“Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre”.
San Mateo 19:4
No existe camino difícil si andamos juntos.
Si nos tomamos de las manos y seguimos un rumbo fijo.
Pueden soplar las tempestades e intentar derivar lo que juntos construimos.
Pueden intentar las muchas aguas y pruebas de la vida apagar nuestra llama.
Pero sigue ardiendo en nuestros corazones el fuego porque esto es amor verdadero.
Y lo que es real no se compara con lo efímero o pasajero.
Porque el amor es fuerte cuerda difícil de romper y sus nudos que están bien atados, no se pueden deshacer fácilmente.
Es que lo que tenemos tu y yo es fuerte.
Dios nos unió para amarnos y construir juntos una vida.
Y en nuestra vida hay momentos de tristeza, pero también de felicidad.
A veces la barca se tambalea, pero luego vuelve a su lugar y se dirige hacia tierra firme.
Nosotros decidimos un día que uniríamos nuestras vidas para siempre sin importar lo que tuviéramos que enfrentar.
Mi corazón sigue latiendo por ti como aquel día cuando frente al altar te prometí que te amaría por el resto de mis días.
No pienso quebrantar ese juramento.
Y sé que mientras nos mantengamos unidos cosas maravillosas habrán de sucedernos porque este amor tuvo un principio pero no tiene final.
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