sábado, 30 de junio de 2012

Desata tu milagro


Los problemas y las crisis tienen la capacidad de nublar nuestros pensamientos, y hacernos pensar que todo se ha perdido, que no hay solución, que no hay respuesta. Y muy tristemente el espíritu de pobreza toma control sobre la mente de aquellos que se dejan sobrecargar por las circunstancias difíciles que han estado viviendo.
Probablemente has pensado que lo que tienes en tu mano no es suficiente para suplir tu necesidad, y alcanzar aquellas cosas que Dios tiene para ti.
Una de las peores cosas que puede hacer la crisis en tu vida es llevarte a pensar que no tienes lo suficiente hoy para que Dios pueda hacer un milagro, cuando en realidad, lo único que Dios va a usar para llevarte al próximo nivel de abundancia, de prosperidad, y de bendición al que tanto aspiras, es lo que tienes en tu mano hoy.
Si tú eres capaz de ver el potencial, no de lo que tienes, sino de lo que Dios puede hacer con lo que tienes, entonces eso que está en tu mano no solo será suficiente, sino que te va a sobrar.
En Mateo 14 se nos narra el momento en que Jesús, junto a sus discípulos, alimenta a unas cinco mil personas. Cuando anochecía, los discípulos le propusieron a Jesús que despidiera a la multitud, para que fueran por comida. A lo que Jesús responde que aquella multitud no tanía necesidad de irse, y les manda que ellos mismos le dieran de comer. Entonces los discípulos dijeron: No tenemos sino cinco panes y dos peces.
¿Cuántas veces tú has dicho “no tengo”?
Una de las razones por las cuales la gente no entra en el tiempo asignado de Dios para su vida es la conciencia de necesidad. Ante la situación, ante las necesidades, ante los problemas, nos convertimos nosotros en los necesitados. Le pides a tus hijos que hagan algo, y lo primero que te van a decir es lo que necesitan para poder hacer lo que les pediste.
Mira lo que tienes, no lo que no tienes. Cambia tu conciencia de necesitado.
Los discípulos dijeron: No tengo. Pero sí tenían. Tenían cinco panes y dos peces. Siempre que dices “no tengo” en realidad sí tienes; lo que no tienes es fe, y no le crees a Dios. Cuando dices “no tengo” insinúas que Dios es loco, porque te está pidiendo algo que tú no tienes; pero es que Dios sabe que tú sí tienes. Jesús sabía que los discípulos tenían cinco panes y dos peces. Y si él les pidió que alimentaran a esos cinco mil, es porque en la mente de Jesús cinco panes y dos peces eran suficientes para alimentarlos. Para quienes no era suficiente era para los discípulos.
Cuando asumes una mentalidad de necesitado, limitas el poder de Dios en tu vida.
Lo que tú tienes en tu mano hoy es más que suficiente para que Dios haga el milagro en tu vida. El poquito que tú tienes hoy, en las manos de Dios, puede llegar a mucho.
Los discípulos pusieron los cinco panes y dos peces en las manos de Jesús. Y Jesús lo bendijo, dando gracias al Padre por lo que tenía en su mano. Y es que hay poder en quitar la mirada de la necesidad, y dar gracias por lo que tenemos.
Luego de bendecir los cinco panes y dos peces, los devolvió a los discípulos. ¿Cuánto tiempo estuvieron los cinco panes y dos peces en las manos de Jesús? El tiempo de una oración. Lo que pasa es que ese tiempo, para muchos, es demaciado largo. Poner algo en las manos de Dios, para algunos, es una eternidad.
Pero Jesús no les devolvió los mismos cinco panes y dos peces, sino que les entregó cinco panes y dos peces bendecidos. No es lo mismo.
No es lo mismo tener un trabajo, que tener un trabajo bendecido. No es lo mismo tener una casa, que tener una casa bendecida. No es lo mismo tener un carro, que tener un carro bendecido. No es lo mismo tener un matrimonio, que tener un matrimonio bendecido. Y todo lo que cuesta que Dios lo bendiga es que tú estés dispuesto a separarte de él, por el espacio de una oración, por un momento de fe.
Jesús devolvió cinco panes y dos peces bendecidos a los discípulos, pero seguían siendo cinco y dos. ¿Dónde ocurrió la multiplicación de los panes y los peces? En las manos de aquellos que estuvieron dispuestos a separarse de lo poco que tenían en sus manos por un tiempo, y ponerlo en las manos de Dios, para que cuando Dios lo pusiera otra vez en sus manos, entonces se multiplicara.
Los panes y los peces no se multiplicaron para los discípulos, sino para la multitud. Dice la palabra que todos comieron y se saciaron. Pero dice también que los discípulos recogieron lo que les sobró.
Tú escoges hoy en dónde tú estás: con la multitud que se satisface, o con los doce a los que les sobra.
Tú no eres un necesitado, no eres de la multitud; eres un discípulo, en tus manos está el poder de la multiplicación. 

