miércoles, 24 de febrero de 2016

Obrando a mi favor

“25 Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían.26 Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron.” Hechos 16:25-26
Cuando los discípulos comenzaron a orar, tras pasar una noche encarcelados por predicar el evangelio, aquel lugar fue lleno del Espíritu Santo, de manera tal que el lugar tembló. Cuando algo se estremece, la mayoría de nosotros quiere salir corriendo. Si se está moviendo el piso debajo de nosotros, si se nos está derrumbando la casa encima con tantas situaciones, queremos salir corriendo. Pero, cuando en la palabra de Dios hay un temblor, es porque la manifestación de Dios está a punto de suceder.
Cuando hay estremecimiento en tu vida, es porque Dios va a hacer algo grande.
Cuando tu mundo se estremece es porque ha comenzado la manifestación de la bendición de Dios sobre tu vida. No asocies el estremecimiento con problemas o con que algo malo vaya a suceder. El estremecimiento lo que tiene que traer es confianza de saber que Dios está en el asunto, porque lo único que puede mover tu vida es el poder de Dios obrando a favor tuyo.
Cuando el mundo se está moviendo alrededor de nosotros, cuando el piso se está moviendo debajo de nosotros, no es porque nos vayamos a caer o que nuestro mundo se vaya a derrumbar o que nuestra vida se acaba, sino porque Dios ha comenzado a moverse a favor nuestro.
“6 Porque así dice Jehová de los ejércitos: De aquí a poco yo haré temblar los cielos y la tierra, el mar y la tierra seca;y haré temblar a todas las naciones, y vendrá el Deseado de todas las naciones; y llenaré de gloria esta casa, ha dicho Jehová de los ejércitos.” Hageo 2:6-7
Cuando leemos Hageo, nos damos cuenta que el temblor no es señal de temor, sino que es señal de que la casa está llena de la gloria de Dios. Pensamos que el temblor derrumba, pero el temblor no derrumba sino que acomoda, pone las cosas en su lugar, nos enseña que nuestra vida está llena de la gloria de Dios.
Tienes que aprender a orar con la seguridad de que tú estás esperando que se estremezcan las cosas en tu mundo porque, cuando se estremece tu mundo, es porque Dios está haciendo algo. Y, mientras te mantengas orando para que Dios saque los problemas de delante de ti, no serás aprobado, no habrás pasado las experiencias que tienes que pasar para llegar al nivel al que Dios te quiere llevar.
Dentro de ti, tiene que construirse la resistencia suficiente para pasar a un nuevo nivel.
La Biblia no dice que ores para que el diablo se vaya, sino que dice: Resistid al diablo, y huirá de vosotros. (Stgo. 4:7) Mientras estés orando para que se vayan los problemas, el problema se irá, y delante de ti estará el próximo, porque no has construido la resistencia suficiente para pasar al próximo nivel. Pero, cuando dentro de ti se crea la resistencia suficiente, el enemigo huye de ti.
Hay situaciones que nunca más vas a tener que pasar porque ya tú las pasaste una vez, y las resististe, y ya el enemigo sabe que, en esa área, no te puede tocar.
Tú decides si sigues llevando una vida de oraciones de “Señor, saca” “Señor, quita” “Señor, elimina” “Señor, remueve” o si desarrollas dentro de ti el denuedo que te ayude a resistir en tu matrimonio, que te ayude a resistir en ese negocio, que te ayude a enseñar bien a tus hijos, a levantar bien tu ministerio, a poner tus pies en el lugar correcto, con la palabra correcta, con la confianza de que, cuando se estremece tu mundo no es porque cosas malas estén pasando, sino porque Dios está obrando a tu favor. 

Cristo Jesús

Cristo

Proverbios 12:22

Aliviar

Prefiero

Benditos

Una fortuna

Dios

Un pedazo de pastel

A veces nos preguntamos, ¿qué hice para padecer esto?, o ¿por qué tenía que hacerme esto Dios? Aquí hay una explicación maravillosa.

Una hija le cuenta a su madre como todo esta mal, esta reprobando álgebra, su novio cortó con ella y su mejor amiga se esta cambiando de ciudad.

Mientras, su mamá está preparando un pastel y le pregunta a su hija que si quiere comer algo y la hija dice, "Claro mamá, me encanta tu pastel."

