miércoles, 5 de abril de 2017

Decisiones

Por muchos años nos hemos excusado en que somos “imperfectos”, “débiles”,  “humanos”, para justificar el hecho de que caemos en la tentación y concretamos el pecado, pareciera que el hecho de decir: “Todos somos imperfectos” es la justificación más clara ante el pecado. Pero hay algo que debemos también pensar y es el hecho que nadie que haya nacido de nuevo peca sin tener el consentimiento de hacerlo, es decir, nadie puede justificarse en que peco “sin querer”, puesto que estoy muy seguro que pecamos “queriendo” hacerlo y no justificándonos que lo hicimos sin pensar.
A través de mi caminar en el Señor me he dado cuenta que las veces que he pecado no lo he hecho sin pensar, al contrario, el pecado ha andado rondando mi mente por días, horas o minutos antes de concretarlo. Y es que todos somos seducidos por el pecado, luego tenemos la decisión de ceder ante la tentación, pecar y sentirnos avergonzados o resistir la tentación y con ello triunfar ante ella y sentirnos orgullosos de haber sido fieles a Dios hasta en lo mínimo.
La Biblia describe este proceso de la siguiente manera:

“Cuando sean tentados, acuérdense de no decir: «Dios me está tentando». Dios nunca es tentado a hacer el mal y jamás tienta a nadie. La tentación viene de nuestros propios deseos, los cuales nos seducen y nos arrastran. De esos deseos nacen los actos pecaminosos, y el pecado, cuando se deja crecer, da a luz la muerte.”

Santiago 1:13-15 Nueva Traducción Viviente (NTV)
No hay excusa para pecar, pecamos porque así lo quisimos, y ocurrió porque nuestros propios deseos nos sedujeron y nos arrastraron a hacerlo, pero antes de hacerlo también tuvimos la opción de resistirlo y rechazar el pecado, sin embargo la gran mayoría de veces nos cuesta rechazar el pecado y pasa porque muchas veces no estamos teniendo una comunión diaria con Dios, no nos estamos fortaleciendo de la manera adecuada, no estamos orando, no estamos alimentándonos de la Palabra de Dios, entonces cuando estamos “separados” de Dios, es cuando más débiles somos y recordemos lo que dice la Biblia acerca de nuestro enemigo: “¡Estén alerta! Cuídense de su gran enemigo, el diablo, porque anda al acecho como un león rugiente, buscando a quién devorar. Manténganse firmes contra él y sean fuertes en su fe. Recuerden que sus hermanos en Cristo, en todo el mundo, también están pasando por el mismo sufrimiento.” 1 Pedro 5:8-9Nueva Traducción Viviente (NTV).
Estoy seguro que este día vas a ser tentando a pecar en cualquier área de tu vida y en ese momento tendrás la oportunidad de elegir entre: pecar y resistir, el resultado de pecar siempre será la vergüenza, más el resultado de resistir será el orgullo de haber sido fiel a Dios y con ello fortalecer tu vida espiritual.
La mejor manera de resistir a la tentación es mantenerte en constante comunión con Dios y eso solo se logra a través de una vida de oración, un habito diario de lectura de la Palabra de Dios, congregarse, escuchar Palabra de Dios y servirle a Dios cómo agradecimiento por lo que él ya hizo en nuestra vida. Cuando tu te mantienes ocupado en las cosas de Dios, Él se encargará de tus cosas.

Rechaza la tentación, se fuerte y provoca una sonrisa de orgullo de Dios por tu fidelidad hacia Él.

“Dios bendice a los que soportan con paciencia las pruebas y las tentaciones, porque después de superarlas, recibirán la corona de vida que Dios ha prometido a quienes lo aman.”

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