sábado, 1 de junio de 2013

Proceso natural

Hay un proceso natural por el que todos pasamos cuando enfrentamos crisis en nuestra vida, y es necesario que lo pasemos para poder perseguir, alcanzar y recuperar todo lo que nos han querido robar. Tienes que pasar de amargura al miedo, y del miedo a la fortaleza.
Para lograrlo, es necesario que reconozcas la existencia y la importancia de tu hombre interior. Recuerda que esta era la parte que estaba muerta, antes de tú conocer a Cristo, y esa fue la parte que revivió, cuando tú le entregaste tu corazón al Señor.
Ese hombre interior es tu punto de conexión con Dios. Cuando la presencia de Dios viene sobre tu vida, tiemblas, lloras, ríes, porque tu cuerpo no resiste la presencia de Dios. Dios no puede conectarse contigo por el cuerpo. Tampoco puede hacerlo con tu mente. ¿Por qué? Porque él no cabe en tu mente.
Quizás piensas que nunca has escuchado a Dios, pero es que has estado esperando escucharlo con tus oídos, cuando realmente a Dios lo escuchas con tu espíritu, desde tu hombre interior, y no has entendido que es Dios quien te ha estado hablando.
Dios puede dar pensamientos a tu mente, pero no te puede dar todo de sí en tu mente. Él no cabe ahí.
La necesidad de tu hombre interior es diferente a la necesidad de tu cuerpo y de tu mente. Tú no puedes renovar tu hombre interior durmiendo, y no puedes hacerlo entreteniéndote. Tu hombre interior necesita lo que tu mente no entiende, lo que tu cuerpo no comprende. Tu hombre interior necesita una palabra, tu hombre interior se deleita en la ley de Dios, tu hombre interior a veces te levanta de madrugada y tu mente pregunta si no podría ser a otra hora. Pero es que a otra hora tu mente no le prestaría atención a lo que Dios tiene que decirte, y tu cuerpo estaría de camino a otro lugar.
Tu hombre interior es el que activa el cielo en ti. Cuando es el hombre interior el que funciona, el que se activa, la eternidad de Dios comienza a fluir, el cielo comienza a fluir, las respuestas no son respuestas naturales, sino respuestas divinas, son respuestas celestiales; lo que fluye es directamente del cielo, y en el cielo siempre hay orden, siempre hay paz, siempre hay victoria.
Lo que le hace falta a tu matrimonio es un poco de cielo; en tus finanzas, lo que falta es un poco de cielo; en tu mente, lo que hace falta es un poco de cielo; en tu trabajo, lo que hace falta es un poco de cielo; pero el cielo se manifiesta a través de ese hombre interior que comienza a recibir y proyectar revelación del cielo.
Cuando es tu hombre interior quien te da la victoria, la victoria es permanente, es eterna, porque se construye bajo revelación y bajo relación, no bajo emoción. Las cosas son diferentes.
Tristemente, hay gente que lleva años en la iglesia y están descuidando lo que un día Dios vivificó. Antes no faltaban a un servicio en su iglesia, pero ahora hay que dormir un poco más. La excusa es que necesitan más tiempo para su familia, cuando en realidad tu familia la tienes porque un día tu hombre interior se fortaleció, porque cuando no tenías familia escuchabas palabra de parte de Dios que te devolvió la familia y ahora estás poniendo en peligro la familia que Dios te dio, porque tienes trabajo, cuando ese trabajo Dios te lo dio porque, cuando tú no pensabas nada bueno de ti, cuando tú no tenías autoestima, Dios creyó en ti.
Si tu hombre interior no está vivificado, ¿con quién se va a relacionar el Espíritu Santo? El Espíritu Santo no es para que tú lo sientas, y no es para que tú llores o te rías; el Espíritu Santo está para fortalecer tu hombre interior.
El hombre interior no se fortalece de pie, se fortalece de rodillas, se fortalece leyendo la palabra, se fortalece adorando a Dios.

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