La generosidad tiene que ver con la actitud de “dar”, que de acuerdo a la enseñanza bíblica, es mejor que recibir.
El mejor modelo de generosidad es el mismo Señor Jesucristo que dio hasta su vida por la salvación de una humanidad que no lo merecía, sin embargo él se entregó voluntaria e incondicionalmente.
El pacto del matrimonio fue diseñado para que cumpliera el objetivo de la unión de un hombre y una mujer para amarse, apoyarse, compartir y disfrutar de la vida mutuamente. Para alcanzar este objetivo es fundamental el ingrediente de la generosidad. Sin generosidad es prácticamente imposible lograr el nivel de estabilidad emocional que un matrimonio necesita para mantenerse saludable.
La generosidad implica la decisión de servir al cónyuge con excelencia, darle la atención que necesita, suplir sus necesidades, apoyarle, animarle, levantarle el ánimo, levantar su autoestima, etc.
Darse generosamente al otro, significa darse incondicionalmente y con alegría, no por obligación, sino por convicción de que es un principio bíblico ensenado por Jesucristo y que va a producir un fruto abundante en nuestras vidas de amor, paz, gozo, fe, bondad, benignidad y dominio propio.
Si nuestra misión en el Matrimonio es amar al cónyuge y encargarnos de su bienestar, hagámoslo con generosidad, hagámoslo con excelencia.
La formidable promesa de Dios que nos diseñó y nos creó, es que si sembramos generosamente, generosamente también cosecharemos. Es una ley universal! Todo lo que siembres, eso recogerás. Tenemos que tener fe y confianza de que si Dios nos da esa promesa, es porque así es.
La cosecha la obtendremos tarde o temprano, pero no desmayemos nunca de hacer la voluntad de Dios.
La motivación correcta para darnos generosamente en el matrimonio, no es para obtener nada a cambio, ni porque el cónyuge lo merezca o no; sino para honrar la palabra de Dios. Lo maravilloso es que cuando lo hacemos con esta motivación, entonces obtenemos la recompensa que Dios nos promete.
Si tu matrimonio no está muy bien, empieza a practicar la generosidad a la manera de Dios y confía en sus promesas. Si tu matrimonio está bien, fortalécelo con generosidad incondicional
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