lunes, 30 de junio de 2014
Creerle a Dios
Dios ha prometido darte la victoria. El Salmo 23:4-5 dice:
Aunque ande en valle de sombra de muerte,
No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;
Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores;
No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;
Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores;
Delante de la gente que te odia, delante de la gente que no quiere que tú prosperes, ahí es donde Dios ha dicho que te va a bendecir, que te va a prosperar. Delante de aquellos que no quieren saber de ti, delante de aquellos que piensan que no lo puedes lograr, a ellos es que Dios le va a demostrar que las palabras que él te dio se van a cumplir.
La pregunta es, ¿Estás dispuesto a vivir fuera de tu zona de comodidad? ¿Estás dispuesto a prosperar delante de tus enemigos? ¿Estás dispuesto a saber que, cuando prosperes y progreses, no le vas a caer bien a todo el mundo? Van a hablar mal de ti, no te van a creer, se van a burlar.
¿Hasta cuándo vas a pasar esta prueba? Hasta que se cumpla la palabra.
¿Cuándo se va a cumplir la palabra? Cuando tú la creas y llegue el momento de Dios. Se va a cumplir lo que él prometió, porque la biblia dice que ninguna palabra que sale de su boca va a tornar atrás vacía, sino que cumplirá el propósito con el cual Dios la envió.
Recibe esta palabra en esta hora. La palabra que Dios te dio está más cerca de cumplirse de lo que has pensado. Créele a Dios.
viernes, 27 de junio de 2014
Atención
Déjate amar por Dios. Recuéstate en sus brazos,
Déjate rodear por su amor. Que sean SU paz
Y SU sabiduría las que te ayuden a enderezar tus pasos
En medio de la batalla violenta; cuando sólo se oye
El grito de los enemigos. Busca un lugarcito y siéntate:
Cierra tus ojos, cubre tus oídos, abrígate bajo su sombra y saborea el silencio;
La quietud, la tranquilidad de su mirada.
Y poco a poco, como se levanta la mañana,
Escucharas un murmullo;
Una dulce voz que tu nombre llama,
Y Que te dice:
― “OYE, PON ATENCIÓN A QUIEN TE HABLA.
Un día sellé tu destino, y no se me ha olvidado,
Que juntos subiríamos montañas,
Derrotaríamos ejércitos, saltaríamos murallas.
Y si hoy flaquearon tus rodillas, no es tu culpa,
Estaba escrito:
Que te pararías frente al río de la verdad,
Y renovarías ahí tu compromiso eterno.
Sí, tu compromiso conmigo.
SOY EL QUE SOY, EL ETERNO. Tu llamado es confirmado hoy.
El cielo y la tierra son testigos, seguiremos caminando juntos:
¡NO ME HE OLVIDADO DE TI...! ¡VAMOS, Dame tu mano!
Que tenemos que seguir luchando, y tú tienes que llegar
A la culminación de ese llamado, que en la meta miles te esperan
Para alegrarse junto a ti cuando con mis manos coloque en tu cabeza :
¡LA CORONA DE LA VICTORIA ETERNA!”
Estancado?
Cuando Saulo perseguía la iglesia en Samaria, Felipe predicaba y muchos paralíticos sanaron, y personas con espíritus inmundos fueron liberadas. Ahora, imagina una ciudad donde haya muchos paralíticos. Si esa es la descripción de la gente, imagina la condición de la ciudad.
Felipe está en Samaria, lugar del que Cristo había dicho en una ocasión, de camino a Galilea: Me es necesario ir a Samaria. Allí se encontró con la mujer samaritana, la que había tenido 5 maridos, y el que tenía no era suyo. Jesús cambió la vida de aquella mujer, y esta, luego de recibir salvación, trajo a toda aquella ciudad a los pies de Cristo. Una mujer hizo que aquella ciudad se convirtiera y, luego de un tiempo, un hombre tenía engañado a toda aquella ciudad.
Dice la palabra que había un hombre llamado Simón, que anteriormente practicaba la magia en aquel lugar, y ahora engañaba a los habitantes haciéndose pasar por algún grande. Dice la palabra que todos le oían, convencidos de que aquello era poder de Dios.
Pero, cuando creyeron a Felipe, que predicaba el evangelio, dice la escritura en Hechos 8:12-13, se bautizaban hombres y mujeres, y también creyó Simón mismo. Se convirtió el hombre que tenía el control sobre toda aquella ciudad.