"Ten, tomate este aceite," le ofrece su madre. "Wacala" dice la hija. "¿Qué tal un par de huevos crudos?" "Qué asco, Mamá" "¿Entonces, quieres algo de harina? o ¿qué tal bicarbonato ?" "Mamá, todo eso es asqueroso"


A lo cual la madre responde: 


"Sí, todas esas cosas parecen malas por si solas. Pero cuando las unes de la manera adecuada, hacen un pastel maravillosamente delicioso.

Así trabaja Dios... Muchas veces nos preguntamos por qué nos permite pasar por tiempos tan malos y difíciles. Pero Dios sabe que cuando pone todas estas cosas en su orden, siempre trabajan para bien. Solo tenemos que confiar en Él y tarde o temprano, estas cosas harán algo maravilloso.

Dios está loco por ti. Te manda flores cada primavera y un amanecer cada mañana. Cuando quieres hablar, El te escucha. Puede vivir en cualquier lugar del universo y escogió tu corazón.

Puede ser que la vida no sea la fiesta que imaginamos, pero ya que estamos aquí es mejor que bailemos...

Espero que tu día sea "un pedazo de pastel"

martes, 23 de febrero de 2016

El mundo

Que deseo?

Proverbios

Ohhh

Llorar

Basta

Salmos 34:7

Abraham

En Génesis 12, cuando vemos que Dios le da la promesa a Abraham, Dios dice que en él serían benditas todas las familias de la tierra. Cuando Dios llama a Abraham, no lo llama meramente por él, sino por lo que haría a través de él.
Dios no llama a Abraham porque Abraham estuviera en pobreza o en crisis. Abraham no sigue a Dios porque estuviera en un momento difícil de su vida. No que haya nada de malo con eso. Definitivamente, el que esté en problemas, debe buscar a Dios. El problema es que, si buscamos a Dios tan solo cuando hay problemas, entonces, siempre tenemos que tener problemas, para buscar a Dios. Abraham sale porque tenía una promesa grande, que iba más allá de lo que haría Dios por él; se trataba de lo que Dios haría, a través de él.
O creces, prosperas y progresas para que el mundo se identifique contigo y otros sean benditos viéndote a ti, o siempre dejaremos que la gente siga a otros. Y ese es el problema, que los cristianos no hemos permitido que Dios haga todo lo que él quiere hacer a través de nosotros, y la gente entonces no quiere identificarse con nosotros. Dios dijo: Te bendeciré, y tú serás bendición. Dijo: El que te bendiga, lo voy a bendecir; y el que te maldiga, lo maldeciré. Y añadió: Y en ti serán benditas todas las familias de la tierra.
Es importante que tú te identifiques con Dios, que aprendas a diezmar, a ofrendar, que prosperes. Debes llevar una vida que otros quieran imitar. El mundo está identificándose con la gente en la calle, con los del mundo. Pero tú, vive las promesas de Dios, porque el destino de otros está detenido porque no han encontrado un bendecido con el que se puedan identificar. La iglesia necesita entender lo importante de que Dios haga contigo todo lo que quiere hacer, porque es a través de ti que otros van a ver la bendición de Dios, y podrán entonces identificarse contigo y ser bendecidos. A través de ti, muchas familias serán bendecidas.
Olvídate del que te maldiga, del que hable mal de ti; ya Dios dijo que él se encargaría de ellos. No trates de defenderte. Sé todo lo que Dios quiere que tú seas. Honra a Dios. Él te va a bendecir, y tú podrás hacer más; podrás bendecir más gente, tocar más vidas. Cuando Dios te llamó y te sacó del lugar donde tú estabas, más que para suplirte una necesidad inmediata, te llamó porque, a través de ti, es que él puede cumplir el plan en la vida de otra persona. Hasta que tú no seas todo lo que Dios quiere que tú seas, el destino de alguien está detenido, atado.
La gente debe querer imitarte a ti. La gente debería querer lo que tú tienes. Tú deberías poder decir: Dios lo ha hecho conmigo, y te puedo mostrar cómo hacerlo. Dios quiere que, a través de ti, se desate la bendición, y que otros se puedan identificar contigo. Dios le dice a Abraham que, el que no se identificara con él, el que le maldijera, él lo maldeciría. A sus discípulos, les dijo que, si alguno no les recibiera, sacudieran el polvo de sus pies, y se fueran de allí. No quedaría la paz de Dios en aquel lugar.
Entiende que el plan de Dios va más allá. Tú necesitas salir de tu depresión, de tu tristeza, porque hay alguien que necesita ver de dónde Dios te ha sacado, porque su destino está detenido, porque está identificándose con la persona incorrecta. Necesitas levantar tu empresa, prosperar, crecer, porque hay alguien que está en un trabajo mediocre, simplemente, porque todavía tú no has hecho todo lo que tienes que hacer. Cuando tú aceptes el llamado de Dios para tu vida, habrá gente que podrá testificar que, desde que se conectaron contigo, sus vidas cambiaron para siempre.
Sé todo lo que Dios quiere que tú seas, porque el destino de alguien está ligado a que tú llegues a alcanzar todo lo que tú tienes que alcanzar. No te quedes estancado; sigue creciendo, porque hay alguien que está esperando por ti, alguien que necesita ver un ejemplo, que necesita escucharte, que necesita ver lo que Dios está haciendo contigo, para que se desate en ellos la misma bendición que hay dentro de ti.
Sé todo lo que Dios quiere que tú seas. La vida de alguien va a ser cambiada, cuando vea lo que Dios está haciendo a través de ti. 

