El Salmo 139:23-24 dice: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce los pensamientos que me inquietan. Señálame cualquier cosa en mí que te ofenda y guíame por el camino de la vida eterna”.
Hacer una invitación a Dios para que examine nuestro corazón, es una forma de reconocer nuestra debilidad y dependencia de Él, a su vez que muestra nuestro respeto a su persona, aceptando como probable que haya cosas en nuestro ser que estén ofendiendo su presencia, cosas que tal vez no tenemos la suficiente claridad para ver o queremos evitar. Puede ser una mala actitud, un pecado o ciertas costumbres que están perjudicando nuestra vida, frenando nuestro progreso espiritual.
Hacer un pedido al Señor para que nos señale una posible traba, es correr el riesgo de tener que reconocer algo con lo que nos hemos engañado a nosotros mismos, pero si queremos la paz , si queremos ser guiados en el camino de la vida eterna, tenemos que abrirnos a escuchar una reprensión necesaria, que limpiara, sanará y restaurará nuestra vida trayendo un antes y un después. No dejes que nada contamine tu vida.
Hagamos juntos esta oración:
“Padre, hoy te pido con mi más sincero anhelo, que ilumines, pruebes y examines mi corazón hasta lo más profundo, para que me señales todo lo que te ofende. Decido aceptar y renunciar a todo lo que me muestres, te lo pido en el nombre de Jesús. Amén”
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