jueves, 13 de noviembre de 2014

Levantate

Cuando hay un problema en la familia, muy pocas veces vemos a un hijo que se dirija primero al papá. Generalmente, cuando alguien está enfermo, cuando alguien ha cometido un error, cuando algo pasa, la primera llamada que se hace es a la madre.
No es casualidad que Dios asignara cinco mujeres a proteger la vida de Moisés. Sabemos que hay unas capacidades, un don, algo especial que sale de manera natural de nuestra vida como mujeres, que nos hace protectoras, intercesoras. Si alguien sabe de meter la mano donde no le corresponde, tan solo por salvar a uno de los suyos, somos las mujeres.
Una persona puede tomar acciones para proteger el propósito en la vida de otra persona. Eso fue lo que hizo Jocabed, madre de Moisés, y lo que hizo Myriam, su hermana.
La historia de Moisés lo que hace es poner en nuestro corazón la importancia y el poder de la intercesión. Es la historia del gran caudillo, el gran libertador, el que sacó al pueblo de Israel de la cautividad en Egipto, pero no es menos cierto que, el que se convertiría en salvador, necesitaba salvación, en un momento dado. Y la salvación le fue entregada en manos de mujeres, que pudieron entender el llamado de interceder, entendiendo su llamado, su propósito, cuidando el propósito establecido por Dios en la vida de Moisés.
Para que Dios nos dé la sabiduría de ver más allá, Dios cuenta con nuestra oración de intercesión. Dios cuenta con que algunos de sus hijos van a recibir revelación para pararse en la brecha por otros. Dios cuenta con aquellos a quienes puede confiar su plan. Dios cuenta con aquellos con los que puede trabajar, a quienes puede inspirar, a quienes puede hablar, sabiendo que van a seguir las instrucciones específicas para que su plan se cumpla.
Moisés nació en un momento en que todos los niños tenían un decreto de muerte, pero hubo una mujer a quien Dios le asignó ser intercesora por la vida y el propósito de aquel niño. La diferencia en la vida de Jocabed y de Moisés fue que, mientras otras madres amaban a sus hijos y de igual manera los vieron hermosos, la de Moisés lo amaba y lo vio hermoso, pero entendió que el amor que Dios tenía para él y el propósito que Dios tenía para él iban por encima de su propio amor de madre.
Tú amas a tus hijos, pero para tú poder ser una verdadera intercesora por tus hijos, tú tienes que empezar a ver el propósito de Dios en ellos.
Si crees que has dado mucho por tu carrera, por tu negocio, si crees que han sido muchos años, mucho sufrimiento, muchos sacrificios, el día que puedas ver cuál es el propósito de Dios para tu negocio, para tu carrera, con tu vida profesional, entonces vas a poder entender y ver las cosas diferentes. ¿Y qué hace esto en ti? Hace que no te rindas, hace que te conviertas en un verdadero intercesor que pueda pararse en la brecha, que no entregues tu negocio, no entregues tu familia, tu matrimonio y a tus hijos a la vida.
Dios te llama a levantarte como intercesor. Te llama a pararte en la brecha, firme, dispuesto a hacer lo que haya que hacer para que se cumpla su propósito en la vida de las personas a las que él te ha asignado.

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