Cuando miramos la Biblia, vemos que todos los hombres y mujeres de Dios tuvieron momentos cruciales acerca de los cuales podían decir: Dios me habló; ese evento fue de Dios; eso fue un momento divino. Esto trae seguridad a la vida del cristiano, estableciendo un punto de partida.
Dios llama a Pedro muy temprano en su ministerio. Pedro caminó tres años y medio con el Señor. A través de los Evangelios vemos a un Pedro emocional, un Pedro frustrado al que Dios le dio unas experiencias poderosas. Cristo se encontró con un Pedro con sus barcas vacías, y le dio un milagro. Pedro fue el hombre que caminó sobre las aguas; se hundió, pero caminó sobre las aguas. Este hombre tomó su espada y casi le corta la cabeza a un soldado romano. Fue Pedro quien reconoció que Jesús era el Hijo de Dios. Fue el mismo Pedro que le negó tres veces, antes de que cantara el gallo.
En su frustración, Pedro regresó a las barcas. Allí el Señor fue a buscarlo, en demostración de su amor por él. Lo buscó en aquel lugar de donde lo había sacado. Y, cuando están en el aposento alto, descendió el Espíritu Santo sobre los que estaban allí reunidos, incluyendo a Pedro. Entonces, comenzó a predicar, y miles de personas se convirtieron.
Capítulos atrás Pedro había negado a Cristo, pero ahora se atrevió a predicar delante de miles de personas. Le negó delante de dos, pero ahora delante de miles comienza a predicar, a hablar, a declarar que el Cristo que ellos habían predicado había resucitado, que estaba vivo.
Esto le causó problemas. Tuvo que enfrentarse a lo que Cristo se enfrentó: A la gente que acusaba todo el tiempo. Jesús nunca peleó con los pecadores, pero siempre peleó con los religiosos. Les dijo: Víboras, tumbas, les acusó de poner cargas pesadas a todos y ellos no mover ni un dedo. Exhortaba a la gente, diciendo: Hagan lo que ellos dicen, pero no lo que ellos hacen. Por eso se molestaban.
Y ahora Pedro, en Hechos 4, se encuentra frente a esta gente. Y dice el verso 13: Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús.
Denuedo no es otra cosa que valentía, coraje. Estos estaban maravillados de la valentía con la que se expresaban Pedro y Juan, aun siendo hombres sin letras.
Muy probablemente, hoy, tú estás más preparado que Pedro y que Juan. Quizás, lo que te hace falta es coraje, denuedo. Quizás es esto lo que te hace falta para impresionar a tu jefe. No debe de que pongan algo en tu mano, no debe haber duda en ti de que lo puedes hacer. Aunque no tengas todos los estudios, mientras tengas la fuerza, el coraje, el denuedo, lo puedes alcanzar.
Lo que hace la diferencia es la forma en que te proyectas; y tu confianza y valentía vienen de una experiencia con Dios.
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