Algunos en la iglesia no quieren aceptar que están viviendo un momento de angustia y dolor, pero el dolor es algo muy real. Hay circunstancias en la vida que nos hacen experimentar lo real del dolor y la angustia, pero hay solución para esto.
Aunque la obra esté completa en la vida del creyente, no podemos negar que la angustia y el dolor son reales. Hay quienes, por querer ser muy maduros, se separan de todo evento que pueda provocar en ellos angustia o dolor; o peor aún, son insensibles al dolor o la angustia de los demás.
La verdad es que, en la vida, hay sucesos ante los que es inevitable sentir angustia y dolor. Un ejemplo lo vemos en la biblia, en 2 Samuel 18, donde David recibe la noticia que su hijo Absalón había muerto, y se turbó. Absalón no era el mejor hijo; tan así, que hasta trató de usurpar el trono. Aun así, el corazón de David entró en tal grado de desesperación que se turbó. Lloraba diciendo: Hijo mío, quién me diera el lugar de morir por ti.
Hay situaciones en nuestra vida ante las que, por más firmes que estemos, experimentamos tanto dolor que el alma se turba. Por más que traten consolarte, nada lo logra. Si alguien en la biblia sabía como superar los problemas difíciles, ese era David. Su padre no lo quería; rechazado por sus hermanos; su esposa lo abandona; el jefe lo quería matar. Rey de Israel, el ungido de Dios, pero pasó por situaciones muy difíciles. Sus mejores salmos fueron inspirados en momentos difíciles.
¿Qué debemos hacer en momentos como estos, cuando el alma se turba de tanto dolor? En Salmos 30, vemos lo que hacía David cuando llegaban estos momentos difíciles. David, en momentos de angustia, puso siempre sus emociones delante de Dios y no delante de los hombres. No hay nadie en la vida que pueda solucionar tus problemas emocionales como tu Creador. Muchos tratan de consolarnos, darnos consejería, pero el dolor sigue siendo real, y no es hasta que tengas una experiencia con el Espíritu Santo, que actúa como Consolador en tu vida, que entonces serás libre del dolor y la angustia.
El salmista David siempre corría a la presencia de Dios, ante las situaciones difíciles. Decía: Señor, no permitas que los enemigos se alegren de mí. Uno de los mayores errores que comete una persona es hablar de sus emociones a las personas incorrectas, sin darse cuenta que esto les pone en una situación vulnerable, porque ninguno puede resolver sus emociones.
Una de las experiencias más tristes que puede vivir una persona en momentos difíciles es pensar que, por sentir lo que siente, Dios no está. David veía a Dios, aún en los momentos difíciles. David decía: Aún en medio de todo lo que me ocurre, tú estás conmigo. Hay situaciones que no nos explicamos por qué suceden, pero una cosa sí debes estar seguro: Dios está contigo. David expresaba: Si estoy alegre, tú estás; si estoy triste, tú estás; si diciendo al Seol, allí tú estás conmigo.
Si estás pasando por momentos difíciles y el dolor que sientes en el alma es real, entiende hoy que más real es el Dios al que tú le sirves. Tus emociones no determinan si Dios está o no está. Si has aceptado al Señor como tu Salvador personal, Dios está contigo. No hay mejor solución en una crisis emocional que saber que Dios está. Él es el que te dice: No te dejare, hasta que haya hecho lo que te he dicho.
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