En la biblia, hay una mujer que fue expuesta. Se estaba escondiendo porque había hecho algunas cosas incorrectas; había tenido cinco maridos y tenía un sexto.
Podemos asumir que, tal vez, esta chica no era muy querida en su ciudad, en Samaria. Podemos asumir que era difícil estar en medio de las otras mujeres; alguna de ellas habrá dicho alguno que otro chisme de ella. Cuando iba a las horas indicadas para recoger el agua, seguramente las demás la miraban mal. El conducirse en medio de la gente tiene que haber sido muy difícil para ella.
Jesús, de camino a Galilea, cambio su ruta. En lugar de ir por el camino más recorrido, por el camino más corto, decidió ir por otro camino y detenerse en Samaria en la hora donde nadie iría a recoger agua al pozo, solo aquella mujer a la que estaba escondiéndosele todo el mundo. Él quería exponerla porque él había depositado un brillo en ella, una luz que no estaba para ser escondida.
Lo grande es que, cuando él llego hasta allí aquella mujer se sorprendió y habló. En aquella cita divina, primero, el pecado de esta mujer fue limpio en su totalidad y, segundo, lo que dio paso a la limpieza de su pecado fue que ella tenía el conocimiento que había un Mesías; ella sabía que había uno que vendría a hacer la diferencia en su vida. Ella no estaba allí como una causa perdida; salía a buscar agua porque ella sabía que un día su vida iba a ser diferente, sabía que un día las cosas iban a cambiar. Le habían anunciado que vendría uno que haría que todo fuera completamente diferente.
Para ella poder brillar y no estar escondida, Cristo tuvo que hacer un trabajo de limpieza en el corazón de esta mujer. Ella no se mezclaba con la gente, porque su vergüenza no le permitía estar en el medio de la gente. La limpieza que Cristo hizo removió de ella toda la vergüenza que podía sentir hasta ese día, día en que se encontró con Jesús.
Cuando estuvo delante de la presencia del Señor, aquella vergüenza fue quitada al instante y el carisma que la había llevado a cometer tantos errores, que la había llevado a ser, probablemente, una de las mujeres más odiadas de su pueblo, fue el mismo carisma que la llevó a predicar el evangelio a todo el que se cruzó en su camino; hasta el punto que pudo alcanzar una ciudad completa para nuestro Señor.
Mujer, si hay algo que te avergüenza, algo que te detiene, alguna decisión de tu pasado, algún error público o privado que atormenta tu vida, Jesús mismo hará la obra. Él removerá toda mancha de tu mente, de tu pasado, toda vergüenza que albergas en tu corazón, todo lo que te detiene. Dios va a hacer de ti, una nueva mujer.
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