Afirma tu pie



En el primer capítulo del libro de Habacuc, el profeta se queja, delante del Señor, por la situación en la que se encuentra el pueblo de Israel.

No hay ningún problema en que te quejes. ¿Quién mejor que Dios para recibir nuestras frustraciones y tristezas? ¿Quién mejor para entendernos? El Espíritu Santo es la única persona que se siente cómodo con tus debilidades y con tus problemas, y no tiene ningún problema en recibir la queja emocional o espiritual que puedas tener.
Lo que ocurre es que hay personas que presentan su queja ante Dios, y no hacen más nada, pensando que con eso es suficiente.
El profeta Habacuc descubió un secreto en la oración. Se dio cuenta de que él tenía que expresarle a Dios exactamente lo que él quería; pero en el capítulo 2, el profeta comienza diciendo tres cosas que él iba a hacer, luego de haber presentado su queja: Sobre mi guarda estaré, y sobre la fortaleza afirmaré el pie, y velaré para ver lo que se me dirá.
Una oración no es un monólogo. Una oración es una discusión, un compartir; por tanto, tenemos que esperar respuesta.
Ya vimos que, después de presentar nuestras peticiones en oración delante del Señor, lo próximo que tenemos que hacer es subir a un lugar alto.
Lo segundo que nos corresponde hacer es lo mismo que hizo Habacuc: afirmar nuestros pies, pararnos firmes.
El profeta no podía subir al monte, y acostarse a dormir. De nada sirve subir al monte y no estar alerta. ¿De qué te serviría subir a una posición geogrífica alta, si tu postura es la incorrecta? ¿De qué te serviría subir, si te acostaras a dormir?
Cristo le dijo a sus dicípulos que velaran con él, y los llevó al monte. Dejó a unos abajo, otros subieron a la mitad, y él llegó hasta arriba. Cuando Cristo bajó los encontró durmiendo, y les dijo: ¿No pueden velar ni una hora? Los despertó, y volvió a subir. Cuando bajó por segunda vez, los encontró nuevamente durmiendo. Volvió a subir, y al bajar por tercera vez, de nuevo estaban durmiendo.
¿Qué hacen los religiosos? Pretenden que Dios les dé el milagro porque entraron por las puertas de la iglesia. Pero cuando tú llegas a la iglesia, tiene que haber una actitud de pararte firme en el espíritu, tiene que haber una actitud de estar pendiente, tiene que haber una actitud en tu corazón de pararte firme y velar.
Lo tercero que el profeta hizo fue velar. El término velar implica que se refería a la noche. Lo que el profeta quiso decir es que no iba a dejar que la oscuridad lo venciera, que lo destruyera.
En medio de tu tiempo de crisis es cuando más tienes que velar, es cuando más tienes que tener expectativa.
Sube al monte, párate firme, y espera que algo pase, espera a ver qué Dios va a hacer. Concéntrate, asume una posición en la que puedas recibir algo de parte de Dios, y espera que algo ocurra.
Si tú llegaras a tu iglesia, sin esperar algo de parte de Dios, estarías perdiendo el tiempo. Desde que tú sales de tu casa, tú tienes que estar esperando que algo ocurra. Dios te va a hablar, Dios te va a decir lo que tienes que hacer, Dios va a hacer algo por ti, pero tiene que haber expectativa en tu vida.
Lo que nosotros vemos no es lo que el mundo ve; porque lo que se ve en el monte, no todo el mundo lo recibe.
Elías subió al monte junto a su siervo, después de siete años de sequía. Y le preguntó al siervo: ¿Qué ves? A lo que el siervo respondió: Veo una nubecita, como del tamaño de la palma de una mano. El profeta le dijo: Sal corriendo, y dile a Acab que grande lluvia se oye.
Los creyentes no nos dejamos llevar por vista, no nos dejamos llevar por las circunstancias, pero tenemos que ver algo. Lo que pasa es que nosotros vemos de manera diferente las cosas que el mundo ve. Cuando el mundo ve una pequeña nubecita, nosotros vemos un milagro; porque la nubecita es pequeña, pero la expectativa es grande.
Y, si te preguntas cómo de algo pequeño Dios va a sacar algo grande, es que no conoces al Dios al que le servimos. El Dios al que le servimos multiplica las fuerzas a aquel que no tiene absolutamente nada de fuerzas. El Dios al que le servimos es el único que cuando multiplica por cero saca algo.
Si hoy tú no tienes fuerzas, eres el mejor candidato para que Dios haga algo grande en tu vida. La pregunta es: ¿Cuál es tu expectativa?
No ores tan solo para ver si pasa algo o no. Ora, sube a un lugar alto, párate firme, y ten expectativa. 

