Muchos están detenidos, viviendo escasez, porque piensan que hay virtud en la pobreza y que pedirle a Dios no es correcto. Otros no piden a Dios porque les da temor, porque no quieren ofender a nadie ni que piensen mal de ellos, o porque piensan que, al no pedir, son más espirituales.
Santiago 4 dice que los problemas vienen a causa de las pasiones. El que codicia no tiene, el que siente envidia no alcanza y por más que se sacrifique y luche no tiene porque no pide.
¿No quieres codiciar, ni envidiar, ni matar? Pídele a Dios. Atrévete a pedirle a Dios. Atrévete a creer que él puede suplir tus necesidades y no te va a negar nada bueno. Cuando veas a alguien con algo bueno, no lo codicies ni envidies. Bendícelo, da Gloria a Dios porque le ha bendecido, y pídele que supla a tu vida. No ores como el hombre de proverbios 30, al que claramente nos dice la biblia que le faltaba inteligencia, sabiduría y la ciencia del Santo, por lo que pidió que ni le dieran mucho, ni le dieran poco.
Atrévete tú a pedir.
También en Santiago 4, dice: Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites. Hay que saber pedir. No es pedir para gastar; eso sería desperdiciar las bendiciones, sería pedir para satisfacer los deseos de la carne, y eso no es lo correcto. Hay que pedir con las prioridades correctas, pedir para poner las cosas en orden, pedir para el reino, pedir para la familia y, cuando Dios supla, dale toda la gloria y ponlo todo a su servicio.
En 2 Samuel 12, vemos el reclamo que Dios hace a David, cuando David fija sus ojos en la mujer ajena. Dios le dice: Te he dado todas las cosas y te enfocaste en lo que no es correcto. Te ungí, te libré de la mano de Saúl, te di la casa de Israel y la casa de Judá. Si todo eso hubiera sido poco para ti, te hubiera añadido más, pero te enfocaste en lo que no es correcto.
Es importante entender que la cultura en aquel tiempo era que el rey podía tener varias esposas, solo que estas no podían ser casadas. O sea, que Dios no le reclamó porque tuviera una mujer más, sino que le dice: Te enfocaste en algo tan sencillo, menospreciando todo lo demás y no me lo pediste, sino que abusaste de tu autoridad, de tu posición, para complacerte.
Hoy día hay muchos que, sin darse cuenta, comenten el mismo error que cometió David: Menosprecian lo que ya Dios ha hecho por nosotros, que dio a su unigénito Hijo para que muriera en la cruz por nosotros. En Romanos, la biblia dice que, si Dios nos ha dado a su Hijo, ¿cómo no nos dará todas las cosas que pidamos?
No hay nada que no podamos alcanzar. Dios nos ha salvado, perdonado, sanado, nos ha dado una nueva vida. ¿No crees que puede prosperarte? Pero a veces estamos tan afanados, desesperados tratando de lograr ciertas cosas, cuando solamente hay que creer, atreverse a pedir y pedir correctamente, no para nuestros deseos ni caprichos.
David tomó lo que no pidió, lo tomó por capricho y por sus propias fuerzas. ¿Cuántos diariamente buscan por sus propias fuerzas aquellas cosas que Dios quiere darles? Corrige tu carácter, tus pensamientos y tu corazón. Atrévete a pedir, creyendo que él va a suplir tus necesidades, conforme a sus riquezas en gloria. Prepárate. Viene una nueva temporada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario