Estaré contigo; no te dejaré ni te desampararé. Josué 1:5.
Estas palabras dirigidas a Josué se repiten muchas veces; son la base de aquellas otras del Nuevo Testamento: «Él dijo: No te dejaré ni te desampararé».
Querido lector, delante de nosotros se presenta una vida de combates, pero el Señor de los ejércitos está con vosotros.
¿Estamos llamados a conducir un pueblo numeroso e inconstante?
Esta promesa nos asegura toda la sabiduría y prudencia necesarias.
¿Tenemos que luchar con astutos y poderosos enemigos?
Aquí tenemos la fuerza y el valor y la victoria.
¿Tenemos que conquistar una rica herencia?
Tenemos una señal del éxito en nuestros propósitos: El Señor está con nosotros.
Sería una verdadera calamidad si Dios pudiera faltar a su palabra; pero como esto nunca podrá suceder, el viento de la inquietud se estrellará contra el muro de la
fidelidad divina.
El Señor nunca nos abandonará.
Suceda lo que suceda, Él velará a nuestro lado.
Los amigos nos desamparan y su auxilio es como lluvia de primavera; pero Dios es fiel. Jesús es el mismo eternamente y el Espíritu Santo mora en nosotros.
Ven, alma mía, cálmate y ten confianza.
Si las nubes se amontonan, el Señor las disipará.
Si Dios no puede ser infiel, tampoco mi fe se debilitará; y como Él no me desamparará, tampoco yo le desampararé. ¡
Sea siempre nuestra fe tranquila!
Hoy es una día para experimentar la seguridad de su compañía y su amor eterno.
Señor, Gracias por darme promesas como esta. Jamás podré decir que me siento desamparado porque tu estas a mi lado cobijándome con tu dulce amor. Amén.
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