sábado, 23 de junio de 2012

¡JESÚS ESCUCHA TU CLAMOR


Bartimeo era ciego y para él no había un gran futuro, pasaba sus días a la orilla del camino viviendo de la caridad de las personas. No podía aspirar a más, no se sabe cuánto tiempo tenía de estar ciego. Pero al enterarse que Jesús había llegado a Jericó, sabía que era el Mesías, que sanaba los paralíticos, resucitaba los muertos, daba vista a los ciegos. Bartimeo sintió que su milagro, su esperanza estaba allí. Podía oír la multitud que rodeaba al Maestro. Pensó que jamás podría llegar hasta Él, así que comenzó a gritar: “¡Jesús, hijo de David ten compasión de mi!”.

Aunque muchos quisieron callarlo, él clamaba mucho más. Y Jesús se detuvo, y dijo: –Llámenlo. Llámenlo. Así que llamaron al ciego. “–¿Qué quieres que haga por ti?” –le preguntó. –Maestro, quiero ver –respondió el ciego. “–Puedes irte –le dijo Jesús–; tu fe te ha sanado”. Al momento recobró la vista y empezó a seguir a Jesús por el camino (Marcos 10:46-52).

Muchos quisieron callar a Bartimeo, pero él no desistió; y siguió clamando y llamando a Jesús. Y es que muchas veces caes en la desesperación al pensar que Jesús no te escucha y te dejas llevar por esos pensamientos negativos que el enemigo de tu alma inyecta a tu mente, él te pone personas negativas a tu alrededor que utiliza para desanimarte, para que así no alcances las bendiciones que Dios tiene preparadas para ti, él quiere quitarte a toda costa el milagro que te pertenece.

Bartimeo en lugar de desanimarse, siguió firme, estaba seguro que Jesús lo escucharía; y cuando Jesús lo manda a llamar, de un salto se puso de pie y se acercó a Jesús, él no se quedó postrado quejándose sin hacer nada, al contrario, se levantó y fue a donde estaba Jesús.

Si ves que tu situación no mejora o que tu problema no se resuelve, no escojas la derrota, la queja, la frustración y la desesperación porque piensas que Dios nunca te responderá. No se sabe cuánto tiempo pasó Bartimeo sin su vista pero su milagro llegó, él aprovechó la oportunidad que tenía y llamó la atención de Jesús.

Levántate y ve a buscar a Jesús, ve a llamarlo porque ciertamente te responderá; Jesús tiene el poder para cambiar tus situaciones más adversas. Solamente debes clamar a él como lo hizo Bartimeo.

El clamor es una oración que brota de tus entrañas, una que diriges a Dios sabiendo que Él es tu única esperanza.

¡Jesús se detiene cuando un corazón afligido clama a Él! El Señor ya sabe de lo que tienes necesidad pero quiere oírlo de tus labios. Tu clamor toca las fibras más íntimas del corazón del Maestro. No te quedes a la orilla del camino sufriendo y sin esperanzas.

¡Hoy, Jesús está pasando por aquí!

¡CLAMA A ÉL Y RECIBE TU MILAGRO!

«Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré, Y él oirá mi voz.» — Salmos 55:17, RV60

