Juan 20:11-15 “Pero María estaba fuera llorando junto al sepulcro; y mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro del sepulcro; y vio a dos ángeles con vestiduras blancas, que estaban sentados el uno a la cabecera, y el otro a los pies, donde el cuerpo de Jesús había sido puesto. Y le dijeron: Mujer, ¿por qué lloras? Les dijo: Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto. Cuando había dicho esto, se volvió, y vio a Jesús que estaba allí; mas no sabía que era Jesús. Jesús le dijo: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré.”
Acababa de morir Jesús, la esperanza de todos sus discípulos había muerto, lloraban con un gemir que compungían sus almas, muchos de nosotros hemos llorado así, muchos de nosotros le hemos tenido al frente pero no podemos verle, no sólo había muerto Jesús sino que María pensaba que se lo habían llevado, nosotros también hemos pensado así, cuando pasamos por una situación y pensamos que aún puede pasar algo peor.
Había muerto el Señor y ahora María no sabía dónde podía estar, hemos estado como María, con una actitud que no nos permite ver al Señor, nuestros ojos están tan llenos de lágrimas que somos incapaces de ver al Señor, ella había visto a dos ángeles, había visto al Señor y no les había reconocido, en ocasiones nuestra angustia es tan grande que llegamos a creer que Dios está muerto.
Pero no, Dios está peleando la batalla por ti, en ese momento en que María pensaba que se habían robado el cuerpo del Señor, Él estaba frente a la muerte diciéndole ¿Dónde está muerte tu aguijón? Estaba venciendo la muerte, mientras lloras, mientras gimes, Jesús está luchando la batalla por ti, así lo ha prometido.
María estaba buscando a Jesús, la traducción literal del griego de su expresión es “yo lo cargaré”, no importa como sea tu situación fortalécete en Él, su fe en ese momento fue tal que quería saber dónde estaba para llevarlo por sí misma, en esa necesidad, levántate, limpia las lágrimas de tus ojos, dedícate a buscar su rostro y verás su bendición, verás cómo cambia tu enfermedad en salud, lo hará porque Él es bueno, aunque no le veas, Él actúa porque vive y reina sobre tu circunstancia, deja de creer que te alcanzó el diablo, comienza a creer que tu situación es alcanzada por Cristo.
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