martes, 17 de abril de 2018

Obedecer

Aprendamos a confiar en el carácter de Dios sin vacilar. Abraham comenzó a enseñarnos acerca de Dios y su fidelidad. Explicó que: Dios siempre hace bien las cosas, incluso cuando pasa un largo tiempo
Cuando pasa mucho tiempo entre lo que Dios promete y su cumplimiento, a menudo actuamos como los niños pequeños que no pueden esperar por la Navidad. No nos gusta esperar y tememos que nos hayan olvidado.

Es simple ver por qué Abraham (cuyo nombre era Abram antes de que Dios se lo cambiara) se transformara en un impaciente. Cuando Dios lo envió a Ur de los caldeos, le prometió que le daría en posesión la tierra de Canaán, que tendría muchos descendientes y que de estos haría una gran nación. El cumplimiento de esa promesa le traería un gozo enorme. Sin embargo, después de diez años, Dios seguía sin mandarle su promesa.

Echemos un vistazo a lo que soportó Abraham en esa década:

- Dejó su familia y país.

- Dios prometió que lo iba a bendecir a él y sus descendientes.
- Vivió durante una hambruna.
- Temió a faraón y le mintió.
- Experimentó conflictos familiares: Lot y él se separaron.
- Cuando secuestraron a Lot, persiguió a los secuestradores y luchó para rescatarlo.
- Todavía no tenía hijo.
- Después de diez años y muchas pruebas, Abraham deseaba saber si seguía en pie el trato. Las Escrituras declaran:


Después de esto, la palabra del Señor vino a Abram en una visión: «No temas, Abram. Yo soy tu escudo, y muy grande será tu recompensa » [....] Luego el Señor lo llevó afuera y le dijo: Mira hacia el cielo y cuenta las estrellas, a ver si puedes. ¡Así de numerosa será tu descendencia! Abram creyó al Señor, y el Señor lo reconoció a él como justo (Génesis 15:1,5-6).

Incluso después de esta declaración de Dios, Abraham seguía sin saber que Dios estaba actuando. En un momento de duda, él y Sara trataron de hacer las cosas a su manera al tener un hijo a través de la esclava de Sara. Sin embargo, los caminos de Dios, y su sentido del tiempo, no son como los nuestros. Aun cuando nos parezca mucho tiempo, Dios siempre hace lo que es bueno y cumple lo que ofrece. Abraham desea recordarnos esto.

Dios siempre hace bien las cosas, incluso cuando lo que dice parece absurdo

Cuando Dios le dijo a Abraham y Sara: «Dentro de un año volveré a verte [...] y para entonces tu esposa Sara tendrá un hijo». Sara se rió y dijo: «¿Acaso voy a tener este placer, ahora que ya estoy consumida y mi esposo es tan viejo?» (Génesis 18:10,12). Aunque enseguida negó que se hubiera reído, había un buen motivo para hacerlo: ¡Tenía ochenta y nueve años de edad! ¡Se pueden imaginar que le iba a gustar explicarles esto a los amigos! ¿Y por qué Dios esperó tanto tiempo para cumplir la promesa?

La respuesta es que Dios deseaba la confianza absoluta de Abraham. Y esta viene solamente a través de las pruebas. Dios cumplió su promesa. El siguiente año Sara dio a luz a Isaac, aunque parecía imposible. Nuestra mente no puede concebir las cosas que Dios es capaz de hacer. Las palabras de Dios a Abraham resumen mejor su habilidad: «¿Acaso hay algo imposible para el Señor?» (Génesis 18:14).

Dios siempre hace bien las cosas, incluso cuando lo cuestionamos.
«¿Han cuestionado alguna vez a Dios? —nos pregunta Abraham—. ¿Se han preguntado en algún momento acerca de su carácter?» Antes de que pudiéramos contestar, continuó: «Yo sí lo he hecho. Cuando el Señor me dijo que iba a destruir la ciudad de Sodoma, donde vivía mi sobrino, Lot, me preocupé. ¡Cómo iba a hacer una cosa semejante! —me pregunté». Abraham pasó a describir cómo habló con Dios concerniente a Sodoma. Atrevidamente le preguntó a Dios: «¿De veras vas a exterminar al justo junto con el malvado?» (Génesis 18:23). Entonces comenzó a negociar, pidiéndole a Dios que tuviera piedad de la ciudad por causa de cincuenta justos, luego cuarenta y cinco, después cuarenta, treinta, veinte, y así hasta llegar a diez. Solo que no lo dejaría ir.

Sin embargo, Dios es justo así como bueno. Honró la petición de Abraham; salvó a los pocos justos que vivían en Sodoma y destruyó a la depravada ciudad. Al final, Abraham proveyó la respuesta a su propia pregunta cuando observó: «Tú, que eres el Juez de toda la tierra, ¿no harás justicia?» (Génesis 18:25). Dios es un juez justo. Del mismo modo que preservó al inocente en Sodoma, nos cuidará a ti y a mí. Dios siempre hace bien las cosas, incluso cuando no comprendemos

La tremenda prueba de la confianza de Abraham vino cuando Dios le pidió que sacrificara a su amado hijo, Isaac. ¿Por qué Dios quería que Abraham matara a su hijo de la promesa? Esto no tenía sentido; parecía que iba en contra de la promesa de Dios que haría de los descendientes de Abraham una gran nación.

En ese entonces Abraham no cuestionaba ni dudaba. Simplemente se levantó temprano a la mañana siguiente para hacer lo que se le había pedido. Después de muchos años de hacer preguntas, negociaciones y de rebelarse a la dirección de Dios, Abraham finalmente procuró ser obediente. Había aprendido el secreto de caminar con Dios: Confiar y obedecer. Dios había sido fiel a cada promesa que había hecho y Abraham confiaba en su carácter. Al fin comprendió que nosotros no deberíamos tratar de entender a Dios hasta que le obedezcamos primero.

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