Obstáculos

Martes

lunes, 22 de febrero de 2016

Mujer de Dios

Buenas noches

Dios te dice hoy...

Responde

Solo Dios

Plan

Mateo 18:20

Cree lo que te digo

En la Biblia, podrás encontrar muchos hombres de Dios que pasaron por una crisis de identidad.  Estas crisis se pueden ver en Adán, Caín, Abel, Abraham y en varios de los grandes hombres de Dios a través de toda la historia. Sus crisis de identidad se ven claramente en el momento en que son llamados por Dios. La baja autoestima y el poco valor que sentían de sí mismos, se ven cuando comparan el llamado de Dios para sus vidas, con las circunstancias que están viviendo en el momento se su llamado. Cuestionan cómo pueden llegar a ser lo que Dios dice que serán. Lo que están diciendo es: ¿Cómo tú dices que yo soy algo, si mis circunstancias dicen lo contrario?
Por ejemplo, Dios se presenta frente a Gedeón, y le dice: Hombre esforzado y valiente, gran guerrero, gran hombre de Dios; y este le contesta: ¿Por qué tú dices eso? Yo soy el más pequeño de la tribu, mira las dificultades que tengo, mira las circunstancias que estoy viviendo. Lo mismo con Moisés; cuando Dios lo llama por primera vez, Moisés le dice a Dios: ¿Quién soy yo para ir? ¿Quién soy yo para libertar al pueblo? ¿Quién soy yo para hacer este trabajo que me estás pidiendo? Le pasó a Abraham; Dios le dice: Te voy a bendecir, serás padre de mucha gente; a lo que Abraham responde: Señor, pero ¿cómo va a ser, si no tengo ni un hijo? Dios no estaba sujetando el llamado y el propósito de estos hombres a su situación natural, actual, sino que les estaba diciendo lo que harían y quiénes eran para Él, Dios les estaba mostrando lo que Él veía en ellos.
Cuando se recibe el llamado de Dios, ocurre una crisis de identidad. Lo primero que se cuestiona es: ¿Cómo podré lograr ser lo que Dios dice que soy? Tu identidad es enfrentada, cuando vez la grandeza del propósito de lo que Dios dice que eres, en contraste con la manera en que te vez en ese momento. Ahí es que te das cuenta si verdaderamente crees que eres lo que Dios dice que eres.
Mucha gente va a la iglesia porque necesitan y esperan que se cubra una necesidad. Quieren que Dios les sane, les restaure, les prospere; y no hay nada malo en eso; esa es una de las formas que muchos comienzan a relacionarse con Dios. Hay otros que no creen en eso; simplemente, viven su vida creyendo que la voluntad de Dios para sus vidas es el estado en que se encuentran. Pero existe un nivel más grande, que es cuando se va a la casa de Dios, no para que las necesidades sean cubiertas y las circunstancias cambiadas, sino para entender lo que Dios quiere que seas. Cuando logras entender lo que Dios quiere que seas y te atreves creer en eso, a pesar de la circunstancias, entonces tu vida cambia para siempre. Pero, para eso, tienes que estar seguro y segura de quién eres, en Cristo Jesús.
Juan 1:29 dice El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Esta es la primera descripción que hace Juan acerca de Cristo. Cuando lo ve, lo primero que le dice es: Esto es lo que tú vienes a hacer; vienes a quitar el pecado del mundo. Más adelante, cuando Juan bautiza al Maestro, se abre el cielo y se oye una gran voz que dice: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia (Mt. 3:17). Dios le dice a Jesús: Sin hacer nada, yo te amo; sin hacer nada, tú me traes placer; sin que tú hayas hecho nada, esto es lo que pienso de ti. El Dios Padre lo identifica, no por lo que va hacer, sino por quien es él.
Después de ser bautizado y recibir la aprobación del Padre, Jesús es llevado al monte por el Espíritu, y es tentado por Satanás.
Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. Él respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Mateo 4:3-4  
Jesús, en otras palabras, le contesta a Satanás, diciendo: No tengo que cambiar las piedras en pan para mostrarte quien soy. Le dice: Te voy a vencer, no por lo que puedo hacer, sino por quién soy. Yo sé que soy Hijo de Dios, y eso es suficiente.
El enemigo está derrotado, cuando encuentra un creyente firme en quién es, en Cristo Jesús. Cuando encuentra a un creyente que no se encuentra en una crisis de identidad, porque ha creído en lo que Dios ha dicho que va a hacer. Así que, a pesar de lo que el enemigo robe o quiera destruir, sigue creyendo en quien Dios dice que eres.
Hoy Dios te dice: Tu situación actual no define quien eres para mí. Lo que hiciste, lo que haces o lo que harás no define quien eres para mí. Yo sé quién eres, y lo que me trae placer es la conciencia de quién eres. Cree lo que te digo. 

