Hay una historia verídica sobre el director de una universidad. Un hombre muy respetado como líder, cuya esposa tuvo mal de Alzheimer y su condición empeoraba con el paso de los meses. Después de algún tiempo, la enfermedad había afectado tanto su mente que ni siquiera podía reconocer a su marido. Como tenía una buena posición económica el hombre pudo contratar enfermeras para cuidar a su esposa. Un día, anunció a la junta de la directiva de la universidad que renunciaría para poder cuidar a su esposa el tiempo completo. Los miembros de la junta de la directiva intentaron convencerlo de lo contrario y le rogaban para que él se quedara. Uno de ellos preguntó: “Con todo respeto, señor ¿por qué insiste en renunciar? Su esposa ni siquiera lo reconoce”. El director de la universidad lo miró a los ojos y respondió: “Hace más de cincuenta años me comprometí con esta mujer. Ella tal vez no sepa quién soy yo. Pero yo sí sé quién es ella”.
Esa es la clase de compromiso que nos hace falta hoy en día en nuestras relaciones.
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