Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán. Isaías 40:30-31
El águila renueva sus alas en dos ocasiones, en dos etapas de su vida: En el proceso de maduración, y en la etapa ya adulta; esta última, con el propósito de poder mantenerse remontándose en las alturas. Este proceso es necesario, ya que, por más majestuosa que sea un águila, cada vez que se lanza a cazar, en medio de las circunstancias en las que vive, sus plumas son lastimadas. En medio de los árboles, sus plumas son lastimadas; en el día a día, por las circunstancias de la vida, el águila pierde plumas.
Si algo nos enseña la vida, son nuestras debilidades. Por más poderoso, por más líder, por más fuerte que tú seas, todos nosotros tenemos las marcas en nuestra vida de las batallas que hemos tenido. Y el águila tiene que decidir renovarse porque, de lo contrario, no puede alcanzar las alturas.
El proceso de renovación de las alas del águila, para nosotros, tiene un simbolismo. Dios quiere darte nuevas plumas por cada una de las que tú has perdido.
En Hechos 13:22, dice que Dios halló a David, un hombre conforme a su corazón. Y nos aclara lo que Dios quiso decir con esas palabras, cuando continúa diciendo: Quien hará todo lo que yo quiero. Cada vez que Dios le pedía algo a David, David lo hacía. Y esta declaración tiene que ver también con la condición del corazón de David y su capacidad de pasar por procesos, sin que su corazón se dañe.
Cuando un águila pierde una pluma, es como cuando perdemos una uña. Puede verse como algo sencillo, pero esto provoca una reacción interna en cadena, ya que los órganos tienen que comenzar a enviar nutrientes para crear una nueva estructura. Este no es un proceso fácil internamente hablando. Los científicos han visto que hay aves que no soportan este proceso, y se arrancan las plumas, hasta el punto de provocarse la muerte porque, cada vez que se arrancan una pluma, se altera el metabolismo, creando un proceso agonizante en su interior. Esto no todos lo aguantan.
Si pierdes el carro, puedes seguir luchando para seguir hacia adelante, pero esto es algo que trabaja en tu interior. Por las noches, piensas en el carro que perdiste. Luego de un divorcio, hay un proceso interno, porque no se queda tan solo en firmar los papeles; te preguntas dónde fallaste, qué pasó. Y eso es lo que mucha gente no aguanta. Ahí es donde se daña el corazón, donde comienzan los corajes, las furias. Y ese es el proceso en el que tenemos que trabajar. Tienes que vencer ese proceso.
Hay procesos que son parte natural de la vida. Y, si no nos cuidamos, se nos daña el corazón en ese proceso, y entonces puedes tener nuevas plumas, pero con un corazón dañado; y de qué sirve ser un águila con plumas nuevas, y con un corazón dañado. Solo para echártelas, pelear, y enseñar tus plumas con venganza, con odio.
Dios escoge a David porque Dios conocía que el corazón de David no se iba a dañar por todo lo que él iba a pasar.
Tú no puedes pretender llegar a ser rey, llegar a manifestar la unción de Dios en tu vida para la posición que él te ha llamado, y no pasar por problemas. Pero confía en que, si Dios te escogió, es porque, antes de asignarte, se aseguró de que, cada vez que te quitaran la túnica, tu corazón no se dañaría.
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