Amar

Caballeros??

jueves, 18 de febrero de 2016

Cree

Levántate

Quienes

Fuente de vida

No te escondas

Pruebas

Cosas que suceden

En Santiago 3, dice la palabra del Señor, que todos ofendemos muchas veces y que, si alguno no lo hiciera, sería perfecto.
Si fuéramos perfectos, quizás, si hubiésemos sido uno de los que encontró a aquella mujer en el mismo acto del adulterio, hubiéramos permanecido ahí, con la piedra en la mano. Pero, mientras Jesús escribía en el suelo, la conciencia de cada uno de aquellos hombres le comenzó a decir que quizás no estaban aptos para hacer lo que estaban a punto de hacer y, la Biblia dice que, uno por uno pusieron las piedras en el piso y se retiraron.
La escritura en Santiago 3 continúa diciendo que, si alguno no ofendiera, sería perfecto, capaz de refrenar todo su cuerpo. Y es que, el que tiene control de sus palabras, tiene control de todo su cuerpo. El que tiene control de lo que dice, el que tiene la revelación de que lo que dice tiene espíritu y tiene vida, ese tiene el control de todo su cuerpo y de todo lo que hace.
Este es un pasaje que hemos escuchado en muchas ocasiones, pero tiene tres ilustraciones bien específicas que representan el poder que tiene aquello que sale de nuestra boca, el poder de las palabras que hablamos.
Lo primero que lo representa es el freno que se encuentra en la boca de los caballos. Lo quiere decir esta ilustración es que, con tan solo un pequeño movimiento en la boca, el hombre puede cambiar su dirección completamente.
Con tan solo declarar que estamos sanos, nuestra salud toma un giro completamente diferente. Con tan solo decir: Yo y mi casa serviremos a Jehová; el destino de tu casa ha tomado un giro completamente diferente, porque, de la misma manera que, con tan solo ese pequeño freno en la boca de un caballo, cambiamos la dirección, le hacemos detenerse o acelerar, con tan solo tú poner freno a aquello que tú estás diciendo, y tener la conciencia de que, lo que sale de tu boca tiene espíritu y tiene vida, puede cambiar tu vida completamente.
Lo segundo con lo que se compara el poder que tiene lo que declaramos es con el timón de un barco. El barco representa las circunstancias a nuestro alrededor. Cuando tiramos del freno de un caballo, automáticamente el caballo se mueve o se detiene. Pero, cuando tomamos el timón de un barco, se está moviendo, aunque no sintamos la diferencia. En un momento, llegaremos a ver el barco en una dirección completamente diferente, pero no es algo que surge al instante.
Cuando hablas la palabra, cuando empiezas a confesar acerca de las cosas que están a tu alrededor, aunque tú no lo puedas ver inmediatamente, existe un cambio que comienza a suceder y, sin darte cuenta, varios días o meses más tarde, cuando vienes a ver, puedes notar que las circunstancias, la situación, aquello que te rodeaba, está completamente diferente, porque las palabras, aquello que decimos, aquello que sale de nuestra boca, carga vida, carga espíritu, y carga poder.
Lo tercero con lo que esta escritura compara el poder de lo que sale de tu boca es con un pequeño fuego. Un fuego puede comenzar bien pequeño, pero se puede convertir en algo bien grande.
Muchas veces fallamos, porque no le damos importancia a todo lo que sale de nuestra boca, porque pensamos que es un fuego pequeño, porque pensamos que es algo que no tiene valor. Podemos pedir disculpas, y Dios puede restaurar cualquier situación, porque Dios da nuevas oportunidades, pero tenemos que entender que lo que sale de nuestra boca, puede comenzar como un fuego pequeño, pero se convierte en algo más grande.
Fuimos creados a la imagen de Dios, y Dios todo lo creó, a través de la palabra. Cuando estudiamos Génesis 1, vemos que, para Dios crear el mundo, él no reunió materiales para crear los cielos y la tierra, no reunió materiales para crear los animales, no reunió todo lo verde que encontrara en aquella tierra desordenada para crear las plantas, porque para la creación del mundo Dios no necesitó materia, sino que todo lo que necesitó fue verbo, fue palabra. Todo lo que Dios necesitó fue que saliera una palabra de su boca.
Cuando Dios habla, las cosas suceden, y tú fuiste hecho a la imagen de Dios. Cuando tú hablas las cosas suceden, y tú no necesitas materia para confesar la palabra de Dios. Tú lo que necesitas es tener una palabra en tu boca que vaya de acuerdo a la palabra que Dios ha revelado en tu corazón porque, cuando tú dices esa palabra, aunque no haya materia, están la vida y el espíritu que carga esa palabra y, aunque sea moviendo el barco poco a poco, tu barco va a tomar un rumbo diferente. Tu barco va a llegar al puerto que tú estás esperando, porque Dios ha puesto dentro de ti el espíritu y la vida, que te van a llevar a producir los resultados que tú estás esperando. 