La palabra no dice que creyeron en Dios. No se puede creer en Dios, si primero no se cree en un hombre. Todo lo que hace falta para que toda una ciudad cambie, es que deje de creerle a la persona que le tiene atada, y crea a otro que tiene una palabra para liberarle.
En ocasiones, sin darnos cuenta, hemos estado atados por la “magia” de alguien, y vivimos la vida paralíticos, detenidos porque en nuestra vida ha habido alguien demasiado grande que está deteniendo nuestro progreso, deteniendo lo que somos en Cristo Jesús.
Es triste que otro controle la vida de alguien. ¿Tendrás tú un Simón controlando tu vida? ¿Alguien que, cada vez que vayas a hacer algo grande, recuerdes sus palabras? Y entonces nos quedamos encerrados, paralizados. Y, a veces, comenzamos a ceder a la inmundicia, al pecado. Cuando comienzas a tornarte propenso al pecado, es porque hay alguien que, con su arte, está controlando tu vida.
Tu vida cambia cuando dejas de creerle al que dice que vas a quedarte estancado para siempre, que nunca lo vas a lograr, y comienzas a creer en aquel que dice: Se puede, lo puedes lograr, lo puedes hacer, podemos cambiar nuestra casa, podemos transformar nuestra nación, puedes salir de donde estás.
¿A quién vas a creer?
jueves, 26 de junio de 2014
Salmo 23
En el Salmos 23, David dice: Jehová es mi Pastor, nada me faltará. David está diciendo que Dios es su guía hacia aguas de reposo, lugares de delicados pastos. Dice que Dios le dirige por sendas de justicia, pero luego dice: Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo. Esto es contradictorio.
Si Dios le guía por sendas de justicia, ¿cómo anda en valle de sombra de muerte? Pero es que, no importa las circunstancias, negativas o positivas, con las que te encuentres en el camino, es necesario que no pierdas de vista que, en todas ellas, es Dios quien te guía.
Cuando estás fuera de tu zona de comodidad, es cuando la presencia de Dios se hace más real en tu vida.
Cuando Dios te dice que va a hacer algo contigo, nunca tus circunstancias son congruentes con lo que él ha dicho que ha de hacer. Ese es el verdadero reto de vivir fuera de tu zona de comodidad. Tienes que saber que no se trata de ajustarte a las circunstancias, sino que las circunstancias se tienen que ajustar a la palabra de Dios.
Si no hay una batalla hoy entre lo que Dios ha dicho y tus circunstancias, es porque has creído que lo que tienes es lo único que vas a tener.No te conformes con tus circunstancias, pero que tu insatisfacción venga de que tú sabes que Dios quiere algo más grande para ti.
No pierdas la fe, la expectativa, el sentido de propósito, el sentido de destino. Si no existe esta batalla en tu vida, los has perdido. Y, cuando tus circunstancias son contrarias a lo que Dios te ha prometido, entonces, lo que estás viviendo, no es lo último que Dios tiene para tu vida… si crees.
Instrucciones
En Josué 3, podemos ver que Dios levanta a Josué como líder a dirigir al pueblo de Israel hacia la tierra prometida. Era un pueblo de jóvenes que había nacido en el desierto, por lo que no conocía de Egipto. Dios le da instrucciones a Josué para conquistar la tierra prometida, y Josué les dice: Vamos a ver cosas grandes en el día de mañana; vamos a ver cosas que nunca habíamos visto.
Podemos apreciar dos detalles claves en las instrucciones de Dios para el pueblo: Sigue el arca del pacto; y santifícate. ¿Por qué esas dos instrucciones? Porque por el lugar al que iban a pasar, nunca lo habían caminado. Ya habían oído las historias de sus padres, de cómo Dios abrió el Mar Rojo delante de ellos, pero ellos no habían tenido la experiencia de ver a Dios obrar de esa manera.
Dios los prepara, diciéndoles: Van a comer comida que nunca antes han comido y caminarán por un lugar que no conocen. Es importante entender que, cuando vas para una etapa desconocida, no sabes cómo vas a reaccionar. Hay quienes les da temor o ansiedad salir de la zona de comodidad, y prefieren no entrar a lo desconocido.
Hay quienes son incapaces de soportar el estado de incomodidad que causa el moverse a los cambios que Dios va a hacer en sus vidas, y prefieren quedarse en el lugar donde están y seguir dando vueltas y vueltas en lo conocido, en vez de permitirle a Dios que les abra un nuevo camino.
