En medio de la sequía, tú puedes recibir un milagro; en tu casa, puede haber provisión, en medio de la crisis. Pero esto no le sucede a cualquier persona, sino a aquellos que son capaces de recibir órdenes.
La Biblia nos narra el encuentro entre Elías y la viuda de Sarepta. Dios le dice al profeta: Ve, porque he dado orden a una mujer viuda que te sustente. Esta viuda fue obediente a la voz de Dios y fue a la puerta de la ciudad para encontrarse con el profeta. Por aquella puerta, entra el profeta, que seguramente pensaría que era una viuda rica la que le sostendría.
Las puertas de la ciudad son los lugares donde se reúne la comunidad, donde se hace cultura. En las puertas hay que cuidarse de los estereotipos porque pueden cancelar el milagro de Dios en nuestras vidas. Estando en las puertas, hay que tener ojo profético para esperar el milagro de la persona que menos nos imaginamos.
La conexión de estas dos personas, el profeta y la viuda, era lo que iba a provocar que se diera el milagro. Los dos tuvieron que vencer la percepción de cómo debiera ser la persona a la cual Dios les había conectado. Lo más seguro, el profeta Elías esperaría que fuera una viuda rica, y se encontró con una viuda recogiendo leñas. La viuda, lo más seguro, esperaría que el profeta le supliera, y lo primero que dijo Elías fue: Dame un vaso de agua.
En medio de la crisis, hay que entender que la solución vendrá del lugar que menos la gente lo espera, pero que Dios ha establecido estratégicamente para bendecirte.
Camina a las puertas y te darás cuenta que la provisión a tu vida vendrá de un lugar inesperado, de una persona a la que ya Dios le ha dado una orden. Tú que no tienes trabajo y vives con temor, no toques a las puertas que siempre has tocado. Camina en fe y obedece porque tu ayuda viene de los lugares más inusuales. No permitas que tu mente, tu percepción, te saque del milagro que Dios tiene preparado para ti.
Tanto el profeta como la viuda tenían una orden de parte de Dios. Dios le dijo a Elías que había dado orden a una viuda de que le sustentara, y Elías tenía orden de llegar hasta la puerta a encontrarse con aquella mujer.
Pero el profeta no llego a aquel lugar haciendo primeramente una declaración de bendición, sino que lo hace luego que la mujer demuestra su disposición a obedecer. Muchos dan su ofrenda para que los bendigan; pero el milagro de la mujer estaba en poner prioridades, en medio de la crisis. La orden que recibió aquella mujer fue: Dame a mí primero. En otras palabras, lo que pensabas hacer por ti primero, lo harás por la palabra de Dios, lo harás porque Dios lo dijo, lo harás en obediencia.
El cambio de prioridad establecía en dónde estaba la fe de la viuda. Un diagnóstico de muerte se cambia en uno de vida y de bendición, simplemente por poner las prioridades correctas en medio de las necesidades.
Dios te trae a una puerta para que corrijas tus prioridades. Dios te da la orden de ir a la puerta, para que puedas ver el orden correcto y se desate la multiplicación de Dios en tu vida. Si, llegado el día de gran necesidad, pones a Dios primero, por encima de lo que el mundo diga, lo poquito que tienes, Dios lo multiplicará.
El milagro llega a tu vida, por varios factores: Tener una necesidad, y poner a Dios primero. ¿Perdiste el trabajo? En vez de quejarte y encerrarte, corre a la casa de Dios para darle el primer lugar. Si recibes un diagnostico médico no alentador, corre a la casa de Dios primero.
La viuda tenía un diagnóstico de muerte, pero no dejó que el mundo estableciera cuáles eran sus prioridades, sino que puso a Dios primero. Por esto, la viuda comió por muchos días.
No le tengas temor a las malas noticias, a la mala economía, a la sequía. Hay muchos saliendo del país, pero tú, pon tu confianza en Dios y ponlo en primer lugar. De lo poco, Dios puede comenzar a bendecirte y llevarte a un nuevo nivel. Él no tiene que cambiar un país entero y todo el mercado para bendecirte a ti. Simplemente, pon a Dios primero, y habrá multiplicación en tu hogar.
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