Con Dios

Complacer

La vida no es fácil

lunes, 15 de febrero de 2016

Te quiero

Fortalecer

El

Relación

Cordero de Dios

Considerad, pues, cuán grande era éste, a quien aun Abraham el patriarca dio diezmos del botín. Ciertamente los que de entre los hijos de Leví reciben el sacerdocio, tienen mandamiento de tomar del pueblo los diezmos según la ley, es decir, de sus hermanos, aunque éstos también hayan salido de los lomos de Abraham.  Pero aquel cuya genealogía no es contada de entre ellos, tomó de Abraham los diezmos, y bendijo al que tenía las promesas. Y sin discusión alguna, el menor es bendecido por el mayor. Y aquí ciertamente reciben los diezmos hombres mortales; pero allí, uno de quien se da testimonio de que vive. Y por decirlo así, en Abraham pagó el diezmo también Leví, que recibe los diezmos;  porque aún estaba en los lomos de su padre cuando Melquisedec le salió al encuentro.  Hebreos 7:4-10
El diezmo no da promesas, sino que, el que tiene las promesas, es quien diezma.  Por eso es que no se ofrenda para recibir algo material; se hace por las promesas que ya se tiene.  El que tiene promesas diezma y ofrenda porque sabe que lo que tiene hoy no es lo único que tendrá.  El que es generoso no obra basado en lo que tiene, sino porque sabe que tendrá más. Dios, a través de Melquisedec, bendijo al que tenía promesas.
El diezmo es un acto de reconocer a alguien mayor que uno mismo.  La gente no diezma ni ofrenda, porque este es un acto de reconocer que hay alguien a quien respetan.  La gente dice: Yo no le doy al hombre; pero no puedes honrar y respetar a alguien, si no hay una dádiva de por medio; hay un intercambio que se debe hacer.  Al diezmar, se reconoce, implícitamente, que en ese altar hay algo mayor de parte de Dios.  Por eso es que la gente no lo quiere hacer.
No existe tal cosa como dar los diezmos a los pobres.  Se diezma a alguien que carga algo que puede liberar las promesas sobre tu vida.  Cuando alguien diezma y ofrenda, se identifica con el altar de Dios y con el lugar del altar o la persona a cargo de ese altar.  Abraham, voluntariamente, dio sus diezmos como una reacción de que había encontrado a alguien mayor que Él, con quien se había identificado y que puso orden, y dirección, a su vida para alcanzar lo que Dios le había prometido.
El diezmar es un acto de honra, de humillación delante de Dios.  El problema de mucha gente, aun de los cristianos, es que hablan de someterse, pero nadie lo quiere hacer.  Hay muchos que quieren hacer la iglesia como ellos quieren y no como está establecida, porque no se quieren someter a alguien.  Sin embargo, sale un producto con el nombre de su artista preferido y lo compran sin pensarlo.  ¿Por qué sucede esto?  El mundo tiene muchos ídolos, con los que se identifica y a los que respeta: Artistas, atletas, líderes, gobernantes.  Visten y calzan con marcas costosas de esos hombres y mujeres; pero, en la iglesia, lamentablemente, con el pretexto de que no quieren llegar al extremo de la idolatría, han perdido de vista el reconocer y respetar al hombre de Dios.
Pero tú, creé que Dios te puede prosperar y bendecir.  Honra a Dios con tus diezmos y ofrendas, y no temas respetar e identificarte con el hombre de Dios, pues así reconoces que Dios ha puesto a alguien sobre ti que te bendice y desata algo que de otra manera no sería desatado sobre tu vida.
¿Qué se desata en tu vida?  Orden.  La Biblia menciona muy pocas veces al rey Melquisedec, pero, cuando lo hace, se repite una frase: El orden de Melquisedec.  Melquisedec son la gente que Dios pone en tu vida y que traen a ella, a través de Su palabra, orden y dirección.  Dios te pone en un lugar donde, a través de la palabra, te dice todo lo que puedes lograr, para que alcances el destino de Dios para tu vida.  El orden de Melquisedec te dice quién eres y para dónde vas, para que entonces actúes como lo que eres.  Eres un hijo de Dios, hecho a su imagen y semejanza, lavado con la sangre del Cordero de Dios. 

Una amistad

El amor

Enamorarse?

