Él el primer lugar en nuestra vida. ¿Se recuerdan de esa predicación? Les dije: ¡primero Dios! La razón por la que les insistí con esa frase, o lema, es porque la mayoría de nosotros tendemos a envolvernos tanto en las situaciones que nos rodean, que raramente le damos a Dios el lugar que Él demanda y merece en nuestra vida [1]. Ahora bien, deseo advertirles desde ahora que el mensaje que traigo hoy, algunos encontraran un poco fuerte. La razón por la que algunos encontraran el mensaje de hoy un poco fuerte es porque, desdichadamente, muchos cristianos se encuentran dormidos espiritualmente en los bancos y las sillas de las iglesias.
Existen muchos cristianos que han permitido ser engañados por suaves palabras y lisonjas, por todos esos que con apariencia de cristianos, no obran para Dios, sino a sus propios apetitos [2]. Un gran porciento de los cristianos de hoy, han caído en un estado de complacencia tan grande, que como les dije previamente, han quedado dormidos espiritualmente. Existe un grave problema en esto, ya que el Señor no ha de venir a despertar a Su iglesia, sino a recogerla [3], y es exactamente por eso que la palabra de Dios nos llama a estar atentos y despiertos [4]. Pero el estado de complacencia conduce a las personas a pensar que todo marcha bien en su vida. El estado de complacencia ciega a las personas y no les permite reconocer sus errores. El estado de complacencia conduce a las personas a pensar que todo siempre continuara igual, y que no necesitan hacer nada por la obra, y es por eso que la obra del Señor descansa sobre los hombros de solo unos cuantos, cuando en realidad la obra del Señor es la responsabilidad de todos [5].
Toda persona que ha aceptado al Señor como su rey y salvador personal, esta llamado a apoyar y ayudar en la obra de Dios. Estamos llamados a testificar, evangelizar, y servir de ejemplo en nuestra comunidad, de otra manera, la obra de Dios no crecerá. Si no asumimos las responsabilidades que el Señor nos ha entregado, el lugar de bendición que Dios nos ha entregado (congregación), no podrá sostenerse. Así que ahora debemos preguntarnos: ¿Por qué existen tantos cristianos en un estado de complacencia tan grande, que no están dispuestos a apoyar y ayudar en la obra de Dios? Yo diría que la razón principal por esto es porque muchos han dejado de examinarse asimismo, y no se han dado cuenta de la condición en la que su relación con Dios se encuentra. Examinar nuestra relación con Dios y dónde nos encontramos en nuestro caminar cristiano es de suma importancia, ya que tarde o temprano, toda creación de Dios se verá ante Su presencia, y tendrá que dar cuenta por sus obras [6]. Y es exactamente por esta razón que hoy deseo que examinemos nuestra relación con Dios, y dónde nos podemos encontrar en nuestro caminar. Pasemos ahora a la Palabra de Dios.
Apocalipsis 3:14-22 - Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto: 15 Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. !!Ojalá fueses frío o caliente! 16 Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. 17 Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. 18 Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. 19 Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete. 20 He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. 21 Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono. 22 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
Ahora, como acostumbro a decir, para tener un mejor entendimiento del mensaje que Dios tiene para nosotros en el día de hoy, nos será necesario hacer un breve repaso de historia. Como podemos apreciar, esta es la carta que el Señor le escribió a la iglesia en Laodicea. Lo que debemos saber acerca de esta ciudad, es que era la ciudad principal de Phrygia, y era una de las ciudades más florecientes e influénciales en Asia menor [7]. Laodicea era una ciudad muy prospera y rica; la razón por esto es porque la ciudad estaba centrada en las tres carreteras más importantes en esos tiempos, y tenía las tres industrias más grandes de ese entonces.
Esta ciudad era considerada como el centro bancario y financiero, y ellos tenían una buena industria de algodón; también tenía una escuela de medicina que era muy reconocida por el colirio. Con estos breves detalles en mente, continuemos ahora con nuestro estudio de hoy, y descubramos como se aplica todo esto a nuestra vida.