viernes, 22 de junio de 2012

Si oyes vas a ver


En Habacuc 1, el profeta se queja y protesta delante del Señor por las injusticias que veía a su alrededor. En el capítulo 2, el profeta dice: velaré para ver lo que se me dirá. Si se le iba a decir algo, ¿por qué dice que va a ver, y no a oír?
Toda palabra que oímos crea una imagen en nuestra mente. Si no tuvieras visión, y te describieran el panorama a tu alrededor, tú podrías ver la imagen descrita en tu mente.
La fe no mira lo que se ve, sino lo que no se ve, y la fe viene por el oír. Tienes que oír, pero el resultado será ver. Si oyes, vas a ver. Por eso es que el profeta Habacuc lo dice alrevés: Yo voy a ver lo que tú me vas a decir.
Lo que el profeta estaba viendo no era lo que él quería ver, pero si oía lo que Dios le iba a decir, entonces vería lo que Dios quería que él viera.
Dice un poco más adelante, el verso cuatro del capítulo 2: Mas el justo por su fe vivirá.
La gente se pregunta por qué vamos a la iglesia, pero es que la única manera de vivir en este mundo es por fe, y el único lugar donde puedes oír una palabra que te traiga fe para ver lo que no estás viendo es la iglesia.
En Habacuc 3, vemos la conclusión del profeta. Habacuc dijo que aunque no haya, aunque falte, aunque cosas sean quitadas, con todo, se alegraría, no en el problema, sino en el Dios que le salvaría.
Tú te debes alegrar aunque haya crímenes en tu país; no gozarte por los crímenes, si no gozarte en tu Dios. Gózate aunque la banca esté en quiebra, aunque los costos de vida sigan subiendo. Con todo, tú te debes alegrar en Jehová, y gozarte en el Dios de tu salvación.
¿Podrás tú, no tan solo decir esta expresión, sino vivirla?
Si Dios no te ha sanado, sigue creyendo que todavía él es el Dios que sana. Aunque no hayas visto la prosperidad que Dios te ha prometido, y a la que sabes que tienes derecho, aunque te atrases en algunos pagos, y tengas que vivir de mes a mes, y no haya ahorro en la cuenta, con todo eso, sigue creyendo que él es el Dios que prospera.
El libro de Habacuc sobresale de entre los demás libros proféticos de la biblia, porque comienza diferente a todos ellos. En vez de comenzar con una declaración profética, con una visión divina, comienza con una queja del profeta.
Habacuc comienza con un hombre quejándose, pero quejándose en el lugar correcto. Habacuc no se estaba quejando de Dios, sino con Dios, llevando su queja delante de Dios, y pidiéndole que le mostrase lo que él no podía ver.
Y el tercer capítulo del libro de Habacuc es la respuesta en oración del profeta, diciendo que aunque las cosas se pusieran peor, él se regocijaría en Dios.
La respuesta de Habacuc demostraba la alegría de saber que Dios no era indiferente ante la situación en la que se encontraba el pueblo de Dios.
Una de las frustraciones más grandes que tiene mucha gente es la indiferencia que piensan que tiene Dios ante sus problemas. Vas a la iglesia, diezmas, ofrendas, te esfuerzas, haces lo que tienes que hacer, lo que has aprendido, pero vas a la calle y ves cómo personas que no van a la iglesia prosperan. Y preguntas: ¿Para qué voy a la iglesia, Señor, si ellos prosperan, y mira en los problemas en que yo estoy?
Somos expertos en ver lo bueno que tiene otra gente, pero no debemos perder de vista que vivimos en un mundo de imagen. ¿Quieres tú la fama por encima del descanso? ¿Quieres tú el dinero por encima del descanso? ¿Tener tanto y al mismo tiempo tener tan poco?
Debes prosperar, debes progresar, debes tener éxito, pero nunca que te cueste tu relación con Dios, ni que te cueste tu familia, ni tu salud, ni tu descanso.
Nunca lo que tenemos afuera debe ser más grande que el fundamento que tenemos dentro de nosotros mismos para sostenerlo. De lo contrario, lo que hay afuera destruye el espíritu, en vez del espíritu sostener lo que tenemos afuera.
Dios escogió a un hombre conforme a su corazón: David. La razón por la que Dios dijo que David era un hombre conforme a su corazón, es porque cuando Dios va a llamar a alguien, Dios sabe lo que esa persona va a tener que pasar. Dios sabía que a David su padre lo iba a traicionar, sus hermanos lo iban a traicionar, su jefe Saúl lo iba a querer matar, su esposa lo iba a traicionar. Y Dios no puede entregarle el reinado a un joven que, por todo lo que iba a pasar, su corazón se dañara.
Porque si Dios dijo que lo iba a hacer rey, él lo haría rey, y si se le dañaba el corazón, entonces Dios tendría un rey con un corazón dañado. Y Dios necesitaba de alguien suficientemente humilde para aceptar el proceso de la vida, y que en medio de las dificultades, su corazón no se dañara.
David llegó a ser rey, y alcanzó grandes victorias y conquistas para Dios. Pero David se crió solo, se crió con las ovejas… De la misma manera, lo que tú estás pasando en el día de hoy, es Dios preparándote. No creas que todo el mundo te va a querer porque tú mataste a Goliat, porque después llega otro y mata un Goliat más grande que el que tú mataste. Tú tienes que estar firme en que Dios está preparando tu corazón y tu espíritu, para que puedas sostener todas las cosas grandes que él tiene para ti.
Tú no le sirves a un Dios que es indiferente a tu problema. Todo lo que Dios te pide es que mires bien. Dios le estaba diciendo al profeta Habacuc: Abre bien los ojos, mira bien, para que veas que en medio de la maldad, yo estoy levantando un pueblo que va a tener la victoria.
En medio de toda crisis, lo único que te puede sostener es tu fe en ver la visión de Dios que hoy parece tan nublada y tan oscura.
¿Podrás tú ver tu sueño realizarse, en medio de la crisis?