Declaro

Salmos 4:8

miércoles, 10 de febrero de 2016

Somos

Dios es fiel

Pie

Ven a la casa de Dios

Lamentablemente, en nuestra vida como cristianos, muchas veces, le servimos a Dios únicamente por nuestras necesidades. Curiosamente, cuando Jesús llamó a cada discípulo, ninguno de ellos estaba en necesidad. Hubo quienes se acercaron al Maestro necesitando algo; pero, ninguno de aquellos que recibió un milagro, le siguió. Pedro, por ejemplo, sí recibió un milagro, y le siguió; pero Pedro no pidió aquel milagro. No es que esté mal acercarse pidiendo un milagro, pero veamos la diferencia de conciencia. Para aquellos que fueron buscando un milagro, buscando que el Señor supliera una necesidad, Jesús se convirtió en Aquel que suple esa necesidad, y se identificaron con él en esa necesidad, y eso fue todo. Pero, desde el primer día que Jesús habló a cada discípulo, no le habló de su necesidad, de su problema, sino del plan que él tenía para cada uno de ellos.
Cuando Jesús llega donde Pedro, le llena las barcas. Aquello sí fue un milagro. Pedro estaba frustrado porque, en toda la noche, no había pescado nada; pero él sabía que había días buenos y días malos; él, simplemente, saldría a pescar nuevamente al día siguiente. Cuando llega Jesús, pidió las barcas prestadas para predicar la palabra y, cuando se baja, le dice que lance la red. ¿En qué momento Pedro pidió el milagro? En ningún momento. Lo que pasa es que Jesús no iba a tomar algo de Pedro, para devolvérselo de la misma manera. Jesús nunca llega a un lugar y lo deja de la misma forma.
Cuando Pedro recibe la pesca milagrosa, deja allí las barcas y se tira de rodillas delante de Cristo, quien no hizo referencia al milagro, ni le dijo: Yo te puedo suplir por el resto de tus días; sígueme, porque siempre tendrás las barcas llenas. Cristo le dijo: Sígueme, y te voy a hacer pescador de hombres. Así que, desde el primer día que Pedro siguió a Cristo, no le siguió por un milagro; los milagros le siguieron a él, por seguir a Cristo, pero él no siguió un milagro, sino que él buscaba lo que Jesús le prometió que iba a hacer con él, y no por él.
Tú no puedes servirle a Dios, meramente, por lo que él puede hacer por ti. Sí, Dios te va a suplir, él te quiere sanar, te quiere prosperar; pero él quiere hacer contigo algo más poderoso de lo que tú jamás has pensado. El problema es que se nos hace difícil ver a Dios más allá de nuestra primera experiencia con él. Si tú te identificas con él por un milagro, por una necesidad, Dios será entonces el Dios de tus necesidades. Y Dios sí suple tus necesidades, pero él quiere ser más que el Dios que suple tus necesidades; él quiere ser el que transforme tu vida, y te lleve a ser todo lo que él te ha prometido que vas a ser. Cuando él te llama, lo hace, no de acuerdo a tu necesidad, sino de acuerdo a su plan para tu vida.
