Muchos, por su inconsistencia, no alcanzan su destino. Son personas que hoy quieren hacer una cosa, mañana quieren hacer otra, hoy están motivados y mañana no lo están, hoy hacen un buen trabajo y mañana no. La gente que alcanza el destino que Dios tiene para ellos es la gente consistente.
Tienes que ser consistente y hacer lo correcto en todo momento. Tienes que hacer tu trabajo de la manera correcta en todo tiempo, porque nunca sabes quién, que tenga en sus manos la llave para desatar tu destino, te está mirando. Debes hacer las cosas bien, aunque nadie te esté mirando, para que, cuando llegues a tu casa en la noche, tengas la satisfacción de decir: Hice lo mejor que podía hacer, en todos los aspectos de mi vida.
Nunca sabes en el lugar donde se está hablando acerca de ti, el lugar donde se esté llevando a cabo una conversación que desate tu destino para siempre. Nunca sabes quién, que sea importante o influyente, esté viendo tu trabajo, esté viendo tu esfuerzo, esté viendo tu consistencia, y nunca sabes a qué lugar esa persona puede llevarte, en qué lugar puede posicionarte, qué puerta puede abrir esa persona en tu vida. Por eso, cuando tú quieres verdaderamente recibir la bendición de Dios, tienes que ser una persona consistente.
Génesis 24 relata lo que sucedió cuando Abraham envió a uno de sus siervos a buscar esposa para su hijo Isaac. Cuando el siervo llegó a Mesopotamia y fue junto a la fuente a buscar agua, vio a esta joven, que la biblia dice era hermosa. Cuando la biblia habla de gente hermosa, en realidad, habla de una persona con propósito. Lo que resalta de esta porción bíblica es que el siervo, sin haber hablado con ella, sin haberla conocido, y sin que nadie le diera una referencia de ella, lo que él vio fue suficiente como para poner su mirada sobre ella por más de un minuto.
Lo segundo que tienes que entender, si quieres encontrarte con tu destino, es que la forma en cómo tú te ves tiene la capacidad de abrir y cerrarte puertas e influye en el destino que vas a tener; pero la forma en que te vez no tiene que ver tan solo con el tipo de ropa que utilizas. Tienes que aprender a verte como aquello que deseas ser. Si quieres ser un empresario, tienes que aprender a verte como un empresario. Si quieres ser ministro, tienes que aprender a verte como un ministro, siempre. Lo cierto es que, lo queramos entender o no, lo primero que te abre o te cierra una puerta es la forma como tú te ves.
Había alguien que estaba viendo lo que aquella joven estaba haciendo, alguien que estaba analizando el esfuerzo, el trabajo, el enfoque y la consistencia de aquella joven; y esa persona, tan solo de verla, le abrió la puerta que marcó el destino de Rebeca para toda su vida. Ahora, lo que faltaba era que Rebeca hiciera lo correcto, lo que faltaba era que Rebeca tuviera en ella ese ingrediente especial que el siervo, que no es otra cosa sino el enviado del Padre, vio en ella.
Entiende que, así como Abraham envío a su siervo a buscar esposa para su hijo, Dios siempre envía a un siervo que te va a observar y que abrirá una puerta.
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