Rueda


En Ezequiel 10, el profeta nos describe una visión divina. Dice que debajo de cuatro querubines, había cuatro ruedas, y que a estas reudas se les gritaba: ¡Rueda!
El profeta está viendo una visión. Está viendo los querubines, y él ve que toda la obra de Dios es una rueda dentro de otra. Y cuando se les grita: ¡Rueda! Una se mueve, y las demás se acomodaban, unas para un lado, y otras para otro.
Las circunstancias no son otra cosa que el círculo de situaciones que te rodea. Lo que nosotros no logramos ver es cómo esa rueda de circunstancias va a funcionar para nuestro bien, porque no somos capaces de ver una rueda dentro de otra rueda.
En el libro de Habacuc, el profeta lo que estaba viendo era a los babilonios, y a los caldeos, oprimiendo al pueblo de Israel, pero Dios le estaba diciendo en otras palabras que él estaba moviendo una rueda dentro de otra rueda. Cuando esa gente se moviera, el plan de Dios se movería.
Cuando te despidieron de tu trabajo, se activó una rueda. Lo que pasa es que tú estás mirando la rueda de las circunstancias, y no estás mirando la rueda de lo que Dios está haciendo en tu vida en medio de esa rueda de circunstancias.
Que rueden los problemas, que rueden las dificultades, que ruede lo que tenga que rodar, porque mientras rueda, Dios se encarga de hacer una obra dentro de la obra. Eso es lo que tenemos que ver.
Pídele al Señor que te muestre la rueda dentro de la rueda, que te muestre lo que él está haciendo.
Dice la palabra que mientras más oprimían al pueblo de Israel, más se multiplicaban. El pueblo debía haberse fijado en la multiplicación, y no en la opresión. Si el pueblo de Israel llegó a ser más, pudo haber derrotado a Egipto. Pero Dios los tuvo que sacar.
Dios no necesariamente multiplicó al pueblo de Israel para sacarlos de allí, sino para que se quedaran con Egipto. Lo que pasa es que el pueblo de Israel nunca vio la rueda dentro de la rueda.
El pueblo de Israel debió haber visto lo que vio Egipto. Los egipcios se dieron cuenta de que el pueblo de Israel se estaba multiplicando, y temían que se rebelaran contra ellos. Y eso es lo que Dios quería: una rueda dentro de otra rueda.
No tengas miedo a que la rueda ruede. Pídele al Señor que te deje ver lo que él está haciendo dentro de la rueda.
Cuando tenías mucho, no sabías administrar. En medio de la crisis económica has aprendido a estirar el dinero. Y como en lo poco eres fiel, Dios te va a poner en lo mucho. No lo veas como que Dios te está oprimiendo, velo como que Dios te está enseñando a administrar correctamente. No es más que una preparación para las cosas que Dios te va a dar.
Si pierdes el trabajo, grítale a esa rueda: ¡Rueda! Si se pierde la casa… ¡Rueda! Si te dejan… ¡Rueda! Porque dentro de esas circunstancias hay algo que Dios está haciendo, y tu fe te va a mostrar que en medio de la opresión Dios está levantando a un pueblo fuerte.
Lo que Dios está haciendo es más grande. 

jueves, 21 de junio de 2012


Hoy, necesito ser libre del auto-engaño, porque he descubierto que el más grande de todos los engaños, es el auto-engaño.
Dios no permitirá en sus discípulos el auto-engaño por mucho tiempo. Tarde que temprano las máscara será quitada y nos dejará ver a nosotros mismo tal como somos.
Hoy, recuerdo la historia de Elíseo y Nahamán , pero también recuerdo la historia de Giezi. Nahaman, el Sirio leproso, vino a Elíseo para ser curado.
Elíseo le dijo que siete veces debería sumergirse en el Jordán y cuando él lo hizo su piel se volvió como la de un niño.
El Sirio quiso recompensar a Elíseo, pero Elíseo rehusó. Giezí el siervo de Elíseo corrió luego tras el Sirio y le pidió plata y ropas.
Cuando Giezi llegó ante Elíseo, Elíseo le dijo donde haz estado..Y Giezi respondió  TU SIERVO NO HA IDO A NINGUNA PARTE… Elíseo le dijo: “No estaba allí mi corazón cuando pedías eso al Sirio..Es tiempo de tomar oro y ropas….Y en ese momento la lepra surgió en la piel de Giezi.
La tragedia de Giezi fue que él nunca reconoció que fue un “leproso por dentro” Un leproso del corazón.
El asumió que por servir al hombre de Dios en un ambiente bueno y de milagros, él estaba bien. Pero olvidó que no importa el ambiente que nos rodea, puede ser muy bueno y muy espiritual…pero la lepra puede estar ya en el corazón.
Hoy…el auto-engaño tocará probablemente la puerta de mi corazón y no debo dejarle entrar.
No debo olvidar que el auto-engaño trabaja siempre de la mano con la idea de que Dios se hace el que no vé, pero necesito recordar que Dios si ve y tarde que temprano él correrá mis cortinas y me expondrá en público para que todos vean lo que había en mi corazón.
Dios me está diciendo hoy: Que yo debo arrancar de raíz la lepra interna, porque si no lo hago él lo hará y será dolorosamente en público. Si yo decido eso hoy, él me ayudará, porque voluntariamente lo expongo ante él y entonces él nunca me expondrá ante el mundo.
Señor: De nada me sirve tratar de vivir hoy con máscaras. Puedo engañar a muchos, pero a ti no te puedo engañar.
Si la lepra del auto-engaño está ya en mi corazón, tarde que temprano saldrá a la luz donde todos lo pueden ver . Tus ojos de amor, me miran…y miran dentro de mi corazón. Se que vivo en medio de un mundo donde el engaño es lo más común y corriente, pero en tu reino, el engaño no es permitido y yo ya pertenezco a tu reino.
Padre, quiero hoy ser transparente y entonces sentiré que tu paz, tu seguridad, tu amor y tu fortaleza inundarán mi alma Quiero ser por lo tanto un hacedor y no un oidor de tu palabra, para no terminar engañándome a mi mismo.
Amén