Cuando leemos el libro de Apocalipsis, lo primero que podemos ver claramente es que el Señor les escribe cartas de advertencia a las siete iglesias en Asia, es decir, lo que nosotros hoy conocemos como Turquía. Y lo más importante a notar, es que las advertencias no estaban, o están dirigidas a los no creyentes, sino que están completamente dirigidas a los líderes de las congregaciones, (…Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea…), y a los creyentes. Algo que también podemos ver claramente es que la única iglesia que recibió la aprobación del Señor fue la iglesia en Filadelfia [8]. Pero lo que también descubrimos, es que la advertencia a la iglesia en Laodicea es la más fuerte de todas. ¿Por qué digo esto? La razón por la que digo esto, es porque en el restante de las cartas de advertencia vemos que a pesar de que el Señor reprendió a los líderes, siempre vemos que Él reconoció las cosas buenas que también hacían.
Por ejemplo, a pesar de que el Señor reprendió la iglesia en Efeso por dejar su primer amor, lo primero que hizo fue reconocer sus buenas obras y esfuerzos [9]. A pesar de que el Señor reprendió la iglesia en Pérgamo por apartarse de la sana doctrina, lo primero que hizo fue que reconoció su fidelidad [10]. A pesar de que el Señor reprendió la iglesia en Tiatira por permitir ser influenciada por una falsa profeta, lo primero que hizo fue reconocer sus obras, amor, servicio, y paciencia que demostraban [11]. A pesar de que el Señor reprendió la iglesia en Sardis por su estado espiritual, es decir, estar muertos en el espíritu, lo primero que hizo fue reconocer la rectitud de algunos en la congregación [12]. Sin embargo, en la carta a Laodicea, no encontramos que el Señor haya dicho nada bueno de ellos. Este grupo de cristianos se encontraban en un camino que desagradaba a Dios. Y es por eso que a diario nosotros debemos examinar en qué camino andamos.
La advertencia a la iglesia de Laodicea es algo que todos debemos, y tenemos, que siempre mantener muy presente. Esta advertencia es algo que todo cristiano debe, y tiene que mantener muy presente, porque como sabemos, tarde o temprano todos nos encontraremos ante el trono blanco de Dios para ser juzgados. Tarde o temprano tanto creyente como no creyente, tendrá que darle cuentas a Dios por sus acciones, como también por faltas de ellas. Es por eso que nunca nos podemos olvidar lo que la palabra de Dios nos dice en Santiago 4:17 cuando leemos: “…y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado…”
¿Cuál fue la queja principal del Señor contra esta iglesia? Aquí vemos que el Señor dijo: “…Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. !!Ojalá fueses frío o caliente!..” [vers. 15]. La queja principal del Señor fue que ellos habían caído en un estado de complacencia y/o indiferencia. Desafortunadamente, la indiferencia y/o complacencia es algo que se manifiesta con mucha frecuencia en el pueblo de Dios de hoy. Es decir, existen muchos cristianos que han permitido que las preocupaciones y quehaceres de este mundo lentamente enfrié su relación con Dios, y ahora se encuentran tibios. Examinémonos ahora brevemente para descubrir el estado de nuestra relación con Dios. Preguntémonos, ¿qué es estar tibio?
