Hubo muchas cosas, en la vida de Abraham, que permitieron que Abraham alcanzara la manifestación de la promesa de Dios para su vida.
El capítulo 4, del libro de Romanos, tiene como título “El ejemplo de Abraham”. A diferencia de los hombres de Dios que encontramos en la biblia, nosotros tenemos la ventaja de tener la palabra escrita. Podemos buscar las promesas de Dios en su palabra, mientras que estos hombres tenían que esperar para, de acuerdo a los resultados en sus vidas, entonces saber si estaban haciendo o no la voluntad de Dios.
El problema es que, cuando tienes que esperar que el mundo reaccione para entonces saber si estás o no en la voluntad de Dios, se puede perder mucho tiempo.
Abraham perdió trece años de su vida creyendo que Ismael era el hijo de la promesa. Por trece años, Dios no le habló. Por supuesto, para una persona que iba a vivir ciento setenta y cinco años, perder trece años no es mucho. Pero imagina tú perder trece años de tu vida.
Nosotros no tenemos que esperar a que el mundo reaccione, así que podemos alinear nuestras vidas, no en base a la reacción de las circunstancias a nuestras acciones, sino a la revelación que recibimos de la palabra de Dios.
Pero, para nosotros entonces vivir esas promesas y manifestarlas, lo primero que tenemos que entender que las promesas de Dios son parte de nuestra nueva naturaleza en Cristo. De la misma manera, para ver las promesas de Dios manifestadas en tu vida, tienes que creer que la biblia es la palabra de Dios.
Tú no puedes permitir que la gente te razone fuera de tu milagro.
Hay personas que aceptan la enfermedad como parte de la edad. Eso es razonarte fuera de lo que dice la palabra de Dios. La palabra de Dios dice que por su llaga tú has sido curado, y que él te va a dar vida, y vida en abundancia. Tú tienes que creerle a Dios por tu sanidad. No puedes razonarte fuera de tu milagro.
Hay personas que se han razonado fuera de su libertad financiera, viendo la crisis económica, y con el pensamiento de que las cosas van a cambiar con el tiempo. Lo que hacen es razonarse fuera de la palabra de Dios, que dice que él te puede prosperar en tiempos buenos y en tiempos malos, en tiempo circunstancias difíciles y en tiempos de abundancia.
Es Dios quien te prospera. No te razones fuera de lo que Dios te ha prometido.
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