El ladrillazo


En la vida lo inesperado nos sorprende y desconcierta, sin embargo cada cosa que ocurre tiene un propósito y significado, nada ocurre por accidente.
Dios normalmente nos susurra en el alma y el corazón, pero hay veces que debe lanzarnos un ladrillo a ver si le prestamos atención. Tu escoges: Escuchar el susurro o el Ladrillazo.
Un joven y exitoso ejecutivo paseaba a toda velocidad y sin ningún tipo de precaución en su auto Jaguar último modelo. De repente sintió un estruendoso golpe en la puerta y se detuvo. Al bajarse, vio que un ladrillo le había estropeado la carrocería de la puerta de su lujoso auto.
Se subió nuevamente, pero esta vez lleno de enojo, dio un brusco giro de 180 grados y regresó a toda velocidad al lugar donde vio salir el ladrillo. Salió del auto de un brinco y agarró por los brazos a un chiquillo, y empujándolo hacia el auto estacionado, le gritó a toda voz:
“¿Qué rayos fue eso? ¿Quién eres tú? ¿Qué crees que haces con mi auto?” Y enfurecido, casi botando humo, continuó gritándole al chiquillo: “¡Este es un auto nuevo y ese ladrillo que lanzaste va a costarte muy caro! ¿Por qué hiciste eso?”
“Por favor, señor, por favor… ¡Lo siento mucho! No sabía que hacer”, suplicó el chiquillo, “le lancé el ladrillo porque nadie se detenía…” Las lágrimas bajaban por sus mejillas hasta el suelo mientras señalaba hacia el otro lado del auto estacionado: “¡Es mi hermano!”, le dijo, “se descarriló su silla de ruedas y cayó al suelo… y yo no puedo levantarlo.”
Y sollozando, preguntó al ejecutivo: “¿Puede usted, por favor, ayudarme a sentarlo en su silla? Está golpeado, y pesa mucho para mí solito… soy muy pequeño.”
Impactado por las palabras del chiquillo, el ejecutivo tragó grueso el taco que se le formó en su garganta, fue donde su hermano, lo levantó del suelo y lo sentó nuevamente en su silla. Luego sacó su pañuelo de seda para limpiar el sucio de las heridas del joven.
Después de verificar que ambos se encontraban bien, miró al chiquillo y este le dio las gracias con una sonrisa indescriptible: “Dios lo bendiga, señor… y muuuuuchas gracias”, le dijo. Entonces el hombre vio cómo el chiquillo se alejaba empujando trabajosamente la pesada silla de ruedas de su hermano hasta llegar a su humilde casita.
Cuentan que el ejecutivo aún no ha reparado la puerta de su auto, manteniendo la hendidura que le hizo el ladrillazo para así recordarse de no ir por la vida tan distraído y tan de prisa, que alguien tenga que lanzarle un ladrillo para que preste atención.
Dios normalmente nos susurra en el alma y en el corazón… pero hay veces que tiene que lanzarnos un ladrillo a ver si le prestamos atención.

