Dios es capaz y está dispuesto
Quiero, por lo tanto, insistir en que todos los que no tienen nada de bueno, que no tienen ni siquiera un buen sentimiento para recomendarse a Dios, crean firmemente que nuestro misericordioso Dios es capaz y está dispuesto a recibirlos para perdonarlos espontáneamente, sin nada que los recomiende, no porque ellos sean buenos, sino porque él es bueno. ¿No hace que el sol brille sobre malos y buenos? ¿No es él que da temporadas fructíferas, y a su tiempo envía lluvias del cielo y hace que salga el sol sobre las naciones más impías? Sí: a la misma Sodoma bañaba el sol, y el rocío caía sobre Gomorra.
Oh, amigo, la gracia inmensa de Dios sobrepuja mi entendimiento y tu entendimiento, y anhelo que la aprecies como se lo merece. Tan alto como está el cielo sobre la tierra están los pensamientos de Dios sobre nuestros pensamientos. Perdona abundantemente. Jesucristo vino al mundo para salvar a los pecadores: el perdón corresponde al culpable.
No intentes presentarte diferente a lo que realmente eres; sino que, tal cual eres acude al que justifica al impío. Cierto famoso pintor iba a pintar un cuadro de un sector de su ciudad y quería incluir en el cuadro ciertos personajes conocidos por todos. Entre los que quería incluir se encontraba cierto barrendero rudo, andrajoso y sucio.
--Venga usted a mi taller y permítame retratarle, pagándole yo la molestia, --le dijo un día el pintor al barrendero.
Al día siguiente por la mañana se presentó el hombre en el taller; pero muy pronto fue despachado, porque estaba lavado, peinado y bien vestido. El pintor lo necesitaba como realmente era él, andrajoso, y no le había invitado en otra categoría. De la misma manera, el Señor te recibirá si acudes a él como pecador, pero no de otro modo. No procures reformarte, deja que Jesús te salve inmediatamente. Dios justifica al impío, lo que equivale a decir que te recoge a ti donde estés en este momento, y te recibe aun en el estado más deplorable.
Ven como estés. Quiero decir, ven a tu Padre celestial con todo tu pecado y pecaminosidad. Ven a Jesús tal como eres, espiritualmente leproso, sucio, desnudo, no apto para vivir ni para morir. Ven, tú que eres como los escombros de la creación. Ven, aun cuando no te atreves a esperar más que la muerte. Ven, aun cuando la desesperación te oprime el pecho cual horrible pesadilla. Ven, pidiendo que el Señor justifique a un impío más. ¿Por qué no lo haría? Ven ya, porque esta gran misericordia de Dios es para personas como tú.
Lo digo en las palabras del texto por que no se puede expresar en términos más fuertes: El Señor Dios mismo se adjudica este título bendito: “El que justifica al impío” Él hace justos, y hace que se traten como justos a los que por naturaleza son impíos. ¿No te parece este mensaje maravilloso para ti? Querido lector, no te levantes de tu silla hasta haber reflexionado bien sobre este asunto.
Quiero, por lo tanto, insistir en que todos los que no tienen nada de bueno, que no tienen ni siquiera un buen sentimiento para recomendarse a Dios, crean firmemente que nuestro misericordioso Dios es capaz y está dispuesto a recibirlos para perdonarlos espontáneamente, sin nada que los recomiende, no porque ellos sean buenos, sino porque él es bueno. ¿No hace que el sol brille sobre malos y buenos? ¿No es él que da temporadas fructíferas, y a su tiempo envía lluvias del cielo y hace que salga el sol sobre las naciones más impías? Sí: a la misma Sodoma bañaba el sol, y el rocío caía sobre Gomorra.
Oh, amigo, la gracia inmensa de Dios sobrepuja mi entendimiento y tu entendimiento, y anhelo que la aprecies como se lo merece. Tan alto como está el cielo sobre la tierra están los pensamientos de Dios sobre nuestros pensamientos. Perdona abundantemente. Jesucristo vino al mundo para salvar a los pecadores: el perdón corresponde al culpable.
No intentes presentarte diferente a lo que realmente eres; sino que, tal cual eres acude al que justifica al impío. Cierto famoso pintor iba a pintar un cuadro de un sector de su ciudad y quería incluir en el cuadro ciertos personajes conocidos por todos. Entre los que quería incluir se encontraba cierto barrendero rudo, andrajoso y sucio.
--Venga usted a mi taller y permítame retratarle, pagándole yo la molestia, --le dijo un día el pintor al barrendero.
Al día siguiente por la mañana se presentó el hombre en el taller; pero muy pronto fue despachado, porque estaba lavado, peinado y bien vestido. El pintor lo necesitaba como realmente era él, andrajoso, y no le había invitado en otra categoría. De la misma manera, el Señor te recibirá si acudes a él como pecador, pero no de otro modo. No procures reformarte, deja que Jesús te salve inmediatamente. Dios justifica al impío, lo que equivale a decir que te recoge a ti donde estés en este momento, y te recibe aun en el estado más deplorable.
Ven como estés. Quiero decir, ven a tu Padre celestial con todo tu pecado y pecaminosidad. Ven a Jesús tal como eres, espiritualmente leproso, sucio, desnudo, no apto para vivir ni para morir. Ven, tú que eres como los escombros de la creación. Ven, aun cuando no te atreves a esperar más que la muerte. Ven, aun cuando la desesperación te oprime el pecho cual horrible pesadilla. Ven, pidiendo que el Señor justifique a un impío más. ¿Por qué no lo haría? Ven ya, porque esta gran misericordia de Dios es para personas como tú.
Lo digo en las palabras del texto por que no se puede expresar en términos más fuertes: El Señor Dios mismo se adjudica este título bendito: “El que justifica al impío” Él hace justos, y hace que se traten como justos a los que por naturaleza son impíos. ¿No te parece este mensaje maravilloso para ti? Querido lector, no te levantes de tu silla hasta haber reflexionado bien sobre este asunto.
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