No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia” Isaías 41:10
El día que fui a llevar a mi hijo por primera vez a la escuela, recordé el día cuando el Señor me lo dió y él vino al mundo. Fue un milagro, no podía creer que ya era papá. Pero al ver ese pequeño en mis manos, pude decir, este es un milagro de Dios.
No era muy sentimental, pero ese día que el primer hijo nació, me torné muy sentimental, algo se volvió tierno dentro de mí. Sin embargo, el tiempo vuela rápido y al verlo ya un adulto, quedo sorprendido. Aún recuerdo como crecía año tras año y mientras el crecía, crecía también dentro de mí el amor y el cuidado por él. Hoy, sé que que es igual con mi padre celestial.
Él ha prometido que jamás me dejará y que siempre me sustentará. Sé que ha medida que envejezco, su amor se renueva día a día por mi. El Señor es tan bueno a nosotros, él promete nunca abandonarme. Él me sustenta con su mano derecha. Oh, cómo yo quisiera seguir sustentando a mis hijos de la mano derecha, para prever cada paso que ellos dan y para llevarlos día a día por el buen camino y confortarlos cuando las cosas les salgan mal, pero ya no es posible, ya crecieron, pero para Dios yo aunque crecido sigo contando con su mano.
Él sigue a mi lado y por eso yo lo exalto y lo glorifico con todo mi corazón. Por eso el Salmista pudo expresar con total confianza estas palabras: “Tu misericordia es mejor que la vida y por ellos mis labios te alabarán,. Yo te bendeciré mientras viva y levantaré mis manos en tu nombre. Mi alma estará satisfecha y mi boca proclamará cantos de alabanza”. No es para menos, lo menos que puedo hacer para el padre que siempre me acompaña es adorarlo y exaltarlo.
Bendecido es el hombre y la mujer que se gozan en el Señor. Hay satisfacción interna profunda cuando valoramos la presencia y la compañía del Señor. Satisfacción al saber que estoy bajo la sombra de sus alas y rodeado por su amor bondadoso y colmados de bendiciones. Este es un buen día para caminar con esa confianza total en el padre celestial.
Señor, Gracias por sustentarme y sostenerme con tu diestra, por eso puedo decir a mi alma , bendice al Señor, Oh alma mía y no olvides ninguno de sus beneficios, porque él es quien perdona todas tus iniquidades y quién sana tus enfermedades y quién redime tu vida de la destrucción, quién te corona de favores y misericordias y quién satisface tu boca de buenas cosas y además quien renova tus fuerzas como las águilas. Señor, en este día quiero vivir muy agradecido por tus bondades y misericordias. Gracias por tu sustento y tu fuerza. Amén.
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