“10 Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas. 11 El corazón de su marido está en ella confiado, y no carecerá de ganancias. 12 Le da ella bien y no mal, todos los días de su vida.” Proverbios 31:10-12
Una de las claves que hacían de esta, una mujer virtuosa, eran los resultados económicos que traía a su casa. Claramente, la Biblia dice que esta mujer traía ganancias a su hogar. Definitivamente, la mujer juega un papel muy importante dentro de la familia, y en los resultados económicos; Y Dios quiere esa libertad económica para cada mujer, independientemente de su estatus civil. Por naturaleza, la mujer está orientada a las relaciones; Relación con el esposo, con los padres, con los hijos; Y, muchas veces, su vida gira alrededor de estas. Pero hay varias cosas muy importantes a tener presentes para poder tener una buena relación específicamente con las finanzas y con el dinero.
Lo primero, tu valor propio. Lo primero que dice esta escritura acerca de esta mujer es que su estima, el valor que se da a sí misma, sobrepasa al de las piedras preciosas. Algo que toda mujer necesita entender es que su definición de quién es, qué merece – que no es otra cosa que autoestima, valor propio, lo que piensas acerca de tu inteligencia, de tus logros, de tus capacidades, de ti misma – siempre va a afectar tu relación con el dinero. No hay tal cosa como tener una autoestima saludable y una pobre relación con el dinero. De la misma manera, los caballeros; Tu autoestima, la forma en que te ves, como te visualizas a ti mismo determina tus decisiones, lo que vas a hacer, cómo actúas con el dinero.
La religión, por ejemplo, ha atado a muchos, queriendo romper nuestra relación con las finanzas; Nos enseña que tenemos que ser humildes – y no hay nada malo con eso; Pero ser humilde no quiere decir que tenemos que ser pobres. Eso es una apreciación incorrecta de tu valor que se va a ver reflejada en tus finanzas. Tu valor viene de tu relación con el Señor, de conocerte a ti mismo. Puede, además, que cometas el error de invertir o gastar, sin darte cuenta que lo haces como resultado de un déficit emocional, y cuando abres tus ojos tienes las tarjetas de crédito al límite, cuando lo que necesitabas era cambiar la perspectiva de ti mismo, la manera en que te estabas viendo o que alguien te hizo ver.
Proverbios 31 comienza hablándonos de la estima de la mujer virtuosa, pero el segundo verso, nos habla inmediatamente acerca de su relación con su esposo; Y el resto del capítulo, acerca de su relación con sus criadas, con sus hijos, porque la mujer se caracteriza por sus relaciones, pero también por el cuidado de ellas y de muchas cosas. Por lo general, la mujer no quiere tener nada que ver con las finanzas; Cuida del esposo, de los padres, de los hijos y su educación, de tantas cosas, pero no quiere ni pensar en trabajar con las cuentas, con los acreedores. Si este es tu caso, tienes que cambiar tu pensamiento, porque piensas que no te relacionas con las finanzas, pero la realidad es que sí tienes una relación, una disfuncional, una que quieres hacer desde lejos, como toda relación disfuncional.
Quizás no te involucres en las fianzas porque piensas que cargarías con una responsabilidad muy grande; Es más fácil dejársela a otro. Hay sociedades que creen y enseñan que las mujeres no deben manejar las finanzas. Puede que tengas miedo a tomar decisiones financieras; Hay quienes se sienten poco capacitados, sienten que es demasiada presión. En el pasado, la mujer se quedaba en la casa; En los tiempos que vivimos, muchas se ven obligadas a trabajar por la presión económica, que exige que haya dos salarios en el hogar; Otras, lo hacen porque quieren desarrollarse. Y el beneficio es obvio: Cuando tenemos a alguien interesado, que las finanzas del hogar son una prioridad, tenemos mejores resultados. Si tú tienes una relación disfuncional con el dinero, no quieres tomar la responsabilidad, eso se resuelve como se resuelven todas las relaciones disfuncionales: Primero, tienes que reconocer tus errores. Pregúntate qué errores has cometido en tu relación con tus finanzas. Quizás no le has prestado la atención que merece, no has aprendido lo que necesitas aprender para tomar las decisiones que tienes que hacer, has tomado decisiones erróneas, lo has delegado. Tienes que aceptar y reconocer cuáles han sido tus errores en cuanto a tu relación con las finanzas. Quizás no has hecho los cálculos debidos, no tienes consciencia de cuánto tienes, cuánto gastas, cuánto te queda. Diezmar es algo que te ayuda a tener consciencia de cuánto te queda, porque te lleva a hacer el cálculo y puedes ver en qué estás usando tu dinero. Reconoce cuál fue tu error. En segundo lugar, tienes que tomar responsabilidad, la responsabilidad que te corresponde a ti, qué has hecho bien y qué no. Y lo tercero es tomar las medidas necesarias: ¿Dónde estás hoy? ¿Qué es lo que quieres alcanzar? Y, ¿qué tienes que hacer para alcanzarlo?
En la Palabra, se nos habla de una mujer que queda viuda, y los acreedores iban a llevarse a sus hijos como esclavos en pago por las deudas. El problema de esta mujer no haberse involucrado en el momento de las decisiones de su esposo, provoca que ahora que su esposo no está, ella quede responsable de algo que no sabe cómo resolver. Interesante que ella aclara que su esposo era un siervo de Dios, pero aún las personas que le sirven al Señor, toman decisiones equivocadas que pueden afectar las finanzas. Si ella quizás hubiera estado más involucrada, si quizás él le hubiera permitido, no hubieran llegado a ese punto, o como mínimo hubiera estado consciente. Pero esta mujer hizo lo que hay que hacer, toma responsabilidad, va ante el profeta, ante el hombre de Dios, actúa, y la Biblia nos muestra el milagro que ocurre en esa ocasión: El aceite se multiplica.
Quizás hoy estás en una situación similar, pasando momentos difíciles económicamente hablando. Quizás, como esa mujer, nunca habías enfrentado una situación como esa de tener que trabajar, mantener a tus hijos, y hoy estás en este momento crucial y no sabes qué hacer. El profeta dio a aquella mujer instrucciones para poder salir de la situación en que se encontraba y ver el milagro de provisión en sus vidas. Oramos que recibas esta revelación, y seas sensible a la voz del Espíritu que te da las instrucciones para que tú también veas la mano providente de Dios obrando el milagro en tu vida.
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