lunes, 11 de junio de 2012

Tiempo de actuar


La mujer se rió cuando me contó de la vez que despertó a su esposo para decirle que estaba de parto y que tenía que ir al hospital. Él saltó de la cama, cayó de rodillas, y dijo: «Cariño, vamos a orar.» Ella le dijo que no era el momento de arrodillarse a orar. Era el momento de vestirse y salir para el hospital. ¡Era tiempo de actuar!
Ese fue el tipo de mensaje que Dios le dio a Moisés cuando dijo de los israelitas: «¿Por qué clamas a mí?» (Éxodo 14:15). Poco antes, Faraón había permitido a los israelitas salir de Egipto, pero entonces cambió de parecer (vv.5-6). Queriendo traerlos de vuelta, él y su ejército los persiguieron (vv.7-9). Los israelitas se aterrorizaron cuando vieron que los egipcios se acercaban. Estaban atrapados en la costa del mar Rojo sin poder ir a ninguna parte. Pero Moisés aseguró a Israel que Dios los libraría. Ese era el momento de actuar, no de clamar a Él. Era hora de pasar «por en medio del mar, sobre tierra seca» (v.16).
Hay un tiempo adecuado para todo (Eclesiastés 3:1), incluyendo un tiempo de orar y un tiempo de actuar. Cuando vemos a alguien a quien le falta comida y ropa, es correcto suministrar lo que necesitan (Santiago 2:15-16). A veces necesitamos confiar en Dios y tomar medidas inmediatamente. –Herb Vander Lugt

Tiempo de calidad


¡Ocupado, tan ocupado! Ya ha pasado mucho tiempo desde la puesta del sol y aún hay tanto por hacer. Trabajo, familia, iglesia y muchas cosas más, parecen demandar horas, que Dios nunca colocó en el día.  Aun así, nosotros los cristianos pensamos que de alguna forma, todos estos logros serán del agrado de nuestro Padre celestial.  Después de todo, la fe sin obras es muerta. ¿Cierto?
Al caer por fin sobre nuestras camas en la noche, ¿podemos decir que ene realidad hemos pasado algún tiempo con el Padre, que con tantos esfuerzos intentamos complacer?
En su libro Unto the Hill (Hacia los montes) , Billy Graham, relata la historia de una pequeña niña y su padre, quienes eran grandes amigos y disfrutaban el tiempo que pasaban juntos. Salían a caminar y compartían la pasión de observar pajaritos, mientras se deleitaban en el cambio de las estaciones y en la experiencia de conocer nuevas personas que se cruzaban en el camino.
Un día, el padre notó un cambio en su hija.  Si él salía a caminar, ella se excusaba para no ir.  Reconociendo que la chica estaba creciendo, él supuso que era de esperarse que ella perdiera interés en su padre al ir conociendo nuevos amigos.  No obstante, su audiencia lo afligió en gran medida.
Debido a la ausencia de su hija, él no se encontraba de muy buen ánimo durante su cumpleaños. Ella le obsequió un par de sandalias elaboradas con exquesitez por ella misma, mientras él daba sus caminatas fuera de la casa.
Por fin, él pudo entender y dijo: Querida mía, me gustan muchas las sandalias, pero en la próxima ocasión cómpralas, y permíteme compartir contigo todos los días.  Prefiero tener a mi hija, que cualquier cosa que ella haga para mí.
¿Será posible que nuestro Padre celestial a veces se sienta solo por la falta de compañía de sus hijos?  ¿Estamos tan ocupados haciendo lo bueno, que olvidamos, o estamos demasiados agotados, para dedicar tiempo a solas con Él, en el transcurso de nuestro día?
Al ponerse el sol, sal a caminar con tu Padre celestial.  Dedica un tiempo de calidad a hablar con Él sobre cualquier cosa.  No excluyas ningún aspecto en esa comunicación.  ¡Experimentarás dicha, y Él también!

sábado, 9 de junio de 2012

Personas importantes


Hoy quiero presentarse un pequeño test;  no necesitas responderlo, es apenas para leer y pensar:
1. Di  el nombre de las cinco personas más ricas del mundo.
2. Menciona el nombre de los últimos premios Nobel de la Paz.
3. Recuerda el nombre de las cinco últimas Miss Universo.
4.  Nombra los equipos  de fútbol que ganaron los últimos cinco Mundiales .
5.  Cuál es el nombre de los seis cantantes pop latinos que tuvieron más éxito.
6. Enumera diez actores y actrices que ganaron premios Oscar.
¿Cómo te fue? el caso es que nadie puede recordar y guardar muchas noticias del pasado.  Los aplausos terminan, los premios y las copas pierden el brillo, y las hazañas son olvidadas. Pero aquí te presento otro test. Vamos ver cómo sales en él:
1. Menciona algunos profesores que te hayan ayudado en la escuela.
2. Dí el nombre de tres amigos que te hayan ayudado.
3. Cita el nombre de cinco personas que te hayan enseñado alguna cosa buena.
4. Piensa en cuatro personas que te hicieron sentir especial.
5. Recuerda el nombre de cinco personas con quienes te gusta pasar tiempo.
6. Dí el nombre de, por lo menos, media docena de héroes cuya historias te inspiraron.
¿Fue más fácil ahora?  Las personas que marcaron alguna diferencia en nuestra vida no son aquellas que tienen más dinero, más premios o mayor fama. Son aquellas que nos quieren de verdad y se preocupan por nuestra felicidad.
El mundo en el cual vivimos se va a acabar; nuestro paso por él es rápido. Podríamos decir que estamos de paso en él, viajando hacia un lugar lindo y maravilloso en el que seremos felices eternamente. Por lo tanto, da valor a las personas y las cosas que te ayudan en ese viaje. ¡Piensa en eso!
1Juan 2:17
El mundo se acaba con sus malos deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