Los grandes hombres de Dios lo que siguieron fue el plan de Dios para sus vidas. El problema de muchos es que tratan de meter a Dios en sus planes, en vez de ellos meterse en el plan de Dios. Hay quienes diezman, por ejemplo, para que Dios bendiga sus planes, pero el diezmo va más allá de que Dios bendiga tus planes; diezmar se trata de estar dentro del plan de Dios.
Hebreos 7 nos habla acerca del encuentro de Abraham con Melquisedec, rey de Salem. Luego de derrotar a cinco reyes, rescatando así a su sobrino, Lot, Abraham entrega los diezmos del botín a Melquisedec. Y, dice el verso 6, que el rey tomó de Abraham los diezmos, y bendijo al que tenía las promesas. Abraham diezmó porque tenía grandes promesas. Sale de casa de su padre porque tenía una grande promesa; él sabía que Dios haría con él algo más grande y poderoso. Cuando entiende eso, al encontrarse con alguien que podía desatar aquella promesa, su reacción fue diezmar, no porque fuera un necesitado o un mendigo, sino porque tenía promesas para su vida.
Tú no eres un necesitado o un mendigo; eres persona de esfuerzo. Si no pescaste hoy, lavas las redes, y mañana vuelves a pescar. Le crees a Dios, y sales a trabajar y haces lo que tienes que hacer. No buscamos ser mendigos de Dios, no buscamos de él meramente para que resuelva nuestros problemas, sino que le buscamos para entrar dentro de su plan para nuestras vidas y, cuando le servimos, cuando diezmamos y ofrendamos, lo hacemos porque sabemos que cargamos con promesas más grandes que nuestra situación presente. Lo que haces cuando diezmas es reaccionar a la palabra que está activando lo que está dentro de ti.
Tienes promesas. Cuando decides salir de casa de tu padre y de tu parentela, lo haces porque tú sabes que Dios te dijo que lo hicieras. Dios te ha dicho que tiene algo más grande para tu vida, un llamado más grande. Los que creemos, no podemos caminar en esta vida faltos de identidad, pensando que somos mendigos. Tú fuiste llamado, y hay una grande promesa en tu vida. Tú cargas algo dentro de ti, que nadie más puede cargar, y que solo Dios puede desatar en tu vida.
Tú no necesitas estar enfermo para orar, no necesitas estar en una situación difícil para ir a la casa de Dios, sino que vas a la casa de Dios, porque sabes que es el lugar donde va la gente que tiene promesa. Tengas o te falte, vas a la casa de Dios, porque tú sabes que hay promesas que solamente se desatan, cuando estás delante de él. 

Voy para

Disfrutar

Fortalece