Casi toda mujer, por naturaleza, se aferra a las heridas que le han ocasionado en el pasado, a tal punto, de guardar en su corazón recuerdos muy tristes y dolorosos que la mantienen atada a las personas que le hicieron daño. Si eres una de ellas, debes saber que esa falta de perdón te hace vivir encadenada a un sentimiento que seca tu vida y no te permite prosperar espiritualmente, por consiguiente, te impide a que avances a lo que Dios tiene preparado para ti.
Perdonar no significa olvidar. Tú puedes recordar, pero decides no permitir que esos recuerdos te amarguen, es decir, decides no revivir una y otra vez esa ofensa en tu mente. Perdonar a alguien no significa que lo que hizo fue correcto, sino, liberarte de las ataduras de cargar con el daño, el dolor y el rencor que contaminan tu corazón. Jesús dijo: “Y cuando estén orando, si tienen algo contra alguien, perdónenlo, para que también su Padre que está en el cielo les perdone a ustedes sus pecados” (Marcos 11:25, NVI).
Cuando optas por no perdonar, terminas caminando en oscuridad, la Biblia dice: “Pero el que odia a su hermano está en la oscuridad y en ella vive, y no sabe a dónde va porque la oscuridad no lo deja ver” (1 Juan 2:9-11, NVI). La falta de perdón no te deja ver con claridad y te lleva a cometer muchos errores, te enfermas y te amargas. Por otra parte, las demás personas lo notan en tu rostro, en tus palabras y acciones. Pero cuando decides perdonar, no solo te beneficias a ti misma, sino también a las personas que te rodean. El perdón abre tu mente y tu corazón, además permite que el Espíritu Santo trabaje con libertad en ti.
El perdonar es una decisión, no es un sentimiento. Quizá no sientas deseos de perdonar, pero hazlo por fe en el Nombre de Jesús. Al transcurrir el tiempo, esa determinación te dará más gozo del que puedas imaginar, porque el perdón traerá libertad y sanidad a tu alma.
No permitas que la falta de perdón limite lo que Dios quiere hacer en tu vida. Pídele a Dios que te de un corazón perdonador y ¡CAMINA HACIA LO QUE DIOS TIENE PREPARADO PARA TI!
A quien ustedes perdonen, yo también lo perdono. De hecho, si había algo que perdonar, lo he perdonado por consideración a ustedes en presencia de Cristo, para que Satanás no se aproveche de nosotros, pues no ignoramos sus artimañas (2 Corintios 2:10, 11, NVI)
De modo que se toleren unos a otros y se perdonen si alguno tiene queja contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes (Colosenses 3:13, NVI)
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