Antes de comenzar a tratar este articulo el cual es de autoria del Pr. Edward Sanchez es importante dejar en claro ¿que enseña la biblia en cuanto al hombre y a la mujer en el matrimonio? Y la respuesta aunque dejara a muchos sorprendidos por sus vanos conservadurismos tanto de los que lo dicen ser, como de aquellos que los atacan fervientemente y es que las sagradas escrituras afirman que ante Dios ninguno es superior, aunque sí con distintas atribuciones. En Cristo todos los creyentes cristianos somos iguales y tenemos los mismos derechos. La evidencia bíblica es abundante para afirmar que la mujer es igual al hombre en cuanto a su valor.
En Cristo todos somos uno. "...no hay varón, ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo" (Galatas 3:28-29, Efesios 4:14-16; 1 Pedro 3:7) por tanto desde VCM condenamos el machismo y el feminismo.
Es claro que desde el orden bíblico hay diferentes funciones para cada uno y una escala de autoridad: El esposo sujeto a Cristo y la esposa sujeta al esposo. Pero habiendo entendido esto empecemos con este tema de sanidad sexual dentro del matrimonio.
"Entonces el Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida... Entonces el Señor Dios hizo una mujer de la costilla que le había quitado al hombre, y él la trajo al hombre... El hombre y la mujer estaban desnudos y no sentían vergüenza." - Génesis 2:7, 22, 25
Después de que Dios reunió al primer hombre y a la mujer, ambos se encontraron con una hermosa expresión de la intimidad pura: "Ambos estaban desnudos y no sentían vergüenza." En otras palabras, no tenían nada que ocultar física, emocional, mental o espiritualmente. Ellos no estaban "avergonzados o apenados en presencia del otro" (Génesis 2:25, Biblia Amplificada). Es claro también que dos seres que veían a todo ser viviente a su alrededor desnudos y con un clima templado a su humanidad tomaban como normal su desnudez.
Aunque junto a mi esposa y yo hemos estado casados por casi 24 años, hemos encontrado que este tipo de transparencia de poder vernos desnudos en nuestro lecho nupcial es un noble llamado (He 13:4). Sin embargo vivir en un mundo impuro donde todos somos juzgados por nuestros cuerpos y/o por la belleza que poseemos puede crear inseguridad en uno de los miembros del matrimonio y por ende en la pareja.
Si esa presión -mundana a la que no tendríamos que llevarle el apunte pero lo hacemos- no fuera suficiente, se nos presentan preguntas más profundas haciendo mella en nuestra autoestima. ¿Es seguro ser totalmente vulnerables con la otra persona con esta.... ? ¿Cómo puedo lograr la intimidad con alguien al que siento distinto a mí? ¿Aunque yo a el/la lo veo y siento como la primera vez mejor me oculto tras la oscuridad de la noche y las sabanas?, entre otras varias dudas y miedos que se nos presentan.
Único, pero sin vergüenza
En el modelo bíblico, la singularidad no es un obstáculo a la intimidad. De hecho, un vistazo a las palabras hebreas usadas en el relato de la creación revela mucho acerca de los dones únicos que Adán (él) y Eva (ella) trajeron a la intimidad.
ÉL: "Y Dios el Señor formó [yatsar] al hombre... "(Génesis 2:7). La palabra yatsar significa formar por el plan o diseño, como un alfarero. Así como una olla, por lo general, tiene un propósito singular, Dios dotó al hombre con una pureza para enfocarse, esta pureza le ayuda a iniciar, proteger y proporcionar: física, espiritual y sexualmente.
ELLA: "Entonces Dios el Señor hizo [banah] una mujer de la costilla... " (Génesis 2:22). La palabra Banah fue utilizado a veces para describir la construcción de un palacio. Dios creó una mujer con una complejidad emocional, física, sexual y relacional que le permite cultivar conexiones profundas.
Aunque Adán y Eva vivían en el entorno perfecto del jardín, todavía eran humanos. Su caminar juntos pronto sería emboscado por el pecado y la angustia. No obstante esta aparatosa caída vemos a Dios ministrándolos juntos, cubriéndolos con pieles de animales -símbolo deque el pecado trae muerte (Ro 3:23; 5:12)- después de que fueron expulsados del jardín (Génesis 3:21).
Después sobrevino la tragedia de Caín y Abel, Dios les concedió otro hijo a través de su unión sexual (Génesis 4:25). La intimidad bíblica puede ser un refugio en tiempos de oscuridad, que nos señala la redención de Dios. Así como Dios extendió su misericordia a Adán y a Eva en su tragedia personal, la intimidad nos permite reflejar el uno al otro una aceptación piadosa en las preguntas más sensibles de los integrantes de la pareja.
La sexualidad es un santuario
- La palabra hebrea "yada" nos señala otra dimensión de la intimidad.
- La Biblia nos dice que Adán conoció (yada) a Eva (Génesis 4:01 RV).
- Éxodo 33:13 dice: "...muéstrame ahora tu camino, para que te conozca (yada) y halle gracia a tus ojos."
Nuestra intimidad sexual entre los miembros del matrimonio cristiano incluso refleja un mayor giro, para entender nuestra aceptación por Dios mismo. En un mundo que destella estándares imposibles e impuros ante nosotros día y noche, aceptarnos unos a otros no es opcional, es nuestro suministro de vida. Y se mueve más allá de nuestros temores:
- -Él no me va a aceptar si sabe esto de mí. (Lea Romanos 15:07).
- -Ella no me perdonaría si ella sabe esto sobre mí. (Lea el Salmo 51:6.)
- -Él no puede amar esta parte de mí. (Lea 1 Corintios 13:06).
- -Ella no respetará esta parte de mí. (Lea Romanos 12:10).
Al forjar una intimidad que abraza nuestras diferencias e imperfecciones, hemos desarrollado una confianza más profunda en cada uno y en Dios. Pero también hemos aprendido la importancia de rechazar una intimidad falsa o fingida.
"Me sacó a un amplio espacio; me libró porque se agradó de mí." Salmo 18:19.
Así, producto de nuestras batallas, resultaron regalos que no tienen precio.
Así la adicción sexual que traíamos del mundo (los deseos de la carne) al mirar lo que no debíamos y prestar nuestros oídos a habladurías y que me llevó a las profundidades de la inseguridad, pero que culmino dentro los brazos de mi Dios y podido plasmar en cada nota de mi libro comprobando a lo largo de los extensos viajes, hablando y escuchando historias de mujeres que las batallas eran iguales o muy parecidas por lo que decidimos revestirnos de valentía y dar a conocer nuestras batallas, y empezamos a hacer seminarios de pureza. Cada viaje ha sido diferente y a su vez uno que yo nunca hubiera elegido por mí misma, sino que es un testimonio del poder redentor de Dios en mi vida.
¿Por qué estas lecciones?
“Honra el matrimonio y guarda la santidad de la intimidad sexual entre marido y mujer...." - Hebreos 13:4. El carácter sagrado de la intimidad, es sin duda nuestro mayor tesoro, por el que hemos luchado y seguiremos luchando todos los días.
¡Aquí está la gran noticia! Dios tiene un plan hermoso para todas las parejas casadas, incluso para aquellos de nosotros que han sufrido pérdidas.
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