La perseverancia vale la pena


El futuro de Dave Dawson se veía oscuro en 1974. Basados en pruebas, sus maestros de noveno grado le habían clasificado como retrasado mental. “Mi expectativa vocacional era la de llegar a ser un empaquetador de supermercado”, decía Dawson. De hecho, tomó clases para aprender cómo empaquetar los alimentos adecuadamente. Pero hoy es el orgulloso dueño de un título de Doctor en Filosofía de la Escuela de Educación de la Universidad de Iowa.
Dawson recuerda su continua frustración con la escuela. “Fracasaba hiciese lo que hiciese, sin importar cuán duro estudiase”. Para agregar sal a la herida, los oficiales escolares exhibían los nombres de los estudiantes reprobados y sus resultados académicos en el tablero de anuncios para que todos lo viesen. Dawson aparecía con frecuencia. Su frustración desencadenó en problemas de conducta. Al no poder tener éxito académicamente como sus compañeros de clase, Dawson optó por una actitud opuesta.
“Me ponía de pie y aplaudía cuando obtenía la calificación más baja de la clase”, decía.
Un psiquiatra finalmente diagnosticó una limitación en el aprendizaje. Fue matriculado en una clase de personas iguales a mí en el colegio. “Por primera vez estaba con gente parecida a mí. Y por primera vez, yo no era –y la única manera en que puedo frasear esto, y odio esta palabra– el más tonto”.
Sus padres pagaron tutores para ayudarle. Una academia de verano para chicos con problemas de aprendizaje le ayudó a aprender a leer –un poquito.
Dawson se ofreció como voluntario para usar cualquier cualquier herramienta o técnica que pudiese ayudar. “Estuve en todo experimento en el que pude estar”, nos dice. Para el décimo grado, ya estaba tomando varias clases regulares. Para el décimoprimero, estaba matriculado solo en clases regulares. Decidió ir a la universidad. Probó varias. Frustrado, las abandonó todas; pero nunca se rindió.
Eventualmente, tras años de luchas y frustración, Dawson obtuvo un grado en Psicología, especializándose en Rehabilitación. Obtuvo su Maestría y, recientemente, su Doctorado en Filosofía en la Universidad de Iowa.
El camino de quien debería ser un empaquetador de comida al doctorado no fue fácil. Con la ayuda de tecnologías de apoyo, incluyendo digitalizadores que leen en voz alta, lo logró y llegó a ser un promotor.
Dawson convenció a la universidad de que le diese $5,000 para comprar más equipo para los estudiantes con deficiencias, e instruir a los maestros sobre las tecnologías de punta. Su promoción perseverante le logró los fondos y creó el Centro para Tecnología de Apoyo y Recursos Educacionales de Iowa, donde es ahora su director.
De vez en cuando su hijo de tres años tiene que corregirlo cuando le lee un cuento a la hora de dormir. Pero si sus luchas han demostrado algo es que la perseverancia vale la pena. “Si yo puedo hacer esto, todos pueden”, dijo. “Si anhela su sueño lo suficiente, insista. Puede pasar”.
No dejes morir tu sueño y sigue adelante, poco a poco, grano a grano como la hormiga y día a día.
Cuando se disolvió la asamblea, muchos judíos y prosélitos fieles acompañaron a Pablo y a Bernabé, los cuales en su conversación con ellos les instaron a perseverar en la gracia de Dios. Hechos 13:4
fortaleciendo a los discípulos y animándolos a perseverar en la fe. “Es necesario pasar por muchas dificultades para entrar en el reino de Dios”, les decían. Hechos 14:22

Camino


El camino puede ser cada vez más difícil, y lo obstáculos más grandes, pero abajo en lo seguro, no puedes disfrutar de todo el paisaje.
¡Vale la pena intentarlo!
Deuteronomio 31:6
Esforzaos y cobrad ánimo; no temáis, ni tengáis miedo de ellos, porque Jehová tu Dios es el que va contigo; no te dejará, ni te desamparará.