llamado grande en el reino de los cielos.  Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.” Mateo 5:17
Hay personas que impactan y cambian tu vida cuando las conoces, al igual que tú, en ocasiones cambias e impactas la vida de alguna persona que te conoce. En ellos, se puede ver algo que muchos quisieran alcanzar. Sus vidas retan a otros a vivir vidas más altas, más elevadas. De esa misma manera, hay vidas que, cuando te encuentras con ellas, tienen la capacidad de degradarte. Pablo decía que las buenas costumbres se pueden corromper por una mala conversación. Así que tienes que tener cuidado con quién te encuentras en el camino.
Jesús era este tipo de persona que, dondequiera que iba, provocaba admiración, envidia, celos. Pero, cuando observas la vida de Jesús, todo el que se encontraba con él, de alguna manera u otra, no volvía a ser la misma persona. Muy pocas veces, por no decir nunca, Jesús condenó o juzgó públicamente, de forma negativa a alguien, como lo hacían los escribas y los fariseos. Aun así, su vida provocaba que todo el que estaba a su alrededor se examinara y sufriera una transformación.
La vida de todo aquel que se encontró con Jesús, de alguna manera u otra, directa o indirectamente, fue impactada, transformada. Pero no se puede negar que la razón por la cual Jesús provocaba tal resultado en las personas es porque, a diferencia de otros profetas, maestros y líderes de la Biblia y el mundo, que decían: “Haz lo que yo digo”, Jesús decía: “Sígueme”.  Jesús provocaba cambios, porque enseñaba con sus acciones.
¿Cuál es la gran diferencia entre decir “haz lo que yo digo” y decir “sígueme”? La diferencia es que las acciones respaldan y dan peso a lo que se enseña, provocando que la enseñanza tenga más impacto. Cuando una persona intenta enseñar sin acciones, puede significar que no está viviendo lo que está enseñando, y esto la gente no lo ve con buenos ojos, muchas veces catalogándolo como hipocresía.
Jesús le decía a todo el mundo: No solo hagas lo que yo digo, sino sígueme y mira cómo hago lo que digo que tenemos que hacer.  Por eso es que Mateo 5 aclara que, el que cumple los mandamientos y luego los enseña, ese es más grande en el reino de los cielos.
El mundo está lleno de gente que quiere enseñar, sin vivir lo que enseña. Ese es el problema más grande que existe en la sociedad; la gente quiere enseñar, sin demostrar con ejemplos lo que ellos creen. Esto crea un reto un poco más grande porque, aunque enseñar con acciones tiene mucha influencia, el maestro pudiera hacer delante de ti ciertas cosas y realmente no creer lo que está haciendo; sus motivos y corazón pudieran estar totalmente lejos de lo que está haciendo.
Por eso, al momento de aprender sobre cómo actuar ante las circunstancias que se viven hoy, mira y aprende del ejemplo de Jesús.  Cuando conoces a Jesucristo, y miras la manera como vivía y actuaba, tu vida cambia.  Te darás cuenta que existe un estándar más alto, sobre el estándar que el mundo tiene para vivir.  Vive bajo los principios espirituales, que es la vida que Dios quiere que vivas.  Esta vida es la más desafiante, y no es tan fácil como la del mundo, pero está más llena de satisfacción. 

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