lunes, 14 de septiembre de 2015

Victoria

En Juan 13, se nos narra el momento en que Jesús lava los pies a sus discípulos. En el verso 6, vemos que Pedro cuestiona al Señor por esto y, en el verso 8, dice: No me lavarás los pies jamás. A lo que Jesús responde: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo. Siendo así, Pedro entonces quería que Jesús le lavara, no tan solo los pies, sino también las manos y la cabeza. Pero Jesús le dijo que el que está lavado, no necesita sino lavarse los pies.
Por más limpio que vivas tu vida en el Señor, todos necesitamos ser limpiados, porque las experiencias ensucian nuestro caminar. Es imposible vivir en esta tierra y no ser tocados por las impurezas que hay a nuestro alrededor.
Cuando nuestro Señor Jesucristo iba de camino a la cruz, entró a casa de Simón, y la Biblia nos dice que una mujer llegó a los pies del Maestro y derramó un pote de alabastro y le lavó los pies. Nuestro Señor Jesucristo dice algo vital acerca de aquella mujer: Esta mujer se ha anticipado a los tiempos. Aquella mujer vio algo, en el mundo espiritual, que nadie más había visto. Ella no ungió la cabeza ni las manos del Maestro, sino sus pies, para lo que él habría de caminar, porque nadie puede caminar por la vía dolorosa, si sus pies no han sido ungidos.
Jesús no tan solo caminaría por la vía dolorosa, sino que sus pies serían clavados en la cruz; por tres días estaría en el Seol, en lo más profundo del infierno, buscando las almas de aquellos que habían estado atadas por miles de años en aquel lugar. No hay manera de caminar por la vía dolorosa, de pasar por la cruz, de caminar en el mismo infierno, si nuestros pies no han sido limpiados, si no han sido lavados.
Tú no puedes menospreciar cada momento, cada oportunidad que Dios te da para lavar tu vida, porque lo importante de lavar tu vida no es meramente olvidar el pasado. Es cierto que Jesús, en una ocasión, dijo a sus discípulos que sacudieran, que limpiaran sus pies donde no les recibieran, para olvidar ese rechazo; pero más importante aún era que limpiaran sus pies para poder caminar al nuevo lugar donde sí serían recibidos.
El problema es que vemos el proceso de limpieza, únicamente, como un proceso en el que limpiamos nuestras culpas. Muchos no entienden la importancia de limpiar su vida, porque no se dan cuenta que, el que ha sido lavado, ya está limpio, pero necesita limpiarse, no únicamente para salir de su pasado, sino para prepararse para todo lo que Dios quiere que camine, porque es imposible caminar por el mismo infierno, si tus pies no están ungidos; es imposible caminar las nuevas etapas de Dios para tu vida, si tu vida no está limpia.
Vas a pasar por el proceso, y tus pies se van a ensuciar; se van a ensuciar con el rechazo de la gente, con el polvo de la vida, de las circunstancias, con los problemas, con los rencores, con los fracasos. Pero Dios tiene preparados nuevos caminos para ti, nuevos lugares; y tú tienes que decidir si ir a la iglesia y limpiarte del pasado, o limpiar tu vida hoy y todos los días, no tan solo para olvidarte del ayer, sino para prepararte para lo que Dios tiene para ti.
Cuando tú eres capaz de lavar tu vida diariamente, no tan solo erradicas toda conciencia negativa del pasado, sino que también te preparas para los nuevo caminos que Dios tiene para ti, para que puedas caminar, aun en el mismo infierno, sabiendo que Dios te va a dar la victoria y que, al tercer día te vas a levantar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario