El salmista decía: Bendice alma mía a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre; Bendice alma mía a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios. No era una sugerencia, sino una orden. Cuando adoras, no dejas espacio a la queja. Pero no siempre comienzas ni terminas tu día así. Todo el que se queja es porque no alaba y adora. Si celebras a tu cónyuge, no tienes espacio para quejarte. ¿Cómo llegas a eso? Estando enamorado. En el noviazgo, nada de lo negativo que otro te dijera, te afectaba; Cuando ya la emoción se va, ahora vez lo que tu madre siempre vio. ¿Qué tienes que hacer? No verlo como ella lo ve, porque no es ella la que se enamora, sino tú. Dale una orden a tu mente. Por eso tantos problemas en nuestras relaciones: Nos quejamos más de lo que celebramos. Así que, lo primero que pasa cuando comienzas a adorar correctamente a Dios, es que la queja se va.
En segundo lugar, cuando adoras a Dios correctamente, te mantienes humilde. La adoración te mantiene sencillo porque reconoces quien es Dios en tu vida, que no es por tus obras, que lo que tienes proviene de Él, que lo que has logrado es porque Él te lo entregó, Él te lo dio; Que no son tus habilidades, sino Dios. Esa es una clave de promoción en tu vida; La Palabra dice: Humillaos pues bajo la poderosa mano de Dios para que Él os exalte cuando fuere tiempo. La persona que adora, celebra y reconoce a Dios en todas las cosas, se mantiene humilde.
En tercer lugar, cuando tú vas a orar, es importante tu corazón como adorador porque te mantiene enfocado en Dios y no en ti. Tú no eres el centro del universo; Lo que te pasa a ti, no es lo más importante que está pasando en este mundo. El problema tan grande que tienes, no es lo más grande; Tú estás preocupado por algo, pero hay quien está preocupado porque no tiene comida. Tu preocupación quizás es que tu casa no está pintada como quisieras, mientras la preocupación de otro es que no tiene casa. Las preocupaciones pueden tornarte egoísta, te llevan a centrarte en ti, en lo que te pasa a ti. Aún los cristianos caemos en eso, en pensar en lo tuyo, en tu manera de pensar. Y lamentablemente, así son las oraciones de muchos. Tus oraciones serán más efectivas, el día que aprendas a interceder por otro y te des cuenta que tus preocupaciones son nada comparadas con las de otro; Y, tu fe, deberías usarla a favor de otros, porque tus preocupaciones ya tú debes saber que Dios las va a resolver, así que mejor concéntrate en otra cosa. Mientras tú pienses que el mundo gira alrededor de tu preocupación, nunca estarás satisfecho.
Cuando tú adoras a Dios, te sales del centro. No se trata de cantar la canción que a ti te gusta, sino la que va en línea con lo que tú sabes y conoces y reconoces de Dios y que te lleva a su presencia. Tú no eres el centro; Tú no salvas a nadie, no sanas a nadie, así que, si tú no llegas a tu iglesia, no hay problema, después que Dios llegue. Jesús, en una ocasión, dijo que uno más grande que el templo estaba allí; No era necesario el templo; Hay uno más grande que el templo, que no se ha ido. Tú puedes irte, siempre que Dios no se vaya; Mientras Dios esté, todo va a estar bien para aquellos que sabemos que Él es el centro. Cuando tú adoras a Dios, Él es tu centro, tu enfoque; Lo miras, ves su grandeza en tu vida, y todas las cosas cambian.
Tus preocupaciones no son tan grandes como para que tú te pongas en el centro de todo. Dios es el centro de todas las cosas.
Reconoce que tu preocupación ha venido porque te has hecho a ti mismo el centro de todo; Pero tú no eres el centro de todo; Dios es el centro de todas las cosas, del universo. Todo lo que pasa es por Él y para Él. Dale gracias a Dios, pídele perdón, y ponlo una vez más en el lugar más importante en tu vida; Adórale.
“18 No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, 19 hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; 20 dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.” Efesios 5:18-20
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