Estar tibio significa ser una persona que no esta completamente comprometida a la obra de Dios, sino lo mismo le da que la congregación crezca como que no. Un cristiano tibio es todo aquel que no testifica, evangeliza, y proclama el reino de Dios por temor a lo que se diga, y/o piense de ellos. Un cristiano tibio es toda persona que lo mismo le da asistir a la iglesia que no. Un cristiano tibio es toda persona que esta dispuesta a comprometer, y/o compromete su testimonio, y el de la iglesia por complacer a otros, o por satisfacer los deseos de la carne. Un cristiano tibio es toda persona que no persevera en conducir una vida en santidad, sino que menosprecia las enseñanzas de Jesucristo. Un cristiano tibio es toda persona que no le da a Dios el lugar que Él demanda y merece en nuestra vida, sino que se pasa la vida corriendo tras las cosas del mundo. Y para todas estas personas el Señor les dice: “…Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca…” [vers. 16]. Y yo no sé ustedes, pero definitivamente estas no son palabras que yo deseo escuchar de la boca del Señor. Ahora debemos preguntarnos, ¿qué produce que nos convirtamos en personas tibias? Para contestar esta pregunta continuemos ahora con nuestro estudio bíblico de hoy.
A continuación vemos que el Señor dice [verss. 17-18]: “…Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. 18 Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas….” Examinemos esto detalladamente. Preguntémonos, ¿hacemos nosotros las mismas declaraciones de esta iglesia? ¿Afirmamos nosotros cosas similares? Decimos, “…me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad…” En otras palabras, decimos hoy no voy a la iglesia porque tengo que hacer esto, o lo otro. Decimos, estoy cansado de oír al pastor predicar acerca del arrepentimiento. Decimos, ya tengo la salvación, así que no necesito apoyar a la iglesia. ¿Qué estamos pensando? ¿Cómo nos sentimos acerca de la iglesia y la obra de Dios? ¿Pensamos y decimos “…de ninguna cosa tengo necesidad..? Si pensamos de esta manera, debemos tener mucho cuidado porque estos pensamientos son los que conducen a que nos convirtamos en personas tibias. Estos tipos de pensamientos fueron los que condujeron a la iglesia en Laodicea a caer. Y desafortunadamente, estos tipos de pensamientos son los que hacen caer a muchos hoy en día.
La iglesia de hoy esta llena de personas que se encuentran en la misma condición, que los cristianos en la iglesia de Laodicea. Existe un gran grupo de cristianos que piensan que porque poseen cosas materiales en abundancia, que porque tienen situaciones económicas buenas, que porque en realidad no tienen necesidades urgentes, pues todo esto bendición de Dios, y no son responsables de hacer nada. Pero si piensas así te equivocas; escucha que el Señor te dice hoy [vers. 18]: “…yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas…” Aquí vemos que el Señor dice algo que quizás muchos no entiendan, aquí vemos que Él dice: “…unge tus ojos con colirio, para que veas…” ¿Qué significa esto? El colirio era una medicina producida por la escuela de medicina en Laodicea, y era muy efectivo para curar algunos tipos de enfermedades y ceguera. Así que lo que el Señor nos esta diciendo con esto es que ese pueblo, al igual que muchos hoy en día, estaban ciegos a la realidad. Ese pueblo, al igual que un gran grupo hoy día, no podían ver que aunque fueran prósperos o sin necesidad de muchas cosas, si no tenían a Dios, entonces no tenían nada. Claro esta en que todo lo que tenemos es porque Dios así lo ha permitido que sea, pero a pesar de que puedas ser el dueño de todas la riquezas en el mundo, si no tienes a Dios, no tienes nada [13].
Digo y repito, tenemos que a diario examinar la condición de nuestra relación con Dios. Tenemos que pedirle que abra nuestros ojos para que podamos evitar el peligro, y que nos de la fortaleza que necesitamos para no manchar nuestra vestidura. No hacer esto significa que tendremos una relación a medias con Dios; seremos cristianos tibios. Recordemos siempre que si pudiendo hacer más por la obra de Dios no lo hacemos, si pudiendo hacer más para ayudar en el crecimiento de la iglesia no lo hacemos, si nos encontramos tan complacidos con la relación a medias que tenemos con Dios, entonces nos hemos convertidos en cristianos tibios. ¿Qué podemos hacer?
