lunes, 3 de junio de 2013

Ecuación

La filosofía, la religión, y ciertos pensamientos sutiles, nos pueden llevar a pensar que nuestro camino es más fácil si nos ajustamos a nuestras circunstancias, limitando así nuestra capacidad como creyentes de provocar nuestra fe.
Algunos tratamos de ser alpinistas, escalando la montaña paso a paso, en vez de pararnos firmes y creerle a Dios que él la puede remover.
¿Cuán fuerte es tu convicción, por encima de tu razonamiento?
Dios no cabe en el razonamiento, sino únicamente en nuestra convicción. No es que tengamos que dejar el razonamiento, pero nunca el razonamiento puede opacar nuestro potencial de creer, y nuestro potencial de provocar por fe.
No se trata de que no planifiquemos, no es que no ahorres, no es que no te prepares, es que ejerzas tu fe, porque si no hay fe envuelta, entonces sacaste el factor divino, porque lo único que pone a Dios en una ecuación es tu fe.
Si no necesitaras creer, si no necesitaras provocar tu fe, entonces no necesitarías de Dios.
Lo que el mundo te quiere quitar no es a Dios; lo que el mundo te quiere quitar es la fe. El mundo no tiene nada personal contra nosotros, pero sí contra Dios. Por eso es que el mundo lo que quiere es quitar lo único que le trae placer a Dios.
Un ejemplo de esto es la ofrenda. Al mundo no le molesta que tú cooperes con causas benéficas, y no le molesta que tú des limosnas. El mundo se molesta, y no está de acuerdo con que tú ofrendes, porque cuando ofrendas ejerces tu fe.
El mundo prefiere decirte que des para que te sientas mejor, para que sientas que ayudaste, para que sientas que contribuiste con una buena causa; pero no que des creyéndole a Dios por cosas más grandes.
El problema del mundo no es que se pida ofrenda en las iglesias, sino que te pidan que creas que si tú das, vas a recibir.
La tradición dice que des sin esperar nada a cambio, pero la biblia dice todo lo contrario.
Dice la palabra del Señor, en Gálatas 6:9, que no nos cansemos de hacer el bien, porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos.
Si tú siembras, espera cosechar. Puede que no coseches mañana, pero no te canses de esperar, y de hacer lo que tienes que hacer, porque a su tiempo tú vas a cosechar.
La biblia no dice que des sin esperar nada a cambio; lo que pasa es que eso suena más bonito, pero el hecho de que suene bonito, no lo hace verdad.
Muchos de nuestros sueños han sido cancelados por malas interpretaciones que han limitado tu acceso a lo que Dios tiene para ti, haciéndote creer que no debes pedir mucho, y que no debes esperar nada a cambio.
El problema es que los creyentes tienden a tomar el mensaje únicamente para el razonamiento, y no para provocar fe en su vida. La palabra de Dios va más allá de activar un pensamiento positivo en tu vida. La palabra de Dios es sembrada en tu corazón para levantar fe.
El mundo quiere hacerte creer que estás loco, por tu fe en Dios, cuando verdaderamente es el mundo el que está loco, tratando de vivir sin fe, porque la única manera de vivir en este mundo es con fe.
Tienes tanta fe, que ya hiciste planes para mañana. ¿Quién te dice que vas a estar aquí mañana? Quizás tienes cita la próxima semana. ¿Quién te dice que vas a llegar a la próxima semana? Puede que estés planificando unas vacaciones con meses de anticipación. ¿Quién te dice que vas a llegar allá?
Eso también es fe, sólo que es fe inconciente.
Pero por qué no tomamos eso inconciente y lo hacemos conciente, como una declaración de fe, y le creemos a Dios por nuestros sueños, y no nos dejamos engañar por ideas que suenan buenas, pero que van dirigidas a erradicar de nuestra vida el factor de creer.

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