La gente que quiere experimentar lo que nunca antes habían vivido y entrar a lo nuevo de Dios, hace dos cosas: 1. Seguir el pacto; y 2. Santificarse.
Seguir el pacto es mirar a dónde Dios se está moviendo, qué Dios está haciendo. Quien no mira lo que Dios está haciendo, vive con temor, pendiente a lo que las noticias hablan y a lo que el gobierno está haciendo. El problema está en que, mientras estés pendiente a lo que el mundo está haciendo, el arca del pacto puede estar pasando delante de ti y puedes perder la oportunidad que está abriendo a lo nuevo de Dios en tu vida.
Deja de estar pendiente a lo que el mundo está diciendo y mirando lo que el mundo está señalando, porque Dios está señalando para el lugar donde te quiere llevar. Declaro que la percepción espiritual se abre en tu vida y podrás ver a Dios abriendo camino. La meta es la tierra prometida, pero te mantendrás mirando la presencia de Dios y dejándote dirigir.
Santifícate no es solamente dejar el pecado, sino también saber que Dios te ha separado con un propósito. La gente peca, porque no sabe que ha sido separada con propósito. Santifícate, sepárate para Dios; ahorra, planifícate, haz ejercicio, prepárate para lo nuevo que Dios tiene para ti. Si no te separas, no podrás ver por dónde camina la presencia de Dios, abriendo camino, y te quedarás dando vuelta en el desierto.
Es verdad que estaban cómodos recibiendo maná del cielo, pero sabían que la tierra que fluía leche y miel estaba al otro lado. Enfócate en la presencia de Dios y sepárate. Comienza a prepararte al nuevo “yo” que Dios quiere hacer en tu vida.
Arregla tu vida, cambia de horarios, de amistades, de lugares y hazlo creyendo que Dios hará maravillas en tu vida.
Enfócate en la presencia de Dios, sepárate para El y verás como abre camino donde hoy no lo ves.
Sueños
Indudablemente, siempre que abordamos el tema de la realización de nuestros sueños, uno de los factores más limitantes es el aspecto de las finanzas, la falta de fe en el aspecto de la provisión de Dios para cumplir la encomienda. Si crees por un sueño, tú necesitas liberar tu consciencia de la limitación de la provisión de Dios. De lo contrario, cancelas el sueño de Dios para tu vida.
Los sueños cuestan. Realizar los sueños cuesta. O dependes del gobierno, o dependes de Dios, tú decides, pero vas a necesitar recursos.
Como creyente, tú deberías depender de Dios, porque el mismo Dios que te llama, ese mismo Dios se encarga también de prosperarte, bendecirte y llevarte a un nuevo nivel.
En Nehemías 2, vemos que Nehemías se entristeció por el estado de destrucción en que se encontraba Jerusalén, ciudad de sus padres. Al ver esto, el rey Altajerjes preguntó a Nehemías que deseaba, a lo que Nehemías respondió: Envíame, y reedificaré.
Dios no envió a Nehemías. Nehemías dijo: Envíame a mí. A Nehemías le importó.
Y el rey envió a Nehemías, proveyéndole todo lo necesario para completar lo que se había propuesto. Pero a Sanbalat y a Tobías les molestó que alguien viniese a procurar el bien de los hijos de Israel. Aun así, Nehemías logró animar al pueblo a esforzarse; dijeron: Levantémonos y edifiquemos. Entonces, Sanbalat y Tobías insinuaron que aquello era un acto de rebeldía ante el rey, a lo que Nehemías respondió: El Dios de los cielos, él nos prosperará, y nosotros sus siervos nos levantaremos y edificaremos, porque vosotros no tenéis parte ni derecho ni memoria en Jerusalén.
Todo esto ocurrió, porque a un hombre –a Nehemías– le importó. Y a ti, ¿te importa?
Ya sea que Dios te envíe o que tú te pongas a la disposición de él para hacer algo, si te importa, el Dios de los cielos, él te va a respaldar, y eso incluye el financiamiento del sueño. Y todo el que te critique, todo el que te diga que no lo vas a poder lograr, que no lo vas a alcanzar, no tiene parte, no tiene derecho, ni tiene memoria en tu vida.
viernes, 20 de junio de 2014
Esperar en ti
En ocasiones podemos llegar al punto en donde la espera para ver concretada aquella promesa que recibimos de parte de Dios se hace muy larga.