Continuando con nuestro estudio vemos que el Señor nos dice [verss. 19-24]: “…Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete. 20 He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. 21 Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono…” Dile a la persona que tienes a tu lado: arrepiéntete. El que tienes detrás de ti no se ha enterado, dile: el Señor esta a la puerta. La realidad es que cuando un cristiano se compromete a Dios completamente, es imposible quedarse frio, o mantenerse tibio. Digo que es algo imposible porque Dios es fuego consumidor [14], y cuando tenemos el fuego del Espíritu Santo, este fuego arrasa y consume todo desanimo, duda, y todo aquello que desagrada a Dios. Les digo en el día de hoy, busquemos intensificar ese fuego. El Señor nos dice [vers. 20]: “…He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo…” El Señor esta a la puerta, no permitas que el fuego se apague. Abre las puertas de tu corazón, y permite que el Espíritu Santo fluya en ti. Busquemos de Dios en todo momento, porque de no hacer esto estaremos permitiendo que el fuego se apague. Despierta al que tienes a tu lado y dile: busca de Dios.
El señor nos dice [verss. 21-22]: “…Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono. 22 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias….” Cuando nos mantenemos fieles a Dios, cuando perseveramos en buscar de Dios y perseverar en Su palabra, esta es la promesa que recibimos de Él. El Señor nos promete que nuestra perseverancia será recompensada, y que estaremos a Su lado en el Reino de Dios.
Para concluir. Cuando tomamos el tiempo de estudiar las cartas a la iglesias, descubrimos que las siete contienen algo en común. ¿Cuál es el denominador en común? El denominador en común es un llamado al arrepentimiento. Y es exactamente por eso que podemos decir con toda confianza que las cartas a las iglesias no fueron escritas para los no creyentes, sino que fueron directamente escritas para los cristianos.
La realidad es que el Señor no escribió esta carta con palabras tan fuertes a la iglesia en Laodicea para condenarla, sino que lo hizo por amor. Fíjense bien como Él dijo [vers. 19]: “…Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete..." Este pequeño detalle nos permite ver claramente que la razón por la que el Señor dijo estas cosas tan impactantes, que la razón por la que Él amonesta a Su pueblo es porque nos ama.
Nunca nos olvidemos de que en Jeremías 17:10 el Señor nos dice: “…Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras…” ¿Qué les quiero decir con esto? Lo que les quiero decir es que a pesar de que profesemos ser cristianos, a los únicos que podemos engañar son a aquellos que nos rodean. Si profesamos ser cristianos, entonces tenemos que entregarnos a Él completamente.
No seamos como la iglesia en Laodicea que pensaba que eran ricos y lo tenían todo, sino que reconozcamos a diario que siempre existirá algo que debemos mejorar y/o superar. La realidad es que ninguno de nosotros somos perfectos, y nunca lo seremos, y si nos quedamos ubicados en la complacencia, pronto caeremos en la misma situación de la iglesia en Laodicea. Así que:
“…El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias…”
[1] Éxodo 20:3; Mateo 6:33
[2] Romanos 16:18
[3] Mateo 25:5-13
[4] 1 Tesalonicenses 5:5-6
[5] Mateo 28:19-20
[6] Apocalipsis 20:11-13
[7] Smith's Bible Dictionary
[8] Apocalipsis 3:10
[9] Apocalipsis 2:2-3
[10] Apocalipsis 2:13
[11] Apocalipsis 2:19
[12] Apocalipsis 3:4
[13] Marcos 8:36
[14] Deuteronomio 4:24; Hebreos 12:28-29
[2] Romanos 16:18
[3] Mateo 25:5-13
[4] 1 Tesalonicenses 5:5-6
[5] Mateo 28:19-20
[6] Apocalipsis 20:11-13
[7] Smith's Bible Dictionary
[8] Apocalipsis 3:10
[9] Apocalipsis 2:2-3
[10] Apocalipsis 2:13
[11] Apocalipsis 2:19
[12] Apocalipsis 3:4
[13] Marcos 8:36
[14] Deuteronomio 4:24; Hebreos 12:28-29
No hay comentarios:
Publicar un comentario