Una imagen común de la navidad es ver a los padres de Jesús viendo como lo abrazan y lo tienen en el pesebre, pero hoy quiero decirte que cuando veas esa imagen recuerdes que ahora eres tu el que estás en sus brazos, desde el primer día que has decidido seguirle, él te ha tomado en sus brazos y jamás te soltará.
El necesito venir a la tierra para vivir como nosotros, para padecer nuestras necesidades, ser tentado en todo pero sin pecado, reír y llorar con nosotros, estar compartiendo con sus hermanos para mostrarles el camino eterno.
El necesito nacer y ser criado como un niño en brazos de sus padres, necesito morir en la cruz y resucitar al tercer día; y todo fue para que hoy nosotros podamos acudir a él con toda libertad, todo fue para que seamos nosotros los que estemos en sus brazos, en brazos del único Salvador.
“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Juan 10:27-28
Recuerda que siempre podrás contar con el amor de Jesús, cualquiera sea tu situación, el nos consuela en sus brazos, nunca nos desechará y nadie nos podrá arrebatar de sus manos.
“Pero el ángel les dijo: «No tengan miedo. Miren que les traigo buenas noticias que serán motivo de mucha alegría para todo el pueblo. Hoy les ha nacido en la ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor. (…) De repente apareció una multitud de ángeles del cielo, que alababan a Dios y decían:
«Gloria a Dios en las alturas,
y en la tierra paz a los que gozan de su buena voluntad.»”
El nació para que hoy podamos descansar y alegrarnos en sus brazos.
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