Todos aquellos que hemos recibido alguna promesa de parte de Dios podemos decir que el esperar a que se concrete no es fácil, más aun cuando vemos que el tiempo pasa y aquella respuesta que esperamos no llega y lejos de verse venir la vemos cada día mas lejos de cumplir.
Y es que la desesperación por ver concretada dicha promesa puede llevarnos a desesperarnos, a cansarnos o a simplemente renunciar a esa espera y olvidarnos de lo prometido.
Nuestra actitud frente a la espera muchas veces no es la correcta. Y es que la mayoría de nosotros quisiéramos ver respuestas instantáneas, rápidas, pero la realidad es que Dios trabaja en un tiempo perfecto suyo y no mío.
Cuando Dios te hace una promesa, Él la cumplirá, lo único que necesita de nosotros es que sigamos creyendo, pero el cansancio por la espera nos puede llevar a desistir o renunciar a recibir aquello que tanto anhelábamos.
La Biblia dice sobre Dios: “Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. El dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?” Números 23:19 (Reina-Valera 1960). En pocas palabras Dios cumple lo que promete.
Este mismo versículo en otra versión de la Biblia dice: “»¡Dios no es como nosotros! No dice mentira alguna ni cambia de parecer. Dios cumple lo que promete.” Números 23:19 (Traducción en lenguaje actual).
No dejes que el cansancio de la espera agote tu fe, no permitas que el tiempo que pase te haga creer que Dios ya no cumplirá lo prometido. Al contrario, sigue creyendo, aférrate a su Palabra y a la promesa de que él cumple lo que promete.
No importa cuanto tiempo pase, porque lo que si tienes que estar seguro es que Dios cumplirá en un tiempo el cual es perfecto como Él mismo.
Dios tiene los tiempos medidos, a Él no se le escapa detalle alguno y aunque muchas veces pensemos que se ha olvidado o a cambiado de parecer sobre una promesa en concreto, debes recapacitar y recordar que su memoria es perfecta y sus promesas se cumplirán tal y como las declaro.
¡Que la espera no agote tu fe! ¡Fortalece tu fe en su presencia! ¡Ve y búscalo!
jueves, 19 de junio de 2014
La roca principal
La roca principal de todo hogar es Cristo. La base de todo hogar debe ser Jesús. Pero también sabemos que hay principios que nos pueden ayudar a establecer, en nuestra vida, la fortaleza necesaria en todo lo que hacemos.
Uno de estos principios espirituales que hace que nuestra familia prevalezca es el honor.
Ahora, ¿qué es la honra? ¿Qué es el honor? El honor es una cualidad que lleva a una persona a comportarse de acuerdo a las normas sociales y morales que se consideran apropiadas. Una persona de honor es una persona que, de acuerdo a los estándares de la sociedad, se comporta de la manera correcta.
Otra definición de la palabra honra es: Buena reputación. Lo mejor que puedes tener es una buena reputación. Cuando no tienes un billete en tu bolsillo, puedes tener una buena reputación. Una buena reputación es mejor que el dinero, es mejor que la fama, es mejor que las puertas abiertas, es mejor que los estudios.
Según algunas sociedades tradicionales, honor es también lo que se expresa hacia las mujeres, cuando hay recato. Hay sociedades en las que el honor de una mujer es una virtud por encima de su belleza, de su inteligencia, de sus capacidades.
Honor es también aquello con lo que una persona se siente enaltecida, satisfecha. Hay honor cuando se hace un homenaje. Atender invitados es dar honor. Y, de la misma manera, el honor es algo recíproco.
Palabras que se relacionan con el honor son: Estima, responsabilidad, dignidad, honra, orgullo, consideración, hombría, caballerosidad, conciencia, entereza, honradez, integridad, rectitud, nobleza, lealtad, castidad, decencia, respeto, decoro.
En Romanos 13:7, dice: Pagad a todos lo que debéis; al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; y al que honra, honra. La honra no es algo que se da, sino algo que se paga. El respeto, el honor y la honra es algo que se debe. Es algo que se demanda de nosotros. No lo damos porque queramos, sino porque debemos.
Y tenemos que enseñarles ese honor a nuestros hijos. Tenemos que enseñarles a conducirse. ¿Por qué? Porque una casa que enseña acerca del honor, que vive en un alto estándar de honor, es una casa que permanece.
En medio de un mundo que ha olvidado la importancia del principio de la honra, en medio de un mundo que no quiere pagar la honra que debe y cuando debe, en medio de este mundo, tu hogar puede permanecer. ¿Quieres que tu hogar permanezca? Enseña a los tuyos honor.
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